Los volcanes no solo han marcado la geografía de las Islas Canarias, también han moldeado su cultura, su paisaje y, en ocasiones, su gastronomía. La lava que un día arrasó la tierra hoy es parte del patrimonio más preciado del archipiélago, y en torno a ella se levantan algunos de los rincones más sorprendentes de España.
En uno de esos lugares, entre cráteres, lavas petrificadas y un escenario que recuerda a la Luna o a Marte, se encuentra un restaurante único en el mundo. Tanto es así que la prestigiosa cabecera National Geographic lo ha señalado como el más exclusivo de todo Canarias y uno de los más singulares de España.
El Diablo, en Timanfaya
Se trata del Restaurante El Diablo, ubicado en el Parque Nacional de Timanfaya, en Lanzarote. Su particularidad lo ha convertido en un emblema: utiliza el calor del volcán para cocinar carnes y mariscos en una parrilla que alcanza los 500 grados centígrados gracias a la energía geotérmica del subsuelo.
El edificio fue diseñado en 1970 bajo la dirección de César Manrique y su equipo, quienes lograron integrar la arquitectura en el entorno volcánico con un respeto escrupuloso por el paisaje. El resultado fue un asador al aire libre, construido con piedra basáltica y dotado de una amplia cristalera que ofrece vistas inigualables de los campos de lava.
Una experiencia volcánica
La carta del restaurante combina la innovación con la tradición. A las carnes y mariscos cocinados con calor volcánico se suman platos típicos como las papas arrugadas con mojo, elaboradas con productos de kilómetro cero. Incluso los postres dialogan con el entorno: algunos se presentan en conos de ceniza comestible, reforzando la experiencia sensorial del lugar.
El restaurante forma parte de la visita a las Montañas del Fuego, donde los viajeros pueden recorrer en guagua la Ruta de los Volcanes y asistir a demostraciones geotérmicas. Una de las más sorprendentes se produce cuando los guías vierten agua en orificios del terreno y esta sale disparada en forma de vapor por la fuerza del calor subterráneo.
Patrimonio y conservación
El Parque Nacional de Timanfaya nació de las erupciones volcánicas entre 1720 y 1824, un periodo que transformó la isla de Lanzarote y dio origen a un paraje único en el mundo. La intervención de Manrique y del Cabildo de Lanzarote en 1970 buscó compatibilizar la exhibición turística con la conservación ambiental, creando recorridos limitados y construcciones integradas en el paisaje.
El edificio circular de El Diablo es un ejemplo de esa filosofía. En su interior se percibe una decoración sobria y elegante, con detalles que combinan funcionalidad y arte, como el llamado “Jardín muerto”, donde un tronco seco y el esqueleto de un dromedario recuerdan la dureza del entorno volcánico.
Un icono de Lanzarote
Más que un restaurante, El Diablo es una experiencia cultural y paisajística. Representa la visión de Manrique de unir arte y naturaleza, ofreciendo al visitante no solo un almuerzo sino una inmersión en la esencia volcánica de Lanzarote.
Declarado Parque Nacional en 1974, Timanfaya recibe cada año a miles de turistas que buscan entender la fuerza de la tierra y, al mismo tiempo, disfrutar de una gastronomía que aprovecha ese poder natural. Comer en El Diablo es, en definitiva, sentarse frente a un volcán y formar parte de su historia.