Reflexiones impopulares

El CD Tenerife debería construir el proyecto 19-20 desde una reflexión global

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Celebración CD Tenerife
Celebración CD Tenerife
El Heliodoro festejó el triunfo ante el Oviedo con más alivio que entusiasmo. Y hay razones: la temporada, si se logra una permanencia que a día de hoy parece sólo cuestión de tiempo, invita más a reflexionar que a festejar. Porque la victoria debe celebrarse como se merece, pero no ocultar los errores que han provocado un curso cuanto menos decepcionante, una campaña que exige cambios, pero no una revolución. Y tampoco decisiones precipitadas más ligadas al corazón –o la visión reciente– que a la realidad.

En un mundo como el del fútbol, cada vez más tendente a interpretar el balance global en función del último recuerdo, igual habría que hacer algunas precisiones, por muy impopulares que sean. El partido de este domingo, por ejemplo, invita a renovar a Héctor o Carlos Ruiz y a hacer contrato vitalicio a Suso, tipos capaces de jugar a buen nivel –o muy buen nivel– en circunstancias adversas. Y en el caso del capitán, incluso con la cara rota y un dolor profundo. Sin embargo, un análisis global de la temporada ofrece otra perspectiva.

Así, un estudio general del rendimiento de Suso obliga a concluir que, más allá de su gran papel ante el Oviedo, sí se ha ganado un hueco en el Tenerife 19-20. Sin embargo, el curso no avala a Héctor, artífice de una mala primera vuelta y que hasta el domingo, pese a haber jugado trece partidos, sólo presumía de una victoria como blanquiazul: el 2-0 al desahuciado Nástic. Y las cifras de Carlos Ruiz no son mejores: el Tenerife sólo ha logrado dos victorias –ante el Cádiz en la primera vuelta y el domingo frente al Oviedo– en sus 18 partido como titular.

Héctor enlazó buenos partidos en el inicio de la segunda vuelta y Carlos Ruiz fue vital en la remontada ante Las Palmas y marcó contra los asturianos, pero su rendimiento individual y su peso en el equipo no invitan a la renovación. Y en el caso del central, duele decir eso de un profesional ejemplar, con el que se puede ir a cualquier guerra porque jamás te dejará tirado. Eso sí, nada invita a pensar que alguno de los dos pueda tener un papel relevante en un Tenerife 19-20 que debe nacer con la idea de moverse en la zona media-alta de la tabla.

Dicho esto, aclaro otra cuestión, aún tendría menos sentido prescindir de Carlos Ruiz y dejar hueco en el Tenerife 19-20 a Mauro dos Santos; o no renovar a Héctor y mantener en la plantilla a Isma López. O lo que es lo mismo: la injusticia no sería dar salida a dos héroes del partido ante el Oviedo, sino premiar a dos fichajes de Víctor Moreno con contrato hasta 2021 con fichas astronómicas... y cuyo mal rendimiento es el que provoca la sensación de atropello. Y es que el partido ante el Oviedo reflejó el fracaso del nuevo director deportivo en el mercado de invierno.

El Tenerife, esto no puede ocultarse, se jugó la vida –con éxito– sin sus cinco refuerzos invernales después de que algunos de ellos parecieran jugar por decreto en las jornadas precedentes. Sin embargo, también creo que el sonoro suspenso de Moreno en su primer examen no debería provocar su destitución. Su trabajo va más allá del error en varias contrataciones y entiendo que debería ser el constructor del Tenerife 19-20, aunque el fracaso cosechado en el mercado de invierno y la mala relación que se ha granjeado con el vestuario invitan a no darle carta blanca.

Una catarata de datos, un power-point y un puntero láser no deberían dar un poder absoluto a Moreno y nublar la visión de Miguel Concepción... por muy reforzado que haya salido el presidente de la victoria ante el Oviedo y de la manifestación previa destinada a pedir su dimisión. Y no, aunque el Tenerife logre la permanencia y se pueda despedir el curso con buenos partidos, la gestión desarrollada este curso en el ámbito deportivo por el presidente y sus colaboradores debería invitar a una sincera autocrítica y a la reflexión.

Porque esa es otra de las paradojas que deja el partido del domingo: una protesta 'masiva' de las peñas –fomentada desde algunos medios de comunicación por tierra, mar y aire tras ser alimentada por algún político irresponsable– se saldó con la presencia de ¡doscientos aficionados! Y con una sensación de que el presidente no sólo goza del apoyo casi unánime de los accionistas, sino también de los aficionados. Llámenme malpensado, pero empiezo a sospechar que la 'manifa' la organizó el propio Miguel Concepción.

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