De tierras andinas
llegaron del otro lado,
ya eran antiguas,
Cinco, seis, siete mil años.
Desde el siglo dieciséis,
los canarios la sembraron,
la semilla siempre fue,
el legado, del canario.
Es de medianías
un cultivo de secano,
agricultura familiar,
con la yunta y el arado.
En tierras de polvo,
en tierras de barro,
tempranas o tardías,
o de risa asomando.
Más de cien distintas,
veintinueve son antiguas,
es la Papa Canaria,
ya de origen protegida.
Con alma indígena,
con cuerpo canario,
surcando va él,
y ella va sembrando...
Chagüey!!!
Entre papá y pie, al paso,
de la guanera un fisco guano,
el boyero otra vez:
Chagüey!!!
Vuelta la huerta/repunta el muchacho,
alistando tras la abuela
su hermano.
Al tiempo asachar,
luego azufatar,
ni trazas, ni lagartas,
ni cenizas.
El hombre sacha
y ella la apaña,
grandes, menudas y semillas,
picadas, bichadas y las grillas.
Del cesto al cereto,
de la raposa al saco,
trincando por las garzas
al hombro del canario!!
La negra de Tenerife,
favorita al paladar,
consistencia y sabor dulce,
en la mesa es un manjar.
Papas bonitas tengo,
tengo que arrugar,
un fisco de condute,
para acompañar.
Pa un caldo o potaje,
la londrera o la liria,
blando paladar,
suave maravilla.
Buena moza o palmera,
bonita, colorá,
peluca roja, corralera,
y haragana también hay.
La negrita del Hierro,
gobernadora de Gomera,
negra yema huevo,
blanca azucena..
Si la mesa fuera el cielo,
el gofio sería el sol,
la luna sería el queso,
el vino constelación,
la galaxia el puchero,
meteoritos, mojo picón,/las estrellas y el lucero,
¡nuestras papas cómo no!
Gracias y que el ¡Gofio te acompañe!
Autor: Francisco Zamora de la Rosa