Insular Canarias de Bebidas (Incabe) -distribuidor exclusivo de la marca en el Archipiélago- está impulsando esos fantásticos “vestigios” de botellas y latas para los aficionados a guardar diseños que rememoran etiquetas de algunos de los hitos más destacados de Heineken hasta la estrella roja de cinco puntas.

1953 | AH
Sabemos por experiencia que cualquier empresa, proyecto o hito humano, su evolución en definitiva, se puede entender desde el origen y lo que se va asentando a lo largo de la Historia. Siglo y medio después de que Gerard Heineken arriesgara todo lo que tenía para fundar su pequeña cervecería en Ámsterdam (Holanda), la marca es hoy una de las más consumidas del planeta.

Geraard Heineken | AH

Evidentemente, las etapas de una actividad cervecera se pueden segmentar en imágenes y acontecimientos y, en el caso de la firma cervecera holandesa, cuatro momentos clave condensan un compromiso por la excelencia. La primera etiqueta de 1873 dio paso a su notoriedad al obtener el Grand Prix de la Exposición Universal de París, en 1889.
Su expansión comercial por el mundo se afianzó, imparable, a partir de 1950 y la primera versión de la impactante estrella roja arrancaría en 1953; todo un reconocimiento al empeño de Freddy Heineken (cuarta generación de la familia fundadora) que mejoró la imagen de la marca hasta hacer de la estrella un verdadero icono reconocible en los cinco continentes.

1950 | AH
¿Dónde radicaba esa “magia” antes citada? Previo a que se conociera la existencia de las levaduras se creía que elementos mágicos provocaban que esos ingredientes adquirieran juntos una dimensión superior: una bebida irresistible.
¡La innovación! Los coleccionistas denotarán cómo se transforma una forma de entender la cerveza y así se constató desde el pistoletazo de salida. Los protagonistas de esta etapa inicial fueron los miembros de una familia de inmigrantes alemanes que había hecho fortuna con el comercio de quesos y mantequilla en la ciudad de los canales.

La economía de Holanda, que había sido tan boyante antaño, se tambaleaba estrepitosamente y la mitad de la población de su capital vivía en la indigencia. Los bares de la época eran sitios oscuros y lúgubres, y por entonces las bebidas que más se despachaban eran la ginebra y el whisky.
Aquella decadencia se había llevado por delante a muchas fábricas, incluida la mayor cervecera de la ciudad: Haystack. Sus instalaciones estaban a la venta y podían haberlo estado durante mucho tiempo si no hubiera sido porque, en 1864, Gerard Heineken decidió invertir toda la herencia de su padre, que acaba de morir. Estaba convencido de que la cerveza era la bebida del futuro.
Como en Holanda no había mano de obra experta, Gerard contrató a un grupo de alemanes que se instalaron en su fábrica. Rodeado de los mejores cerveceros bávaros, en 1873, sacó al mercado la primera Heineken de baja fermentación.

El científico y su ayudante habían revolucionado el mundo cervecero al identificar la levadura Lager bajo el microscopio y demostrar que era un ser vivo que no se originaba espontáneamente. Su descubrimiento sirvió para controlar el proceso de fermentación del mosto cervecero.
Una de las etiquetas dela edición limitada distribuida por Incabe recupera la de 1889, cuando Heineken ganó el Grand Prix de la Exposición Universal celebrada en París. La torre Eiffel se construyó como arco de entrada de la feria pero Heineken había llegado mucho antes a la capital francesa y podía beberse.

1889 | AH
La vocación exportadora marcó la evolución de la compañía desde el inicio. Primero se expandió por sus países vecinos y luego avanzó sobre el continente europeo. Durante la etapa del hijo del fundador, Henry Pierre Heineken (que dirigió la empresa desde 1917 hasta 1940) se perfeccionaron técnicas que permitieron producir a gran escala sin pérdida de calidad.

Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la empresa se centró cada vez más en la exportación. El 8 de diciembre de 1933 se produjo el desembarco en EE UU y habían pasado solo tres días desde la derogación de la Ley Seca, que prohibió durante 13 años la venta de alcohol. Nueva York, que recibió el primer barco cargado hasta los topes, convirtió a la marca es una de las cervezas de importación más exitosas de Norteamérica.
En 1947, Heineken inaugura una fábrica en Indonesia, abriendo así la puerta a su expansión asiática. La edición limitada que ahora sale a la venta en Canarias recuerda esta etapa de internacionalización. Fecha en 1950 el cruce de fronteras que marcó el punto de inflexión definitivo entre la empresa familiar con ramificaciones internacionales y la corporación mundial, líder del segmento premium, que es hoy.

1873, el origen | AH
La cuarta generación de la familia fundadora al frente de la compañía estuvo representada por Alfred Heineken, que la dirigió desde 1940 hasta 2002. La edición limitada para coleccionistas que lanza ahora Insular Canaria de Bebidas recupera la etiqueta utilizada en el mercado holandés hasta 1954 como homenaje al empresario, que convirtió la empresa de su abuelo en un gigante planetario.

