Socorrista en su puesto de vigilancia en la playa de Las Canteras, Las Palmas de Gran Canaria. / ATLÁNTICO HOY
Socorrista en su puesto de vigilancia en la playa de Las Canteras, Las Palmas de Gran Canaria. / ATLÁNTICO HOY

“Nos jugamos la vida por 1.000 euros al mes”: los socorristas alertan de un verano sin garantías

El sector del salvamento de las islas denuncia precariedad, falta de personal y abandono institucional en pleno pico de ahogamientos

Alberto Ley

En Canarias los ahogamientos ya son la primera causa de muerte accidental, con cifras que duplican a las de los accidentes de tráfico. El archipiélago registró en 2024 más de 70 fallecimientos por esta causa, superando con creces otros tipos de siniestros.

La tendencia sigue al alza: este pasado fin de semana, cinco personas se vieron implicadas en incidentes acuáticos en las islas, dejando un trágico balance de dos muertos, un herido crítico y dos personas más con lesiones moderadas. Todo ello, antes del inicio oficial del verano.

La inmediata llegada del periodo estival ha reavivado las críticas de los profesionales del socorrismo, que denuncian el abandono del sector por parte de las instituciones. “Faltan socorristas, cobramos salarios de miseria y trabajamos en condiciones indignas”, denuncia David Molina, portavoz del sindicato Unión de Socorristas de las Islas Canarias (USIC).

Salarios mínimos

“Cobramos el salario mínimo por jugarnos la vida. Así de claro”, afirma Molina. En su caso, percibe poco más de 1.000 euros al mes, incluyendo un plus de transporte de apenas 40 euros. "Con ese dinero, con la inflación y el precio del alquiler, muchos compañeros han tenido que recurrir a bancos de alimentos para sobrevivir."

Las jornadas laborales en temporada alta alcanzan las 10 horas diarias, de 10:00 a 20:00 horas, cinco o seis días a la semana. Aunque tienen derecho a descansos, muchas veces no se respetan. "A nosotros nos gusta el trabajo, pero esto solo se sostiene por vocación."

Precariedad estructural

La mayoría de contratos son fijos discontinuos, aunque muchos compañeros trabajan durante todo el año. “En Canarias no hay temporada baja: si no hay turismo peninsular, hay turismo extranjero. Pero se nos contrata como si solo trabajáramos dos meses”.

Molina advierte de un problema estructural: “No falta personal formado, sino voluntad de contratar. La gente no quiere trabajar con estas condiciones."

Infraestructura deteriorada

Las condiciones materiales son también motivo de denuncia. Las torretas de vigilancia de Las Palmas de Gran Canaria están “oxidadas, rotas y, en algunos casos, infestadas de ratas y cucarachas”. En Las Canteras, asegura que hay cucarachas hasta en los microondas. En otros destinos turísticos, simplemente no hay casetas, sino sillas de plástico y sombrillas.

"Los planes de seguridad están mal diseñados. Si el plan dice que debe haber 11 socorristas, hay 9. Y en realidad, deberían ser 20", afirma.

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Puesto de socorro en Las Alcaravaneras (Las Palmas de Gran Canaria) , con el techo hundido y riesgo de derrumbe / CEDIDA
 

Riesgos para la salud

A pesar de pasar horas al sol, los socorristas no reciben protección suficiente. Aunque por ley deben tener EPIs como gorras, gafas y protector solar, “eso no evita lesiones oculares ni el riesgo de cáncer de piel”. Cita un estudio de una universidad catalana que detectó que los socorristas tienen el doble o triple de probabilidades de padecer un melanoma.

La precariedad empuja a muchos profesionales a cambiar de sector. “Muchos compañeros se van a trabajar a piscinas privadas o al sector hotelero porque es más seguro y mejor pagado. En la playa te enfrentas a un medio hostil, con corrientes, frío, sol... y sin garantías.”

 

Convenio inadecuado

El colectivo trabaja bajo el convenio de instalaciones deportivas, el mismo que regula a los monitores de gimnasio. “No reconoce la peligrosidad, ni las responsabilidades que asumimos: usamos motos de agua, hacemos asistencia sanitaria y salvamos vidas”.

Según Molina, otros territorios como Baleares o Cataluña pagan hasta 600 o 800 euros más al mes, y con menos exigencias formativas. “Allí puedes trabajar con un curso de 30 horas. Aquí exigimos ciclos formativos y certificados profesionales.”

Ignorados por el Ayuntamiento

“El Ayuntamiento de Las Palmas hace como que no pasa nada. Pero los planes de seguridad no se cumplen. Faltan medios y no se cubren los puestos. Lo saben y miran para otro lado porque no interesa admitir que una playa turística es insegura”.

Señalan también a la empresa adjudicataria, Cruz Roja, pero insisten en que el problema de fondo es una licitación a la baja, que no contempla ni medios adecuados ni mejoras laborales.

USIC ha convocado huelgas y protestas, pero los servicios mínimos del 100% han vaciado de contenido las acciones. “Tuvieron que traer personal externo para cubrirnos. Es de risa. Pero la gente está tan quemada que muchos se están planteando no presentarse este verano.”

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Torreta inutilizada en la playa de La Laja. El puesto de vigilancia permaneció inoperativo durante el verano tras ser destrozado y ocupado por personas ajenas al servicio.

Casi 300 rescates anuales

“Somos primeros intervinientes. Atendemos rescates acuáticos, asistencias médicas, crisis convulsivas y hasta fallecimientos. Solo en 2024, en Las Palmas de Gran Canaria hicimos 244 rescates a nado, 50 con moto acuática y 600 asistencias sanitarias.”

Pese a ello, denuncia que se les trata como a "niños en trabajos de verano". Reclaman un convenio digno, mejoras salariales, protección social y mayor presencia policial en las playas para evitar que el socorrista tenga que arriesgarse sin capacidad legal de impedir baños en condiciones peligrosas.

La profesión se muere. Si no hay mejoras urgentes, el sistema va a colapsar y las playas se quedarán sin vigilancia. Mientras tanto, los ahogamientos seguirán creciendo.” David Molina lanza un último mensaje: “Salvamos vidas. Ya es hora de que alguien salve a los socorristas”.

Voces desde ASOCAN

Christian Valencia Aguirre, presidente de la Asociación de Socorristas de Canarias ASOCAN, refuerza la denuncia: "La situación es crítica. Seguimos con dotaciones insuficientes, servicios mal supervisados y contratos de cuatro meses que expulsan a los jóvenes del sector. No hay continuidad ni relevo generacional posible así".

Critica que muchas playas carezcan de vigilancia durante buena parte del año y que la temporada alta se siga limitando a cuatro meses "como si Canarias fuera la península, ignorando nuestra climatología y tasa turística". Subraya la necesidad de un convenio específico justo y progresivo que dé estabilidad a la profesión y que vaya acompañado de una cobertura anual del servicio de salvamento.

Más que educación

Desde ASOCAN también insisten en que la concienciación ciudadana no es suficiente: "Aunque eduquemos, siempre habrá quien ignore las normas. Por eso debe haber vigilancia constante y fiscalización de las empresas que gestionan el servicio". Valencia reclama, además, que se fiscalice con rigor el cumplimiento de los contratos: "Hay empresas que reciben fondos públicos y no cumplen con las plantillas ni con los medios".

Profesión con futuro

La asociación busca consolidar una red profesional que garantice formación continua, apoyo al socorrista y educación a la ciudadanía. "Queremos que Canarias sea un referente mundial en socorrismo. Tenemos las condiciones. Falta el respaldo institucional para conseguirlo".