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Imagen de una persona comiendo una pizza / PEXELS

Ni saciado ni empachado: la palabra canaria para decir que comiste de más y no conocen en España

Hay muchos ejemplos que demuestran la riqueza léxica del español que se habla en Canarias y este es uno de ellos

Hay palabras que saben a tierra, a identidad, a sobremesa en familia. En Canarias, el lenguaje no solo se habla, también se saborea. Hay términos que nacen de la experiencia cotidiana, de lo que se vive, se siente y, cómo no, se come. Porque en las islas, hasta los verbos tienen aroma.

Y hay una palabra en particular que no aparece en los menús, pero que todo canario ha dicho alguna vez tras un buen almuerzo. No es "saciado" ni "empachado", aunque se parezca. Es un término que solo en las islas cobra sentido gastronómico y no, en la península no se utiliza así.

Qué significa “embostado”

La palabra es embostado, y aunque en muchos rincones de España tiene otros matices —como oculto, enredado o cubierto—, en Canarias es sinónimo de haber comido demasiado, de ese estado incómodo que te deja un plato que estaba demasiado bueno como para dejarlo a medias.

Estar embostado es esa sensación de haber pasado el límite sin llegar a un empacho. Es cuando el gofio te pudo, el sancocho te miró con ojos de culpa o ese trozo de bizcochón te hizo decir: “no debí repetir”. Pero lo hiciste.

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Un término con más sabores

La riqueza de esta palabra no se queda solo en la mesa. En las islas también se puede usar embostado para hablar de alguien que se ha ensuciado —especialmente con comida—, como un niño con la cara llena de chocolate o un adulto que ha lidiado con una parrillada sin servilleta.

Y hay más: en el habla popular, también se puede decir que alguien está embostado cuando ha ganado mucho dinero de golpe, como si se hubiera atragantado de billetes. Una expresión con carga irónica que forma parte del imaginario colectivo canario.

La riqueza del dialecto canario

El caso de embostado es solo uno más de los muchos ejemplos que demuestran la riqueza léxica del español que se habla en Canarias. Un idioma moldeado por siglos de historia, influencias atlánticas, vínculos con América Latina y una identidad cultural propia que se resiste —con orgullo— a la homogeneización.

Y es que en las islas no solo se habla diferente: se vive diferente, se come diferente y, por supuesto, se nombra diferente todo aquello que deja huella en la barriga o en el alma.