El movimiento estratégico de Alsa en Canarias ya no es una mera operación de crecimiento empresarial, sino un reposicionamiento profundo dentro del ecosistema de la movilidad insular. La adquisición del Grupo 1844 el pasado año no solo le permitió absorber una parte significativa del transporte discrecional del Archipiélago: también la situó, silenciosa pero firmemente, en la parrilla de salida del próximo gran contrato público que marcará el futuro de la movilidad terrestre en Gran Canaria, el del transporte interurbano, previsto para 2027 —aunque la actual concesión a Global puede prorrogarse—. Sin embargo, puede que ese no sea el único trozo del pastel al que aspire.
Alsa ya no es solo una compañía de guaguas. Desde hace años, la empresa asturiana —filial del grupo británico Mobico— ha impulsado una apuesta decidida por el ferrocarril a través de Alsa Rail, su división especializada en la operación de trenes de viajeros y mercancías, sistemas tranviarios y funiculares; el asesoramiento técnico en operaciones, formación o mantenimiento; y la gestión integral de instalaciones ferroviarias, señalización y flota. Un catálogo amplio, transversal y con proyección internacional que la ha llevado a competir por algunos de los grandes contratos que hoy definen la movilidad global.
500 millones en Arabia
Tras aliarse con Eco Raíl para optar a grandes contratos públicos, el último movimiento es significativo. Alsa figura entre las empresas que pujan por una línea de alta velocidad en Arabia Saudí, un proyecto que conectará Riad con Qiddiya, la nueva ciudad de orientación turística que incorpora parques de atracciones y un futuro circuito de Fórmula 1. En la carrera por este contrato —en la que también están Renfe, Talgo, Indra, FCC, CAF, Trenitalia, SNCF o Deutsche Bahn— la compañía española exhibe su músculo ferroviario y completa su presencia en un país donde ya se adjudicó un contrato de 500 millones de euros para operar los futuros autobuses de Qiddiya.

No es el único movimiento de la compañía en el sector ferroviario. Hace un mes, Adif allanaba el camino para dar entrada a Alsa y Eco Rail en las líneas de alta velocidad a Galicia, Asturias y Cádiz —desde Madrid—. La oferta de capacidad marco presentada por el consorcio de ambas empresas contempla hasta 72 nuevos servicios diarios: 32 en la conexión con Galicia, con paradas en Zamora, Ourense y Santiago de Compostela y posibilidad de extender servicios a Vigo, Pontevedra o A Coruña; 24 en el eje Asturias/Cantabria, con paradas en Valladolid, Palencia, León y destinos en Oviedo, Gijón o Santander; y otros 16 en la ruta al sur peninsular hasta Cádiz y Huelva, con parada en Córdoba.
Esta ambición nacional e internacional coincide con un movimiento estratégico en Canarias. La compra del Grupo 1844, formalizada el pasado año, ha permitido a Alsa entrar de lleno en uno de los mercados de movilidad más dinámicos del país. La operación la sitúa en una posición preferente dentro del transporte discrecional y, a la vez, la coloca como un actor a vigilar en el futuro concurso del transporte interurbano de Gran Canaria, previsto para 2027 —posición que genera pánico en Global—.
Nuevo matiz
Pero la coincidencia temporal es especialmente relevante: Alsa desembarca en las Islas justo cuando los Cabildos de Gran Canaria y Tenerife han reactivado los proyectos del tren. Ambos gobiernos insulares han vuelto a impulsar las iniciativas para conectar sus respectivas capitales con las zonas turísticas y aeroportuarias del sur y sureste, un viejo debate que recupera ritmo político y técnico.

En este contexto, la presencia de un operador con experiencia ferroviaria internacional en el Archipiélago introduce un nuevo matiz en el tablero de la movilidad insular. Alsa no ha llegado solo para competir en el transporte por carretera, sino que aterriza con una estructura capaz de operar, mantener y asesorar en sistemas ferroviarios complejos. Y aunque no ha mostrado aspiraciones explícitas en los proyectos de tren canarios, su perfil encaja en un momento en el que las islas estudian dar el salto definitivo a este tipo de infraestructuras.
La compañía fundada hace 102 años en Luarca afronta así una doble vía de crecimiento: refuerza su presencia en un territorio donde el debate sobre el tren vuelve a tomar forma y, al mismo tiempo, se proyecta hacia mercados internacionales de alta velocidad. Y los pasos que está dando en Arabia Saudí y en Canarias indican que está dispuesta a competirlo.

