Desde hace varios días unas planchas metálicas limitan parte de los terrenos en los que se quiere ubicar el macrocomplejo turístico Cuna del Alma, en el municipio tinerfeño de Adeje. Hace dos años que se puso la primera piedra de la construcción, pero la presencia de una especie natural protegida, de yacimientos arqueológicos y el hecho de que la construcción no contara con un informe de impacto ambiental consiguieron frenar durante meses las obras. Sin embargo, desde hace varias semanas la maquinaria ha vuelto a este paraje y con ella también los activistas.
El 5 de abril de 2023, cuando se cumplió un año del acto de la puesta de la primera piedra del complejo turístico, el proyecto estaba parado. Un mes después de que comenzaran las obras, a finales de mayo, el Cabildo de Tenerife emitió una orden para paralizarlas provisionalmente, aunque solo afectaba al 2% del espacio. La empresa siguió las obras en el territorio no afectado y entonces se vivieron los momentos más tensos entre los activistas, que estaban acampados en los terrenos, y los promotores.
Tres paralizaciones
A finales de 2022 ya se habían paralizado las obras por tres motivos: por parte de la Agencia Canaria de Protección del Medio Natural (Acpnm) porque el proyecto no tenía un estudio de impacto ambiental, por parte de la Consejería de Transición Ecológica tras haberse detectado la presencia de la viborina triste, y por parte del área de Patrimonio Histórico por haberse constatado la presencia de yacimientos arqueológicos.
Sin embargo, ya en septiembre de 2023, con el cambio de gobierno, la consejería que ahora dirige Mariano Zapata, Transición Ecológica, dejó caducar el expediente sancionador a la empresa y abrió un proceso para que la empresa promotora, Segunda cASAS**, presentara nueva documentación. Mismo proceso llevó el área de Patrimonio, que dirige Miguel Ángel Clavijo.
Reactivación
La última pata que frenaba el proyecto era la paralización dictada por la Acpnm, que se levantó en febrero así como la sanción de 110.000 euros que se iba a imponer. La Agencia se amparaba entonces en que el Ayuntamiento de Adeje había dado la licencia de construcción, pese a la falta de los informes ambientales. De esta forma, entre caducidades y desestimaciones todo se ponía en orden para que las obras se reanudasen.
Con la llegada de las máquinas de construcción los activistas han reactivado de nuevo las movilizaciones para impedir el movimiento de tierras. El pasado martes, los activistas consiguieron frenar las obras y las actuaciones han proseguido este jueves y viernes. Una batalla presencial que se suma a las denuncias interpuestas por los ecologistas debido a que las nuevas actuaciones están afectando a la especie protegida.
Perímetro de afección
Rubén Pérez es uno de los activistas de Salvar El Puertito que lleva días denunciando el modo en el que la reactivación de las obras está afectando a las viborinas. La empresa que realiza las obras ha comenzado a instalar varias vallas metálicas en el perímetro donde se va a construir el complejo. Sin embargo, denuncian que la propia instalación de estas vallas no solo afectan a la planta en sí, sino también a la dispersión de las semillas.
“Hay ejemplares adultos de viborina a medio metro de donde ponen el vallado y han estado con maquinaria pesada removiendo tierra y colocando pilones de cemento. En definitiva, alterando el sustrato donde están las semillas, que también son jurídicamente una especie protegida”, denuncia Pérez desde el terreno donde se realizan las obras. Según informa, ya han denunciado ante el Seprona la instalación de esta valla.
También denunciaron la instalación de las vallas ante la Acpmn pero la acusan de estar haciendo “una dejación de funciones”, ya que aseguran que han llamado todos los días “pero solo se han personado agentes un día y con una actitud en la que restaban importancia a la viborina triste”, relata Pérez. Asegura que el Seprona sí ha visitado las obras, aunque no “entienden” que no hayan acudido con un biólogo que certificara las afecciones a la viborina en las zonas donde está levantando las vallas la empresa subcontratada.
Las evidencias
Sobre el conjunto de las obras indica que es un proceso judicializado, aunque lamenta que “la justicia por desgracia va muy lenta”. Tal y como señala, en esta construcción hay “dos evidencias”, por una parte, que no hay estudio de impacto ambiental, ante lo que denuncia que la propia ley de evaluación ambiental considera como nulos los proyectos que no siguieron el proceso de evaluación ambiental.
Por otra parte, “el condicionante de la viborina triste”, que es una especie que no se puede trasplantar a no ser que la causa sea de interés general. Tal y como asegura pese al comienzo de las obras, a ellos, que están personados en el expediente, no les han llegado ninguna notificación de que se haya resuelto el permiso para trasplantar a esta planta. Ese permiso en todo caso lo daría el Cabildo de Tenerife. “Nosotros entendemos que están vallando todo porque esperan tener el permiso en breve”, comenta. Para poder transplantarla será necesaria la declaración de interés general de la obra.
La reunión
En medio de toda esta situación, este viernes el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, se ha reunido con el alcalde de Adeje, José Miguel Fraga, y con la presidenta insular, Rosa Dávila para abordar el futuro de la construcción. Sin embargo, Fraga ha asegurado que "no hay otro camino que la continuidad del proyecto de Cuna del Alma",
Ha defendido que "lo más importante" es que Cuna del Alma ha pasado "todos sus trámites" a lo largo de 30 años de procesos y que la posición del Consistorio no es otra que seguir el camino, de forma que se descarta como solución la compra de los terrenos: "No sería una solución, habría que ir a la libre concurrencia", ha alegado. También ha argumentado que no hay financiación suficiente en el consistorio para adquirir las parcelas. Ha agregado que Cuna del Alma es un proyecto que no tiene licencia de obra, si bien cuenta con la calificación turística que se requiere, de forma que en la actualidad el proyecto está sumergido en fase de urbanización para que el propio suelo adquiera condición de solar.