“Llevo 20 años trabajando en Ideo. He pasado por muchos cargos y puestos, pero esta situación no la había vivido jamás”, comenta a Atlántico Hoy la trabajadora del Centro de Internamiento Educativo para Menores Infractores (CIEMI) Valle Tabares.
En una jornada sí y en otra también se repiten los mismos patrones. “El pan de cada día es recibir insultos y amenazas. El 95% de mis compañeros ha sido agredido verbalmente”, indica Patricia, añadiendo que ir a trabajar supone “ir a sufrir y a pasarlo mal”, enfrentando cada jornada el miedo, “con preocupación y con un nivel de estrés exagerado”.
Falta de personal
Actualmente en el CIEMI Valle Tabares trabajan 22 personas en cada turno, “cuando debería haber un mínimo de 27”, para atender a un total de 92 menores y jóvenes. “Cada vez hay más menores ingresados y cada vez hay menos personal educativo”, destaca.
Según comenta, el pasado año se desarrolló un proyecto piloto con el que se pretendía contratar a monitores auxiliares, con el fin de que los educadores pudieran dedicarse a sus funciones propias, “pero en junio se canceló este proyecto, aún no sabemos por qué, y se ha notado la falta de estos monitores”.
Inseguridad
“No podemos hacer un trabajo de calidad”, recalca. Nos dice que la empresa tampoco está contratando personal para el seguimiento de protocolos, como los relacionados con conductas suicidas. “Había 22 protocolos activados, eso significa un educador por protocolo. No nos dan los números”.
“Hemos tenido personal que ha tenido que supervisar cinco y seis protocolos al mismo tiempo. ¡Es imposible! Tampoco se puede garantizar la seguridad ni del personal ni de los propios menores”, destaca.
Agresiones
“Entre un 40% y un 45% de los trabajadores del CIEMI Tabares han sufrido agresiones físicas”, apunta la trabajadora. Puñetazos y empujones son las principales ataques que han experimentado en carne propia.
“Hemos evitado ser agredidos con otro tipo de objetos porque al revisar las habitaciones hemos encontrado cepillos de dientes manipulados, con uno de sus extremos convertido en pincho. Hemos encontrado armas en las habitaciones fabricadas por ellos”.
Denuncias
“En los grupos de convivencia -que también son una medida judicial, pero más abierta-, también sufren agresiones, pero ahí no tienen personal de seguridad”, expone Patricia Pérez, acentuando que las denuncias a Inspección de Trabajo por parte de los empleados de Ideo son contínuas, “casi una por semana”.
“Tenemos la sensación que, como las multas se pagan con dinero público, ni les duele ni les interesa solucionar el problema”, opina.
Vigilancia
El cómputo de los profesionales del centro se enfrentan a problemas tanto a nivel laboral como a nivel de seguridad. Hace casi un mes, tres vigilantes del centro de menores fueron agredidos por un grupo de jóvenes internos. El resultado fue grave: uno está pendiente de ser operado de un ojo y corre el riesgo de perder la vista, mientras que el otro sufrió una conmoción cerebral.
Javier Montesdeoca, secretario de organización de la Federación de Trabajadores de Seguridad Privada, insiste en la inseguridad existente. Ante estos sucesos y otros anteriores consideran que es importante revisar la efectividad de los protocolos de seguridad, y hacerlo contando con la participación de las personas que profesionalmente enfrentan las situaciones recogidas en tales protocolos.
Movilizaciones
Este próximo lunes, 7 de julio, convocados por USO-Canarias, el personal de los CIEMES de las Islas se movilizarán tanto en Tenerife como en Gran Canaria para denunciar la inseguridad y la precariedad laboral en estos centros, así como en los recursos de medio abierto, que padece el personal de seguridad, educativo, técnico y de intervención directa.
Añade Patricia Pérez, quien también es la presidenta del comité de empresa del sindicato USO Canarias, que se ha solicitado una reunión a la consejera de Bienestar Social,del Gobierno de Canarias, Candelaria Delgado, máxima responsable de todo lo que atañe a Menores.
“La consejera nos deriva a que nos reunamos con Ideo, con la dirección del centro. Con la dirección del centro tenemos colaboración absoluta y nos consta que ellos hacen todo lo que pueden. Ya no sabemos qué más hacer o cómo arreglar este problema”, remarca.