Una clase de inglés / EFE
Una clase de inglés / EFE

El nivel de inglés de los jóvenes canarios es “caótico”: 6 de cada 10 no entienden el idioma

La falta de recursos, la escasa implicación de las familias y el poco contacto real con el idioma que tienen pequeños y adolescentes son de los principales factores que afectan el aprendizaje

ariadna

A pesar de que desde los tres años se comience a inculcar el inglés en los centros educativos como segunda lengua, seis de cada diez jóvenes canarios no entienden el idioma, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). 

En la educación pública se cursa inglés desde infantil hasta la ESO y, aunque en total suman más de 10 años de estudio, “el nivel de inglés es caótico”, señala Víctor Corral, profesor del idioma en el Archipiélago. Las principales razones son la falta de recursos, la escasa implicación de las familias y el poco contacto real con el idioma que tienen pequeños y adolescentes. 

Pocas horas de inglés

Corral apunta que “el problema está en la base, desde el alumnado de infantil”. Como profesor de inglés, apunta que se ofrecen pocas horas de enseñanza del idioma en los currículos educativos. “Tres horas a la semana es insuficiente, mientras que otras asignaturas como Educación Física cuentan con más horas lectivas”, ejemplifica. 

Más allá de priorizar o no entre materias, la falta de recursos como auxiliares de conversación también está perjudicando al aprendizaje del idioma, según el profesor. “La conversación con un nativo de inglés, pues ayuda mucho porque la base del aprendizaje de una lengua extranjera es el oído. Si no escuchamos, no aprendemos”, expone. 

La formación del profesorado

Otro problema que destaca es la rotación del profesorado, así como la formación de los docentes. Corral indica que, en el caso de los estudios universitarios de magisterio, se ha perdido el hincapié en enseñar todas las asignaturas del grado en inglés, lo que perjudica los conocimientos del propio equipo de enseñanza. 

Además, expone que otra pata que cojea es el Programa de Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras (AICLE). “Nos vienen maestros a dar asignaturas como Conocimiento del Medio o Plástica en inglés, pero solo suelen contar con B2 y no tienen la capacidad para enseñar el idioma”, critica. 

El docente recuerda que “la formación del maestro corresponde a la consejería y es nula”. “No nos renuevan y deberíamos renovarnos día a día”, declara. 

Ratio del alumnado

El ratio de las aulas, que en muchos casos alcanzan los 30 estudiantes por curso, y la diferencia de niveles entre el alumnado también suponen dos hándicaps para mejorar el nivel de inglés. 

En este sentido, Corral apunta que como solución a corto plazo se puede fomentar “juntar a los niños que saben más con los que saben menos para que los motiven y los empujen a aprender” y sobre todo, “practicar la oralidad porque si no se trabaja este área, no hay aprendizaje ninguno, ya que memorizar un idioma no sirve de nada”. 

El papel de las familias

Lo ve desde su propia experiencia. Pese a que hace mucho hincapié en trabajar la conversación con los niños y niñas, todo se pierde al no seguir fomentando la escucha del idioma en casa con las familias, por ejemplo, a través de la música o dibujos animados. 

“El tema de la televisión en España es otro problema. En otros países europeos, la televisión se ve en el idioma original del programa, que suele ser inglés. No se dobla como aquí. Si el niño ve todos los días algo de dibujos, aunque sea media hora o un capítulo, en inglés, eso ayuda mucho a su progreso”, explica. 

Las academias privadas

Una opción por la que suelen optar también las familias para fomentar el aprendizaje de inglés de los más pequeños es apuntarles en academias privadas. Sin embargo, Corral señala que, aunque funcionan para aprender el idioma, suelen estar enfocadas a sacarse la certificación. “El título es un papel. Si después se olvidan de todo, no sirve de nada la certificación”, expresa. 

Para el profesor todo se resume en el “conjunto de necesidades que tenemos — recursos insuficientes, el papel de las familias y el poco contacto real con el idioma —, que no llevan a buen puerto”, concluye.