Fran Belín

Opinión

¡Aquí póngase la mascarilla! (que es lo que toca)

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"Actitud de la persona que no acepta los comportamientos, opiniones o ideas distintas de las propias o no transige con ellos". Es el significado de "intransigencia" del diccionario de la RAE. No creo que haya que andarse con más pendejadas o barroquismos para explicar -reclamar ya parece bien complicado como se ve- que una parte de los seres humanos con los que convivimos, y mientras circula a sus anchas la covid-19, se desentiendan de las más elementales medidas de seguridad.
Normas, de convivencia, vinculadas muchas de ellas a los actos sociales del comer y el beber, tal y como se entienden ahora mismo y según la regulación que no pretende más que equilibrar el sentido común sanitario con la razonable continuidad de propuesta gastronómica y, por ende, económica.
Lo sabemos y por más que se reafirman los llamamientos a la cordura, más se generan los tumultos de fiestas sin mascarillas. Observamos conductas lamentables (no sólo por parte de los jóvenes) y repetitivas en una euforia de "¡vamos que no pasa nada!" cuando está claro que la celebración gastronómica asociada con el ocio (bodas, tapeos, fiestas de amigos, de familiares,...) está generando contagios constatables y en algunos casos masivos. Recuerden: una persona que está infectada es una bomba potencial para muchas más que entran, sin duda, en la 'ruleta rusa' de este bicho.
En los restaurantes de Canarias se adoptó una medida que endurece el uso de la mascarilla en los recintos cerrados, incluidos los de restauración. Tanto protestar y tanto porfiar, cuando lo razonable y no lo intransigente debe guiarnos para tomarnos un aperitivo o ir a almorzar con la familia siguiendo esas normas sin agobios. Ganamos todos y hasta que cambien y se adapten, esperemos siempre que para mayor laxitud de los empresarios y alivio de los comensales.
En la última semana, como en los últimos meses, personalmente he procurado seguir lo más puntualmente las reglas. Incluso pregunto en el local acerca de cómo se organizan en dichas normas. He adoptado el hábito del gel hidroalcohólico, busco una situación correcta; si hay aglomeración me voy, llega la jarra de cerveza y me quito la mascarilla... otra vez con ella si acudo al servicio. Ya está.
Por ello he de aseverar, objetivamente, que me he encontrado, por lo general y en los establecimientos que he acudido, un muy correcto seguimiento de lo que hoy obliga la situación. No está de más las campañas para concienciar, las imágenes de los informativos para que se sepa acerca de situaciones inaceptables que hay que erradicar... Pero el caso es que muchas de éstas, lamentablemente, van a continuar. Colaboremos para que se reduzcan drásticamente en lo que esté a nuestro alcance.
Así que la gran mayoría ha de reafirmar los ejemplos, la convivencia y las condiciones para combatir el virus y, como sociedad, sociedad canaria, presionar para que lo de los inconscientes pase a sumar cifras irrelevantes de lo absurdo y del escaso respeto por lo más elemental: la salud y la vida de todos-as.