Viajar es mucho más que ver paisajes o recorrer monumentos. Quienes se lanzan a descubrir nuevos rincones también buscan probar sabores que hablen de la identidad y tradición de cada lugar. Y eso es precisamente lo que ha encontrado National Geographic en un pequeño municipio de la isla de Gran Canaria.
Lejos de los grandes núcleos turísticos y de las ciudades más conocidas, un pueblo enclavado entre barrancos y montañas ha logrado conquistar a los expertos gastronómicos de la prestigiosa revista. ¿Su secreto? Una cocina auténtica y de altura, donde cada plato es un homenaje a las raíces canarias.
@melianwalls En Gran Canaria tenemos uno de los pueblos más bonitos de España✨ #grancanaria #tejeda #canarias #🇮🇨 ♬ sonido original - Pablo Melián
Tejeda: sabor entre montañas
El municipio de Tejeda, abrazado por la imponente silueta del Roque Nublo, es el elegido por National Geographic como el mejor destino para saborear la esencia de Canarias. Sus casas encaladas, sus tejados de barro y sus estrechas calles conservan el encanto rural de antaño, ofreciendo a los visitantes una estampa detenida en el tiempo.
Tejeda no solo enamora por su paisaje: su tradición culinaria es uno de los mayores tesoros de la isla. Platos como el potaje de berros, el caldo de papas o la carne de cabra forman parte del recetario local, donde los productos de la tierra –papas, quesos, vinos, mieles y almendras– son protagonistas absolutos.
Entre los lugares más recomendados destacan La Cueva de la Tea, donde probar las famosas papas a la Bentayga, así como las bodegas Bentayga y Peña Rajada, o las queserías artesanales como Naroy, El Roque, Cuevas del Rey, El Toscón de Tejeda y El Manjar de Tejeda. Todo un recorrido para los paladares más exigentes.
El dulce símbolo de Tejeda
No se puede hablar de Tejeda sin mencionar uno de sus grandes emblemas: la Dulcería Nublo. Fundada en 1946 por Dolores Navarro, esta pequeña dulcería se ha convertido en toda una institución en Canarias. Sus palmeras, con más de veinte sabores diferentes, junto a sus mazapanes, bollos y dulces de almendra, son una parada obligada para quienes quieran llevarse un trocito dulce de la isla.
Tejeda demuestra que, a veces, los sabores más auténticos no están donde más turistas llegan, sino en esos pueblos que siguen cocinando su historia a fuego lento.
