Mejorar la conservación de las papas, un reto que debe afrontar Canarias

Aumentar la producción, generar semillas de variedad blanca y renovar las cámaras de conservación son tres posibilidades para evitar el problema actual de la papa en el archipiélago

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Agricultor con sus papas / UNSPLASH
Agricultor con sus papas / UNSPLASH

“En Canarias no necesitamos producir papas durante todo el año, necesitamos mejorar las técnicas de conservación”. Domingo Ríos Mesa, jefe del Servicio Técnico de Agricultura y Desarrollo Rural del Cabildo de Tenerife, explica que en los últimos 15 años los sistemas para preservar este alimento tan importante para los canarios han avanzado a pasos agigantados. “Con las cámaras clásicas las papas pueden llegar a aguantar dos o tres meses y con unas más modernas llegan hasta a los cinco o seis sin perder gran parte de su calidad y cualidades nutritivas”, asegura. 

Además de lo anterior, Ríos Mesa también pone sobre la mesa otras dos posibles soluciones para que, aunque se siga importando la papa del exterior, el archipiélago pueda hacer frente a situaciones como el supuesto desabastecimiento actual. “Con las técnicas de conservación y mejorando las fechas de siembra y recolección —impulsando un mes tanto hacia delante como hacia atrás— podríamos casi cubrir todo el año o, al menos, nueve o diez meses fijos”. A esto añade la necesidad de “producir un porcentaje de semilla de las variedades blancas —en Canarias ya lo hacemos de la papa de color— que es la que se importa de Reino Unido”. 

Cosecha

“Es cierto que las hectáreas cultivadas han disminuido en los últimos 40 años, sobre todo en las medianías”, confirma, “y hasta los años 80 exportábamos papa a Reino Unido porque el mercado inglés era nuestro destino principal con variedades como King Edward (Quinegua)”. Pero el también profesor de la Universidad de La Laguna apunta que “tradicionalmente nunca se ha tenido papa en esta época, ni ahora ni hace treinta años”. Entre septiembre y diciembre, el archipiélago cuenta con papas de importación, “es algo histórico”. 

En las islas normalmente hay dos cosechas, “aunque pueden llegar a haber tres”. Plantaciones en diciembre, enero, febrero —como máximo en marzo— que se recogen en abril, mayo y, sobre todo, junio. “A partir del 15 de julio en adelante es muy raro tener cosecha”, explica el jefe del Servicio Técnico. Llega entonces la segunda, en verano, “esta se siembra con las papas que producimos en la primera época, entre el 15 de julio y el 15 de agosto, fundamentalmente en las zonas altas del sur de Tenerife y, principalmente Vilaflor”. 

Papas arrugadas / CABILDO DE GRAN CANARIA
Papas arrugadas / CABILDO DE GRAN CANARIA

Conservación

Esta segunda plantación se recoge entre diciembre y enero, “y ahí empieza a haber un choque entre la importación de octubre, noviembre y diciembre porque la papa que se produce en el sur coincide cada vez más con la importación de papas de Inglaterra —que todavía mantiene su calidad—”, apunta. 

Regresa, entonces, al punto clave: la conservación. “Si coges en junio la papa y la aguantas hasta septiembre con las técnicas más clásicas de mantenimiento, normalmente se puede sobrellevar más o menos bien”. Sin embargo, es una papa que ha estado en cámaras antiguas y desde el momento de la cosecha hasta septiembre la calidad agroalimentaria ya no es la misma. “Empieza a venir, entonces, la papa de Reino Unido que es tardía porque se recoge en septiembre, así que el producto de origen británico es una papa fresca”. 

Sequía 

“Lo normal es que en septiembre tengamos todavía papa de la cosecha de junio, lo normal es que en septiembre se empiece a pensar que mejor no importar porque aún queda papa”. Sin embargo, a finales de marzo de este año hubo una ola de calor en las medianías de Tenerife y Gran Canaria. La primera isla tiene mayor producción —y una buena parte de secano— frente a la mayoría de regadío de la segunda. 

“En ese momento, las temperaturas superaban los 30 grados pero, además, con un 15% de humedad, es como poner un secador encima de las plantas de papas”. Ríos Mesa aclara que se perdió mucha cosecha, “pues la cubierta vegetal externa, la rama de la papa, se quedó pequeña”. Asimismo, al calor se añadió un 42% menos de lluvia, “una sequía brutal comparada con los últimos cinco años”, concluye. 

La situación

El 25 de agosto de este año, Juan Luis Pulido, presidente de la Asociación de Importadores de Papas de Gran Canaria (ADIPA) advertía de un peligro de desabastecimiento de papas en todo el archipiélago. “En el mes de febrero se detectan unas larvas de escarabajo en un campo de cultivo del condado de Kent (Inglaterra). La EPO, que es una organización que informa de plagas en Europa, advierte al Gobierno de España de dicha plaga, inmediatamente el Ministerio actuó y ahora mismo nos vemos en esta tremenda situación”, aseguraba Pulido. “El Ministerio tiene que determinar si se pueden traer las papas o no. El problema es que se introduzca ‘el bicho’ en Canarias”.

Desde el Gobierno de Canarias, por su parte, explican que “la prioridad ahora es que no entre esta plaga en Canarias porque sus efectos serían mucho más perjudiciales que la situación que estamos viviendo actualmente de escasez de este tubérculo”, comentó el titular de Agricultura, Narvay Quintero. Así, se barajan medidas de control como el lavado de las papas, su embolsado en sacos nuevos en cooperativas agrícolas —no en el campo— y un seguimiento exhaustivo de la trazabilidad con información detallada de su origen, entre otras acciones.

El consejero afirmó que Canarias no se encuentra desabastecida de papa, sino que existe producción local y otra procedente de países que no sufren los efectos de esta plaga como Egipto, Israel o Dinamarca, y criticó “que se especule con un producto como este, tan esencial para la alimentación de los canarios y canarias”.