Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife (Las cosas feas de mi casa)

Opinión

Ellos lo llamaron un discurso lenguaraz

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

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El pasado 16 de septiembre marcó un hito en mi vida. No solo porque volví a ser tío de un precioso niño llamado Diego, sino porque celebramos la primera edición de los premios AJE Canarias, después de la pandemia. Menudo reto, cuanta ilusión y, sobre todo, cuantas emociones entremezcladas.

Buscando el sentido a este evento

Para los que se incorporan a mis letras, durante la pandemia sucedió algo maravilloso, la unión real de la comunidad de jóvenes empresarios de Canarias en una sola organización. Algo que es más que un mero ejercicio espiritual, es una gran idea porque hemos pasado de hablar de nosotros, a debatir sobre las cosas que verdaderamente importan. Los problemas de financiación que sufrimos, la falta de redes de contactos y, sobre todo, de cómo convertir a Canarias en una región amable para su juventud empresaria.

Ya saben los que me conocen que tengo un lema que repito de manera habitual, “la verdad nos hace libres”, y debo confesar que los premios no eran algo me que me hiciera especial ilusión. No entendía el verdadero significado de estos, pero sin duda he recibido una lección que no olvidaré jamás. Ver a tanta gente con los ojos cristalinos repitiendo que esto era un oasis en el terrible momento que estamos viviendo, me hizo entender que es necesario generar ese impulso y reconocer la tarea de tanta gente que está luchando por una idea que mejore las cosas. Sentí que estábamos haciendo algo bueno, celebrando que seguíamos aquí después de tanta dificultad. Fue un día especial para los premiados, pero también para toda nuestra comunidad porque pudimos vernos de nuevo, reírnos y disfrutarnos. Hoy creo que los premios AJE, son una gran idea, es la fiesta de la juventud empresaria de Canarias.

La sociedad civil, respondió

Recuerdo la mañana que hablaba con María Delgado, nuestra Secretaria General, sobre las invitaciones y asistencia al evento. Muchas fueron las decisiones que tuvimos que tomar entre ella y yo, como por ejemplo el enclave de los mismos, que este año recayó en Gáldar. Ambos estábamos asustados con la asistencia y llegamos a bromear con que seríamos alrededor de unas treinta personas si es que venían los premiados. La premura con la que avisamos, el enclave que elegimos con determinación y sobre todo la falta de experiencia en este tipo de eventos, nos producía una risa floja derivada de los nervios que sentíamos, pero lejos de amedrentarnos, nos pusimos a trabajar.

Mandamos mails, hicimos llamadas y enviamos mensajes sin descansar. Usamos todas las estrategias que se nos ocurrieron para hacer sentir a la sociedad que tenían que venir y apoyarnos, que tenían que apoyar a la juventud empresaria en esta etapa. Fue tan frenética esta actividad como la gala en sí misma, pero debo confesar que el cariño que recibimos fue impresionante. Políticos, mundo empresarial y personalidades de colectivos diversos de la sociedad civil de toda España, estuvieron acompañándonos en el Teatro Consistorial de Gáldar. Más de doscientas personas se dieron cita para nuestro estreno, algo que nos agrada y nos dice que… algo bien estaremos haciendo.

El panel de premiados

Una de las cosas más bonitas que viví el pasado viernes, como ya les adelanté anteriormente, es ver a muchas personas con la ilusión supurando por sus pieles. Gente joven, con talento y ganas, que luchan por sus sueños y que seguro que sintieron alegría al ver reconocida su labor.

Muchas fueron las categorías: futuro empresarial, innovación, compromiso medioambiental… muchos hombres y mujeres que son el buque insignia de Canarias en sus materias y a los que les voy a pedir que, ahora que son un referente, iluminen como un faro a otras personas, pues la pasión, transparencia y generosidad son los valores principales de nuestra tribu.

