Imagen de una abuela y su nieta / PEXELS
Imagen de una abuela y su nieta / PEXELS

El truco de las abuelas canarias para evitar ser un imán de mosquitos este verano: "Clavo al limón"

Las frases de abuela como “ponle clavo al limón” o “no duermas con el pelo mojado que los mosquitos te huelen” han pasado de boca en boca durante décadas

Irene Cartaya

Cuando llega el calor, los mosquitos se convierten en una auténtica pesadilla en muchos hogares. Pican sin piedad, interrumpen el sueño y arruinan cualquier cena al aire libre. Pero mientras algunos se lanzan al supermercado en busca de velas, enchufes y sprays, otros recurren a los consejos de siempre. Los que han pasado de generación en generación. Los de las abuelas canarias.

Porque si hay algo que saben bien nuestras mayores es cómo mantener a raya a estos pequeños invasores sin necesidad de químicos. Uno de sus remedios más populares, sencillo y aromático, sigue siendo eficaz cada verano.

El famoso clavo al limón

Este clásico truco consiste en partir un limón por la mitad y clavarle varios clavos de olor, esa especia aromática que también se usa para cocinar. Una vez preparados, se colocan en puntos estratégicos: mesitas de noche, ventanas, o incluso en la terraza. El olor que desprende esta combinación es insoportable para los mosquitos y, de paso, deja un perfume agradable en la habitación.

Lo ideal es usar entre 8 y 12 clavos por mitad, y renovarlos cada dos o tres días, cuando el limón comience a secarse. Una solución práctica, económica y 100% natural.

Refuerzos naturales efectivos

Pero nuestras abuelas no se conformaban con un solo remedio. Sabían que, para espantar a los mosquitos, mejor aplicar varias capas de protección. Por eso, si el truco del limón no era suficiente, tenían más ases bajo la manga.

Un clásico infalible es la cebolla partida, colocada junto a la cama. El aroma fuerte que desprende, aunque algo desagradable, actúa como repelente natural. Algunas incluso le añadían unas gotas de vinagre para potenciar su efecto —quizás acabas con el mosquito y contigo—.

Hojas aromáticas secas

Otro truco habitual era preparar bolsitas de tela con hojas de laurel o eucalipto secas, como si fuera un popourrí casero. Estas bolsitas se colocaban en las ventanas, entre la ropa o debajo de la almohada. También se podían hervir para que el vapor llenara la habitación y actuara como ambientador natural.

La clave está en que los mosquitos huyen de los aromas intensos y penetrantes, algo que estas hojas ofrecen de sobra.

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Imagen de una persona poniéndole un remedio natural a su hijo para evitar picaduras / CANVA

El humo del café

Uno de los remedios más curiosos —y quizá menos conocido por los jóvenes— consiste en quemar los posos del café una vez están secos. Al hacerlo en un cuenco metálico, como si fuera incienso, se libera un humo que repele eficazmente a los insectos. En patios, cocinas o terrazas, este truco resultaba particularmente útil al atardecer.

Además, dejaba un agradable aroma tostado en el ambiente, algo que los vecinos también agradecían.

Repele desde dentro

Algunas abuelas iban aún más allá y aseguraban que comer ajo ayudaba a mantener alejados a los mosquitos. La teoría es que, al sudar, el cuerpo libera compuestos que alteran el olor corporal y disuaden a los insectos. No está científicamente demostrado, pero muchos siguen jurando que funciona.

Eso sí, puede que el efecto secundario también aleje a los humanos.

Cítricos y lavanda

Para los amantes de los aromas suaves, otra recomendación era secar cáscaras de naranja, limón o mandarina al sol y luego quemarlas ligeramente. El olor cítrico que desprenden al calentarse actúa como repelente natural y refresca el ambiente.

Y si se quería un toque más delicado, bastaba con preparar aceite de lavanda casero: mezclar aceite de oliva con flores de lavanda y dejar reposar varios días. Luego, unas gotas detrás de las orejas o en las muñecas hacían el resto.

Sabiduría que perdura

Frases como “ponle clavo al limón” o “no duermas con el pelo mojado que los mosquitos te huelen” han pasado de boca en boca durante décadas. No siempre vienen con respaldo científico, pero en más de una ocasión han demostrado ser tan útiles como cualquier remedio moderno.

La sabiduría popular no solo ofrece soluciones, también nos conecta con nuestras raíces, con las voces de quienes sabían aprovechar lo que había en casa para cuidar de los suyos. Y este verano, cuando los mosquitos te acechen, recuerda: quizá la solución esté en tu despensa. O en la memoria de tu abuela.