Vistas desde el guachinche / GUACHINCHE EL MIRADERO
Vistas desde el guachinche / GUACHINCHE EL MIRADERO

El guachinche que arrasa en Tenerife: comer con vistas al mar y al Teide por menos de 20 euros

Este guachinche honra la cocina casera con una propuesta sencilla pero contundente. Un homenaje al sabor de siempre, al fuego lento y a la materia prima local

Irene Cartaya

Actualizada:

En lo alto de una ladera, donde la naturaleza canaria se funde con el horizonte del Atlántico y la silueta majestuosa del Teide, hay un lugar que no aparece en las guías turísticas tradicionales, pero que se ha ganado, plato a plato, el favor del boca a boca.

A medio camino entre lo rural y lo mágico, entre el olor a brasa y el susurro de las viñas, este guachinche ha logrado algo poco común: unir la esencia de la gastronomía tradicional con una experiencia que apela a los sentidos.

Un guachinche con alma

En la parte alta de Icod de los Vinos, en la localidad de Llanito Perera, se esconde el Asador Guachinche El Miradero, un enclave que honra la cocina casera con una propuesta sencilla pero contundente. Más que un restaurante, es un homenaje al sabor de siempre, al fuego lento y a la materia prima local.

Con una estética rústica y acogedora, El Miradero se alza como un refugio gastronómico entre jardines y viñedos, donde cada mesa tiene como telón de fondo una panorámica que enamora. Aquí, comer no es solo saciar el hambre: es regalarse un momento de desconexión.

Cocina casera con carácter

La carta del Miradero está pensada para compartir, para disfrutar sin prisas y para recordar que, a veces, lo más sencillo es lo más sabroso. Sus entrantes abren el apetito con propuestas típicas como el queso curado, las croquetas caseras o la ropa vieja, que llega a la mesa como un guiño a la abuela.

Pero el alma del lugar está en sus brasas. El aroma del lomo a la parrilla, el entrecot jugoso o la parrillada de cerdo despiertan los sentidos incluso antes de llegar al plato. Todo cocinado con un punto exacto y ese sabor a campo que solo se consigue cuando hay respeto por el producto.

Ideal para ir en familia

Más allá de su propuesta culinaria, El Miradero destaca por su entorno familiar y su atención al detalle. Cuenta con amplias zonas exteriores, terrazas donde corre la brisa del norte tinerfeño y una zona de juegos para que los más pequeños se entretengan.

En días grises o ventosos, el salón interior, cálido y luminoso, asegura la misma experiencia sin renunciar al confort. Todo ha sido pensado para que el visitante se sienta como en casa, sin perder el encanto de estar en un lugar especial.

Postres y vino de la casa

El final de la comida en El Miradero no se improvisa. Los postres caseros tienen protagonismo propio: el polvito uruguayo —un clásico que aquí alcanza nivel de culto— y unas natillas suaves y cremosas cierran el menú con dulzura.

Para acompañar, el vino de cosecha propia fluye con generosidad. Servido a granel, tanto blanco como tinto, este vino local potencia los sabores sin encarecer la cuenta, y recuerda que aquí todo gira en torno a lo auténtico.

Vistas que impresionan

Uno de los mayores tesoros de este guachinche no está en la carta, sino en el paisaje. Desde sus terrazas se puede contemplar una de las vistas más espectaculares de Tenerife: el azul infinito del océano Atlántico se encuentra con la imponente silueta del Teide, creando una postal viva que cambia con la luz del día.

Y todo esto, sorprendentemente, por un precio que parece sacado de otra época: comer aquí cuesta menos de 20 euros por persona, y con un poco de cabeza, incluso menos de 15. Raciones generosas, ambiente distendido y una atención cercana convierten la visita en una experiencia redonda.

¿Cuándo puedes visitarlo?

Este rincón de sabor y calma abre sus puertas solo algunos días a la semana, lo que lo convierte en un plan perfecto para escapadas de fin de semana o celebraciones improvisadas.

Su horario es de jueves a domingo de 13:00 a 17:00 horas y se encuentran en la calle Hoya Canales, 7. 

Una joya gastronómica

Asador Guachinche El Miradero no es solo un lugar donde comer bien. Es un espacio donde el tiempo se ralentiza, donde el entorno habla tanto como el plato y donde cada visita se convierte en un pequeño ritual.

Ideal para familias, parejas o grupos de amigos que buscan algo más que llenar el estómago. Aquí se viene a disfrutar de la gastronomía canaria con vistas de postal, a brindar con vino local y a recordar por qué lo auténtico nunca pasa de moda.