Durante siglos, han pasado de generación en generación como un tesoro silencioso. No brillan en escaparates de lujo ni son tendencia en la península, pero en Canarias tienen un valor que va más allá de lo estético.
Su diseño se ha mantenido casi intacto desde tiempos remotos, desde la conquista de los castellanos en el siglo XV, y su presencia en el día a día canario —desde las fiestas hasta los trajes tradicionales— es prueba viva de un legado que perdura. Esta joya, a menudo desconocida fuera del Archipiélago, forma parte de la historia íntima del pueblo isleño.
Una historia milenaria
El uso de pendientes como ornamento tiene raíces tan profundas como la propia historia humana. Ya en la antigua Mesopotamia, hace más de cinco mil años, las mujeres lucían zarcillos con forma de media luna como parte de su indumentaria diaria. En la ciudad de Ur, se han hallado ejemplares que evidencian la antigüedad y la delicadeza de esta costumbre.
La joya que hoy forma parte del imaginario canario nació de esos mismos modelos. Con el paso de los siglos, su diseño fue viajando por el Mediterráneo hasta anidar en el corazón del Atlántico. Fue durante la época de la conquista cuando esta tradición se consolidó en las islas.
@justpauula La historia de estas argollas Canarias tan preciosas es sin duda un misterio.🇮🇨❤️ Las joyas son de @lya.las.palmas No puedo estar más contenta, mil gracias!!!
♬ sonido original - Paula Ruiz
Evolución y permanencia
Conocida como argolla canaria o “de media luna”, esta joya destaca por su diseño sencillo, su simbología ancestral y su vínculo con la identidad isleña. Se trata de unos aros semicirculares, generalmente en oro, que al cerrarse dibujan una delicada roseta con filigrana. Aunque también existen modelos en plata u otros metales, la versión dorada sigue siendo la más reconocida.
Esta joya no es una simple moda pasajera. Ha sido transmitida de madres a hijas, adaptándose a los tiempos sin perder su esencia. Desde los trajes típicos hasta las bodas, bautizos y celebraciones, las argollas canarias han estado presentes en los momentos más importantes de muchas familias.
Una pieza con muchas formas
Dentro de la tradición canaria, existen varias versiones de estos pendientes. Además de las argollas clásicas, se encuentran los aretes en forma de S, los zarcillos de gota o las argollas de lazo, estas últimas mucho más elaboradas y caras. Todas comparten un mismo hilo conductor: su origen popular y su fuerza cultural.
El Museo de Historia y Antropología de Tenerife ya dedicó una exposición exclusiva a los zarcillos en 2008, resaltando su valor antropológico y su papel como símbolo de la feminidad canaria.
Hoy, siguen presentes en joyerías, ferias de artesanía y escaparates tradicionales. Pero sobre todo, en las mujeres que, con orgullo, mantienen viva una joya que no es solo adorno, sino herencia viva.