Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife (Las cosas feas de mi casa)

Opinión

Animales fantásticos y donde encontrarlos

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

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Ya lo sé, el título me delata y acabo de contar sin hacerlo que soy un friki de las películas de ciencia ficción con corte más naif y con finales felices, pero no se me ha ocurrido una mejor referencia para expresar lo difícil que es encontrar gente que se identifique con mis valores y que, además, quiera construir un mundo mejor sin pensar en sí mismo y sus beneficios.

¿Por qué lo haces? Me preguntan

Recuerdo el día que una de mis grandes amigas en la actualidad estaba teniendo un problema laboral y decidí poner a trabajar toda mi inteligencia para echarle una mano. No sé si fue mucho o poco lo que hice, pero lo cierto es que lo que le estaba pasando me parecía tan injusto que no pude evitar “poner el grito en el cielo” y, a sabiendas de que las gestiones que hiciera podrían perjudicarme en un futuro, no dudé en implicarme lo máximo posible para ayudarla.

No me siento más valiente ni mejor persona por ello, creo que era lo que tenía que hacer por convicción, por creencias y por valores. La sociedad no avanza si no existen personas que se posicionan de mejor o peor manera, para trabajar en el interés general.

En este caso era mi amiga, pero seguramente tenemos muchas personas a nuestro alrededor que, sin ser un esfuerzo enorme, ni tener que exponerte como yo lo hice, podrías ayudar, podrías construir espacios seguros y de cariño recíproco, a veces, tan solo con escuchar.

Creo que estamos involucionando, perdiendo la visión de comunidad y esto me pone triste. Si nadie lucha por nada, si nadie cree que puede hacer algo más allá que subir un comentario en sus redes sociales, ¿cómo vamos a mejorar la vida de las personas?

Yo quiero morir tranquilo y saber que mi paso por este mundo ha tenido un impacto positivo, por eso lo hago.

La ley del equilibrio

Era el año 2010 cuando fui a una de esas charlas que te inspiran. En aquel momento, escuché a Sergio Fernández, del Instituto del Pensamiento Positivo. Hablaba sobre hacer el bien sin esperar nada a cambio porque de alguna manera te acabaría volviendo. Mi mente forjada en la sociedad tradicional pensó que el señor no andaba muy bien de la azotea e incrédulo seguí escuchando el resto de la charla.

Cuando asistes a una formación o a una conferencia, la información te rebota en la cabeza durante varios días, y la idea de hacer el bien sin expectativas se repetía una y otra vez, acompañada de una reflexión, ¿lo has hecho alguna vez? Me dije a mí mismo: piénsalo, ¿has probado esta teoría, aunque sea sin querer? La respuesta era no. Siempre que había hecho algo era por alguna contraprestación, y no nos equivoquemos, cuando haces algo por tu pareja, amigos o familia, también hay un interés, aunque sea recibir el cariño de vuelta.

La idea me parecía loca y revolucionaria. Tendría que empezar a ayudar a la gente incluso cuando esta no se portase del todo bien contigo, porque el destinatario real de esta acción era tu conciencia.

Te adelanto que al principio cuesta, porque nuestro aprendizaje, que está más enfocado en nuestros beneficios personales y en el ojo por ojo, te distorsiona la visión. Pero en aquel momento descubrí que “practicar la ley del equilibrio” me hacía feliz, me gustaba ayudar a los demás sin esperar nada y no sé si eso me ha traído mejores cosas. Yo creo que sí, pero si no es así, lo que me ha traído es un enorme bienestar personal que me permite descansar a “pata suelta” cada noche. ¿No es eso algo tremendamente positivo?

El boxeo y el gym

Ya sé que lo sabes porque lo pone en el inicio de este artículo, pero soy el presidente de la juventud empresaria de Canarias, además de Secretario de Comunicación de la organización a nivel nacional y miembro del Comité Ejecutivo de CEOE. También soy CEO. De varias empresas y cofundador de otras. El apellido casi que no cabe en LinkedIn, pero de todas las cosas que soy en esta vida, la que más me gusta es ser “Ago”, una persona normal que hace cosas normales.

Les cuento esto porque hace un año que decidí cuidarme un poco en todos los sentidos, y como no puede ser de otro modo, también hacer algo de deporte. Comencé en un gimnasio cerca de casa, sobre todo por la ubicación y el horario. Mira que he estado en centros deportivos en mi vida, pero ninguno como este. No hay una máquina igual que la otra y seguro que si Netflix lo viese, lo usaba como localización para grabar una escena de alguna serie que estuviese enmarcada en alguna cárcel latinoamericana. Por supuesto que lo digo desde el más absoluto cariño. Sin embargo, levantarme por la mañana y pensar en ir, me da mucha paz.

Tiene una explicación, cuando llego está Adriana con la que me echo unas risas y hablamos sin parar de “boludeces”, sí, es que Adri es argentina. Está Yanira, Leti, Alberto, Layla o Jan… sin olvidarme de Luis, el dueño y al que cariñosamente llamo el BOSS. Creo que, en algún momento, esto ha dejado de ser deporte para convertirse en un espacio donde todos nos hacemos bien.

Por las tardes, algunos días a la semana, estoy practicando boxeo con súper Dani. Un deporte que me exige concentración y que me hace ser más humano que nunca. No me pregunten por qué, pero he conectado sin explicación alguna con él, creo que le quiero en mi vida.

Les cuento esto porque quiero que quede claro que, a veces no sabemos que hay personas que nos mejoran la vida sin saberlo. Que siendo ellos mismos son capaces de hacernos bien que es precisamente de lo que hablo hoy, de hacer bien a tu entorno.

La búsqueda

Puede que lo que estoy sintiendo yo con esta gente sea lo que sienten los demás cuando les ayudo, incluso aquellos que no lo valoran, porque están demasiado obcecados con sus objetivos, que se les acorta la visión. Puede que, si lo investigásemos bien, si todos aprendiésemos algunos valores como ayudar mucho, construiríamos una sociedad, una economía y un mundo del que sentirnos orgullosos. Mi abuela me diría en este momento, “Ay Agoney, tú siempre tan soñador”.

No siempre es fácil, lo sé, porque cuando nos aprieta la economía y nos asedia el enfado, nos volvemos egoístas, pero sin duda alguna cuando respiras y retomas el camino, te das cuenta de que la vida es mejor teniendo esta perspectiva.

Yo quiero pensar que hay mucha gente con valores, porque creo profundamente en el ser humano y su capacidad de ayudar, aunque confieso que me está costando mucho verlo en los últimos tiempos.

Como soñador profesional y persona con valores, no pienso cesar en la búsqueda. Es por ello por lo que le pido al equilibrio que abra, cerca de mí, una maleta como la de Newt Scamander, y que por arte de magia pueda encontrar a estas personas que quiero en mi vida. Le pido al equilibrio que me presente a los animales fantásticos y cómo encontrarlos.