Imagen de La Orotava, municipio de Canarias que se convirtió en la tierra de Bad Bunny gracias al cine / MONTAJE AH
Imagen de La Orotava, municipio de Canarias que se convirtió en la tierra de Bad Bunny gracias al cine / MONTAJE AH

Parece Puerto Rico pero es Tenerife: el día que el cine trasladó la tierra de Bad Bunny a Canarias

El cine ha convertido Tenerife en mundos de dioses, países extranjeros y ciudades coloridas. Hace años también lo convirtió en Puerto Rico, la tierra del famoso cantante Bad Bunny

Irene Cartaya

Puede que hoy asociemos a Tenerife con grabaciones como Furia de Titanes, Fast and Furious o Los Anillos de Poder. Pero hubo un tiempo en que las cámaras de cine, procedentes de la Alemania nazi, aterrizaron en la isla con una misión muy distinta: recrear el Caribe en pleno Atlántico. Lo que parecía imposible, se convirtió en una realidad cinematográfica. En este juego de ilusiones, Tenerife se convirtió en Puerto Rico, y no precisamente en un videoclip de reggaeton ni con Bad Bunny en escena, aunque el paralelismo con la cultura puertorriqueña más actual resulta inevitable.

Y lo fue a lo grande. Con estrellas del cine, grandes equipos de rodaje, guiones melodramáticos y una historia impregnada de propaganda. Esta gente encontró en Tenerife una postal perfecta para simular los colores tropicales de Puerto Rico, pero lo que sucedió detrás de las cámaras no fue ni tropical, ni inocente.

Un rodaje en plena dictadura

En 1937, la película La Habanera transformó la isla en un escenario caribeño. Su director, Claus Detlef Sierck —más tarde conocido como Douglas Sirk en Hollywood—, fue el artífice de esta producción rodada íntegramente en Santa Cruz de Tenerife, La Orotava y el Puerto de la Cruz. La cinta fue financiada por la UFA, productora vinculada al régimen nazi, y protagonizada por la actriz Zarah Leander, protegida de Goebbels.

Los habitantes de la isla quedaron fascinados ante el despliegue de medios y la necesidad de extras para interpretar a los “indígenas” locales. Pero la belleza del rodaje escondía un trasfondo ideológico más turbio de lo que muchos podían imaginar.

Corte de la película 'La Habanera' (1937) / ARCHIVO
Corte de la película 'La Habanera' (1937) / ARCHIVO

Un melodrama con ideología

La historia, repleta de clichés coloniales, cuenta cómo una mujer sueca se enamora de un hombre isleño y se instala en un paraíso tropical que pronto se convierte en una pesadilla. Diez años después, regresa una familiar con intención de salvarla, pero lo que encuentra dista mucho del idilio romántico esperado.

La película sigue la estética del melodrama clásico, pero con un claro propósito propagandístico. Según el catedrático Fernando Gabriel Martín Rodríguez, experto en Historia del Cine, La Habanera es un ejemplo de cómo el cine nazi utilizó los recursos del sentimentalismo para difundir su ideología racial.

Mensajes ocultos en la trama

Uno de los aspectos más reveladores es la representación del hijo mestizo de la protagonista: rubio, blanco y perfectamente ario, a pesar de su origen caribeño. Y es que La Habanera forma parte de una lista de películas que la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos —precursora de la CIA— marcó como propaganda nazi. De hecho, existen informes oficiales sobre los peligros ideológicos que transmitía la cinta.

Otro de los elementos llamativos es la confusa representación de los “nativos”: en ocasiones visten taparrabos, en otras, trajes de fantasía con referencias mexicanas o incluso sudamericanas, todo ello filmado entre los latifundios de La Orotava.

Fotograma de la película 'La Habanera' (1937), rodada en Tenerife / ARCHIVO
Fotograma de la película 'La Habanera' (1937), rodada en Tenerife / ARCHIVO

El legado de 'La Habanera'

Aunque su director renegaría después de esa etapa, la película ha quedado como una rareza fílmica que une a Canarias con una de las épocas más oscuras del cine europeo. La Habanera no solo fue un intento de disfrazar Tenerife como Puerto Rico, sino un experimento de manipulación cultural bajo el disfraz del exotismo tropical.

Hoy, el recuerdo de ese rodaje sobrevive en las crónicas históricas, en los archivos de inteligencia desclasificados y en la mirada crítica de quienes investigan cómo el cine también puede ser una herramienta de poder. Una curiosa y perturbadora historia que coloca a Tenerife como escenario accidental del cine propagandístico del siglo XX.