Ya ven. Hay que divertirse descubriendo los cimientos de lo que hoy es un acontecimiento que mueve masas; la gastronomía. Yo recomiendo a obsequiar algún libro de historia de la cocina. Bien es verdad que no hay abundancia de textos divulgativos, aunqué sí suficientes como para ir adentrándonos en materias que a buen seguro nos alegrarán, nos darán un rato bueno redescubriendo de dónde viene tal o cual uso o costumbre en los asuntos del yantar.
Al margen de la evolución en los fogones, podemos divertirnos con curiosidades de aquellos “accidentes” que derivaron en especialidades universales –algunas asociadas a la comida rápida- y atlanticohoy.com refresca algunos algunos para “hacer boca”.
Corn Flakes. William y John Kellogg buscaban un alimento liviano para vegetarianos, pues ambos tenían experiencia en nutrición y salud, y su objetivo era un sustituto del pan común, lo que les llevó a hacer ebullir el trigo para la masa. Pero se les pasó el tiempo de cocción y estuvo hirviendo demasiado tiempo, por lo que se separó en escamas planas y grandes. Luego utilizaron maíz en vez de trigo y le agregaron azúcar. Esta experimentación con diferentes sabores dulces hizo que John dejara la compañía cerca de 1920, argumentando que iba exactamente al contrario del propósito inicial.

El queso. Cuenta la leyenda, similar a la del yogur, que tuvo su origen entre el 8.000 y 3.000 a.C. cuando se domesticaron a las ovejas. Un mercader árabe llevaba leche utilizando el estómago de un cordero como envase, sometido durante un largo viaje a las altas temperaturas del desierto, la leche se cuajó y fermentó convirtiéndose en el primer queso de la historia. Muy similar fue el descubrimiento del queso Roquefort, todo un símbolo gastronómico.
Yogur. Existen pruebas de productos lácteos hace 4.500 años. Los primeros fueron de fermentación espontánea, por acción de alguna bacteria del interior de las bolsas de piel de cabra. Se puede considerar como el primer alimento probiótico.

En definitiva, la manipulación de ingredientes a lo largo de la historia ha dado de sí “inventillos” y trucos que han animado cocinas y a comensales. Las salsas del medievo, los grandes nombres de la cocina profesional incipiente, esas que terminaron en emblemas coquinarios de la Humanidad.
Crean que en mi caso, cuando me dediqué a profundizar en el periodismo dedicado a la gastronomía, y de eso hace años ya, llegué a embelesarme con ese ratito que dedicaba a un capítulo: el tratamiento de las carnes en el medievo, la creación de los suflés, las especias, las brigadas de los primeros restaurantes profesionales, la entrada en escena de la crítica gastronómica,…Para culminar, recordar al emblemático gastrónomo francés Curnonsky que consideraba inrreconciliables los adverbios rápido y bien cuando se asociaban a la comida. Escribía al respecto: “Es una verdad constatada que el tiempo no respeta a lo que se hace sin él”.