La Semana Santa en Canarias es un momento de reencuentro con la familia, de descanso y de fervor, sí, pero también de tradición gastronómica. Porque si hay algo que se respira en estos días —además del incienso y la brisa de primavera— es el aroma de las cocinas donde se preparan los platos de toda la vida.
Recetas que han pasado de generación en generación y que regresan a la mesa año tras año, especialmente cuando muchas personas eligen reducir o eliminar la carne durante la Cuaresma. En su lugar, toman protagonismo los granos, pescados, verduras, huevos y postres caseros que definen esta época.
Más allá del sancocho
El sancocho canario, el atún en adobo, las torrijas o el bienmesabe son algunos de los clásicos que llenan de sabor estas fechas. Pero si hay una receta que lo tiene todo —nutrición, sencillez y ese sabor de siempre— es el potaje de vigilia, una de las joyas humildes de la cocina tradicional isleña.
Este plato, reconfortante y lleno de matices, se convierte en el aliado perfecto para los días en los que se busca comer sano, sin complicaciones y con respeto a las costumbres.
Cómo preparar el potaje
Para elaborar un buen potaje de vigilia canario, necesitarás ingredientes que probablemente ya tengas en casa: 1 puerro, 2 tomates, 1 cebolla, 1 pimiento verde, 300 gramos de bacalao, 2 huevos, 300 gramos de garbanzos, espinacas frescas y 500 ml de caldo de pescado.
El primer paso es cocinar los huevos en agua abundante durante 10 minutos, pelarlos y reservarlos. Luego, corta el bacalao en tiras alargadas y finas, trocea las espinacas y empieza el sofrito: pocha la cebolla y el pimiento verde con un poco de aceite hasta que estén blandos, añade el puerro picado y deja que se cocine todo junto durante otros 10 minutos. A continuación, incorpora los tomates rallados y el caldo de pescado.

Potaje de vigilia
Cuando todo haya cogido sabor, tritura el sofrito con una batidora y vuelve a colocarlo en la cacerola. En cuanto hierva de nuevo, añade las espinacas y el bacalao y deja cocer durante 5 minutos más. Después, agrega los garbanzos cocidos y deja que se integren apenas un minuto, lo justo para calentar. Si usas garbanzos secos, déjalos en remojo la noche anterior para que queden tiernos.
Finalmente, apaga el fuego, agita suavemente el caldero para repartir los ingredientes y coloca los huevos duros por encima. El potaje está listo para llevar a la mesa.