A veces, lo que más merece la pena está justo delante de nuestros ojos. En Canarias se esconden lugares que van más allá de la postal turística. Uno de ellos guarda calles adoquinadas, balcones de madera, plazas renacentistas y un pasado glorioso como enclave clave hacia el Nuevo Mundo.
Hoy viajamos a una ciudad que muchos creen conocer, pero que guarda un tesoro arquitectónico inesperado. Su historia se lee en piedra, en escudos nobiliarios y en los detalles tallados a mano.
Santa Cruz de La Palma
Capital de una de las islas más bellas del archipiélago, Santa Cruz de La Palma es la joya urbana de Canarias. Esta ciudad portuaria, que durante siglos fue uno de los puntos clave en la ruta atlántica, presume de un casco histórico declarado conjunto histórico-artístico, que puede recorrerse cómodamente a pie.
Pasear por sus calles es hacer un viaje en el tiempo. La Casa Sotomayor, la Casa Salazar o la Plaza de España son ejemplos de un pasado esplendoroso que ha sobrevivido a incendios, erupciones y siglos de cambios. Las fachadas exhiben blasones y escudos que recuerdan los días en que Santa Cruz fue puerto imprescindible entre Europa y América.
Tesoros del Renacimiento
En el corazón de la ciudad, la Plaza de España concentra algunos de los edificios más bellos de toda Canarias. Allí se encuentra el Ayuntamiento renacentista y la iglesia de El Salvador, con su elegante pórtico de piedra volcánica y techos de madera labrada. Cerca, la iglesia de San Francisco, Bien de Interés Cultural, mantiene intacto su estilo original.
Las calles están salpicadas de casonas tradicionales, patios interiores y balcones con detalles que recuerdan a la arquitectura colonial de América Latina, pero con el toque propio de la canariedad.
Balcones sobre el mar
La Avenida Marítima nos lleva hasta el corazón costero de Santa Cruz de La Palma. Aquí, frente al Atlántico, las coloridas casas con balcones de madera se han convertido en icono de la ciudad. Data del siglo XVI y aún hoy siguen siendo uno de los rincones más fotografiados de la isla.
En esta zona también se encuentra el Museo Naval, con una réplica a escala de la Santa María, la famosa carabela de Cristóbal Colón. A pocos pasos, puedes subir hasta el Castillo de la Virgen, desde donde obtendrás unas vistas incomparables de la ciudad y el océano.
Gastronomía con identidad
La visita se completa con una parada gastronómica. La cocina palmera tiene sabores únicos: chicharrones con gofio, vieja guisada o las clásicas papas arrugadas con mojo picón. Una forma de saborear la historia en cada bocado.
Porque Santa Cruz de La Palma no es solo un rincón bonito: es una ciudad viva, con alma colonial y corazón canario. Un lugar donde la historia se camina, se fotografía y, sobre todo, se disfruta.