El turismo británico tiene una historia de amor con el sur que no conoce límites. Playas soleadas, buena comida y precios bajos han convertido a destinos como Canarias en una de sus escapadas favoritas desde hace décadas. Pero, como en todo idilio intenso, también hay desgaste. Y mientras los visitantes siguen llegando, los canarios alzan la voz por lo que consideran una masificación turística que ha disparado los precios y les ha quitado espacio en su propia tierra.
Ahora, las tornas pueden empezar a girar. Porque los turistas británicos han encontrado una alternativa que no está tan masificada. Y, curiosamente, no está en España.
Un cambio de modelo
Canarias lo tiene todo… para quien llega desde fuera. Porque el problema no está solo en el número de turistas, sino en cómo afectan sus hábitos al ecosistema local. En un contexto donde el sueldo medio canario ronda los 1.400 euros, los ingresos del norte de Europa se transforman en poder adquisitivo imbatible.
Eso se refleja en precios imposibles: la vivienda turística, el ocio, la restauración. El precio del metro cuadrado se ha más que duplicado en apenas una década, según Idealista. Lo que para el turista es una ganga, para el residente se ha vuelto un lujo. Mientras tanto, los movimientos sociales crecen. Las calles de Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria o Arrecife se llenan con pancartas que piden un turismo más sostenible… o, directamente, menos turismo.
Al ataque de Cabo Verde
Pero ahora, parece que otra isla atlántica le pisa los talones a Canarias. La aerolínea easyJet ha estrenado ruta directa entre Londres y la isla de Sal, en Cabo Verde. Tres vuelos semanales conectan el Reino Unido con este enclave africano que, como Canarias, ofrece sol, paisajes volcánicos y playas interminables, pero sin la saturación actual del archipiélago español.
Así lo presenta el diario británico Liverpool Echo, que no ha dudado en bautizar este nuevo destino como “la nueva Canarias”. Los vuelos —de unas seis horas— salen los lunes, miércoles y viernes, abriendo un abanico de posibilidades para escapadas breves o vacaciones más extensas. Todo, a precios muy competitivos.
¿Una segunda oportunidad?
Este nuevo interés por Cabo Verde podría ser una válvula de escape para el turismo desbordado que experimentan las islas. Pero también puede ser una advertencia: si Canarias no redefine su modelo, otras regiones más vírgenes y menos tensionadas tomarán la delantera. La isla de Sal es solo un ejemplo.
Porque el turismo, como el mar, nunca se detiene. Pero siempre busca nuevas orillas. Y esta vez, la marea parece mirar más al sur.
