El Vaticano beatifica a Jacinto Vera Durán, primer obispo de Montevideo y procedente de Tinajo

La verificación de un milagro por parte del papa Francisco a finales de 2022 permitió que se convierta en beato en el aniversario de su muerte, que se cumple este sábado 6 de mayo

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El Vaticano beatifica a Jacinto Vera Durán, primer obispo de Montevideo y procedente de Tinajo / CONFERENCIA EPISCOPAL DE URUGUAY
El Vaticano beatifica a Jacinto Vera Durán, primer obispo de Montevideo y procedente de Tinajo / CONFERENCIA EPISCOPAL DE URUGUAY

De familia procedente de Tinajo (Lanzarote), Jacinto Vera Durán nació en altamar, cerca de la costa sur de Brasil, cuando su familia viajaba hacia América del Sur en busca de trabajo y una vida más afortunada. Tras una breve estancia en Brasil, la familia Vera se estableció en Uruguay, en el departamento de Canelones

En 1832, a sus 19 años, inició sus estudios eclesiásticos. Este período fue interrumpido por la Guerra Civil pero el general Oribe, al ser informado de su vocación al sacerdocio, lo licenció para que pudiese terminar su preparación. Se desplazó a Buenos Aires con su familia para estudiar Teología en el Colegio de los Jesuitas

Historia

Fue ordenado sacerdote por el obispo auxiliar de Buenos Aires y celebró su primera misa en 1745. Dedicó 19 años a la parroquia de Canelones, 10 como coadjutor y 9 como párroco. Organizó misiones populares en la ciudad y en los pueblos de su jurisdicción. Su caridad se manifestó sin límite durante la Guerra Grande, que trajo desolación y pobreza. Nombrado vicario apostólico de Uruguay, destacó por su labor pastoral y por ser ante todo un misionero.

El 15 de julio de 1878 fue nombrado primer obispo de Montevideo. La verificación de un milagro por parte del papa Francisco a finales de 2022 permitió que se convierta en beato en el aniversario de su muerte, que se cumple este sábado 6 de mayo.

El milagro

De acuerdo con el Dicasterio para las Causas de los Santos, Vera intercedió por la recuperación de una joven, que había sido diagnosticada con apendicitis. El curso postoperatorio en los primeros días fue regular, luego hubo un aumento severo de la temperatura con infección de la herida. El 28 de septiembre de 1936, tras el tratamiento, la fiebre desapareció y el paciente fue dado de alta con la herida aún abierta, pero limpia. A partir del 30 de septiembre de 1936, reapareció la fiebre y desde el 4 de octubre de 1936 el estado del paciente empeoró considerablemente; una consulta médica diagnosticó una colección de abscesos en la fosa ilíaca derecha.

El 8 de octubre de 1936, su padre y su tío, con un profundo sentido de la fe, colocaron junto a su lecho una imagen con una reliquia de Jacinto Vera. Pocas horas después de la colocación de la reliquia, el estado del paciente empezó a mejorar.

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