Imagen de Stephen Hawking / MONTAJE AH
Imagen de Stephen Hawking / MONTAJE AH

El único lugar de Europa que cultiva café está en Canarias: "Su sabor enamoró a Stephen Hawking"

Este pequeño valle se ha convertido en una joya agrícola que produce una bebida con identidad propia, lejos de las grandes plantaciones y cerca del corazón de quienes valoran lo auténtico

luna moya

Hay lugares donde el tiempo parece detenerse entre aromas dulces, brumas matutinas y un calor húmedo que envuelve la tierra fértil. En uno de esos rincones privilegiados, una bebida milenaria florece con una delicadeza que roza lo mágico. Y aunque Europa no se asocia con campos de cafetales, existe un valle secreto donde el café crece, se recoge a mano y se transforma en una experiencia sensorial única.

Este enclave de Canarias ha enamorado a quienes han tenido la suerte de visitarlo. Entre ellos, Stephen Hawking, quien cayó rendido ante su sabor. No es un mito, ni un capricho del marketing: este café es tan real como extraordinario.

Un café único

En el Valle de Agaete, al noroeste de la isla de Gran Canaria, se cultiva el único café de Europa con producción permanente y artesanal. Se trata de una variedad arábica typica, originaria de Etiopía, que se desarrolla en condiciones climáticas ideales gracias a la altitud, la sombra natural de plataneras y mangos, y un suelo volcánico fértil que potencia sus propiedades organolépticas.

El cultivo del café en este valle se remonta a principios del siglo XIX. Desde entonces, ha sobrevivido generación tras generación gracias a la labor de unas cincuenta familias. Hoy en día, se produce una media de 5.000 kilos al año en una superficie de 45,5 km² a tan solo 150 metros sobre el nivel del mar, cerca del Parque Natural de Tamadaba, declarado Reserva de la Biosfera.

Proceso artesanal

La clave del café de Agaete reside en su proceso de elaboración. A diferencia de otros métodos más industrializados, aquí se sigue una técnica tradicional: los granos se recogen uno a uno, a mano, durante la primavera. Después, las cerezas se secan durante 20 días en mesas africanas, conservando los azúcares naturales del fruto.

“El secado a la sombra permite mantener el dulzor de la cereza y eso es lo que nos diferencia”, explica Víctor Lugo, gerente de la Finca La Laja y miembro de la quinta generación de agricultores de la zona. Este método artesanal proporciona al café una textura ligera, matices afrutados y notas a chocolate y regaliz que lo hacen inconfundible.

Reconocimiento internacional

No es casualidad que este café haya sido galardonado desde hace más de un siglo. En la Feria de París de 1898, ya fue reconocido por su calidad y carácter distintivo. Desde entonces, su fama ha crecido y recibe más de 150.000 visitantes al año que buscan descubrir sus secretos.

Entre las personalidades que se han rendido a su sabor se encuentra Stephen Hawking, quien visitó el valle y quedó fascinado por la delicadeza del proceso y el resultado final en la taza.

Clima perfecto

El secreto del éxito de este café radica también en su entorno. El clima subtropical de Agaete, con temperaturas estables entre 18 y 20 grados centígrados durante todo el año y pocas precipitaciones, ofrece las condiciones ideales para el desarrollo del cafeto.

A ello se suma la sombra natural de cultivos como el mango o el plátano, que actúan como protección para una planta tan sensible como el café. Este equilibrio entre tradición, geografía y clima convierte al café de Agaete en un producto gourmet sin competencia en Europa.

Origen americano

La historia del café en Canarias está ligada al comercio entre Europa y América en la época de las grandes exploraciones. Las Islas Canarias fueron, desde el siglo XV, la última escala de los navíos antes de cruzar el Atlántico. Este flujo comercial permitió que productos exóticos, como el café, se adaptaran a las condiciones insulares.

Desde entonces, este pequeño valle se ha convertido en una joya agrícola que produce una bebida con identidad propia, lejos de las grandes plantaciones y cerca del corazón de quienes valoran lo auténtico.