Quiero hacer una mención especial a los ganadores, Alexis y Eduardo, por darnos una lección a los que a veces se nos ensucian las gafas del optimismo. Dormitorum, que es una empresa canaria de referencia, nos dio un mensaje que me hizo reflexionar en boca de su CEO. “No escuchen a los que nos dicen que no se puede, a los que vienen con mal augurios a desanimarnos. Solo escuchen a los que te dan aliento y te dicen que sigas adelante y que lo hagas a pesar de las circunstancias”.

Compañeros, anoche cuando llegué a casa y me paré a pensar en lo que decían me fui a la cama, sobre mi colchón Teide comprado en Dormitorum, y sentí una especie de alivio. Gracias a tus palabras, pude dormir tranquilo, somos muchos y vamos a cambiar las cosas.

El discurso del presidente, el mío

Mis primeros premios, y quien sabe si los últimos, y cuanta responsabilidad. Sobra decir que en esta vida no he venido a pasar desapercibido, y no hablo de una vanidad o necesidad de ser reconocido, hablo de hacer de verdad que las cosas sucedan. Es mi propósito, mover la energía para bien y hacerlo desde el convencimiento de estar mejorando algo, y por eso, no quería desaprovechar la oportunidad de explicar algunas de las cosas que me roban la ilusión en formato discurso.

Me dirigí al mundo de la política para contarles que en Canarias hay más personas y entidades destinadas al asesoramiento del emprendimiento que emprendiendo; y que teniendo en cuenta de que el 53% de los autónomos que se dan de alta, fracasan antes del quinto año, algo estamos haciendo mal.

Les dije que la juventud empresaria necesita algo más que palabras, necesitan hechos y poder representar de manera digna al colectivo sin estar buscando dinero, como mercenarios, para mantener la organización.

Les pedí el final de los discursos vacuos que hablan de la diversificación de la economía o la preocupación por la juventud, si después no piensan hacer nada. Les dije que la forma de diversificar la economía era apoyar a la juventud empresaria.

La juventud empresaria es aquella que tiene menos de 41 años y lidera alguna iniciativa empresarial. Inexistente para cualquier plan y sin ningún tipo de norma que nos reconozca, les pedí que apoyasen nuestra propuesta de crear “La ley canaria de Apoyo a la Juventud Empresaria”, que reconozca nuestra existencia y singularidad.  Apoyar esto sí que son hechos y nos discursos vacíos.

También pude dirigirme a mis compañeros y compañeras de las organizaciones empresariales, para decirles que desde AJE Canarias estábamos listos para asumir los retos que se nos pusieran por delante y mirar a la Península, África, Iberoamérica y Europa con valentía y determinación.

Expliqué a los presidentes de las confederaciones canarias, a los Pedros, que nuestra organización es frágil, porque cuando cumples 41 años te vas y hay que empezar de nuevo, y que en esta etapa que nos está tocando vivir, les pido que solucionemos esto entre los tres para las generaciones venideras. Espero de corazón que lo podamos conseguir.

A mis compañeros y compañeras de AJE les pedí valentía y altura de miras, y que nunca más nos volviésemos a dividir, porque eso, sería un gran error. Les pedí templanza, empuje y un poco de esfuerzo por la organización para que podamos seguir creciendo y luchando por nuestra comunidad. Solo si somos muchos, nos respetarán y podremos ser influyentes.

Supongo que esta es mi forma de ser, y que lo único que pretendía era hablar desde el corazón y con ánimo de construir mejores cosas. Lo único que buscaba era cumplir con mi mandato como representante AJE y darle sentido al “para que las cosas sucedan”. No me siento mejor ni más valiente por haber hecho esto, me siento libre y responsable por no haberlo dejado de hacer.

Mi discurso quería dejar de manifiesto las necesidades que tenemos en nuestra comunidad. Sonrisas y lágrimas en la platea del Teatro Consistorial de Gáldar. La juventud empresaria llamamos a esto la realidad de nuestro día a día, sin embargo, ellos lo llamaron, un discurso lenguaraz.