Octubre trae consigo una situación ya conocida en los mercados del Archipiélago: el precio del aguacate vuelve a subir hasta cifras que sorprenden incluso a los consumidores más acostumbrados. El kilo del fruto ha llegado a alcanzar los 15 euros en supermercados de Tenerife y entre 11 y 12 euros en otras islas, cifras muy por encima de las registradas en la Península.
Mientras en Mercamadrid ronda los 4 euros el kilo, en Mercatenerife o Mercalaspalmas se mueve entre los 7 y 12 euros, según los últimos datos. Pero, ¿por qué un producto tan habitual en la dieta canaria tiene precios tan elevados justo en las islas donde más se consume?
Un mercado protegido
El primer motivo tiene nombre y fecha: la orden del 12 de marzo de 1987, que establece las normas fitosanitarias de importación y tránsito de productos vegetales en Canarias. Esta normativa impide que entren aguacates frescos de fuera del Archipiélago, una medida diseñada para evitar la entrada de plagas y enfermedades agrícolas que podrían afectar a los cultivos locales.
Sin embargo, esta barrera sanitaria también tiene una consecuencia directa: limita la oferta disponible en el mercado interior y encarece el precio del producto. En la Península, por el contrario, se comercializan tanto aguacates nacionales como importados, lo que reduce los costes y amplía la disponibilidad.
El fin de la temporada
El segundo factor que explica la subida está en el calendario agrícola. Durante los meses de verano, sobre todo en julio y agosto, la variedad Hass, la más demandada por su textura y sabor, termina su cosecha, lo que deja al mercado con escasas existencias.
En este periodo, el aguacate se convierte en un producto de escasez y alto valor, lo que dispara su precio hasta el doble del habitual. Según Asaga Canarias, la bajada no se nota hasta noviembre, cuando llegan las nuevas cosechas de las variedades locales y el mercado recupera su equilibrio.
Subidas recurrentes cada año
Esta situación se repite cada temporada. El año pasado, por ejemplo, el kilo del aguacate también se situó entre 13 y 15 euros, y comprar solo dos piezas podía superar los cinco euros. Aunque el fenómeno es temporal, cada año genera malestar entre consumidores y restauración, especialmente porque el aguacate se ha convertido en un alimento básico en la cocina canaria moderna.
La alta demanda y el descenso de la oferta hacen que los precios se mantengan elevados durante varias semanas. Solo cuando llega la nueva campaña de producción local los valores comienzan a estabilizarse.
Impacto en la hostelería
La carestía del aguacate también afecta al sector de la restauración. En 2023, numerosos bares y restaurantes optaron por retirar temporalmente el aguacate de sus cartas o aumentar el precio de los platos que lo incluían, como la popular guasacaca de las arepas o las ensaladas tropicales.
En algunos casos, los chefs buscaron alternativas locales para sustituirlo en salsas y acompañamientos, aunque muchos reconocen que su textura cremosa y sabor neutro son difíciles de reemplazar.
Un producto de lujo temporal
El aguacate canario sigue siendo un producto apreciado por su calidad, pero su producción limitada y la imposibilidad de importar hacen que, durante parte del año, se convierta prácticamente en un lujo gastronómico.
La buena noticia es que, si se cumplen las previsiones, los precios deberían comenzar a bajar en noviembre, con la llegada de nuevas cosechas de aguacate Hass y Fuerte, variedades que abastecen el mercado local y devuelven el equilibrio al bolsillo de los consumidores. Hasta entonces, quienes quieran disfrutar de este fruto deberán hacerlo con moderación o buscar alternativas, mientras esperan que el otoño traiga no solo lluvias, sino también una rebaja en el precio del aguacate en Canarias.