Cuando el pasado martes Zara Fragoso denunció públicamente los insultos, las ridiculizaciones y la arbitrariedad del profesor del Grado de Periodismo de la ULL José Luis Zurita, no hubo una sola redacción en Canarias donde a algún joven periodista no se le indigestasen los recuerdos de su etapa en la Universidad.
Había poca discusión con respecto a si la denuncia, en genérico, era cierta. Pueden discutirse testimonios individuales, pero todos los que han pasado por ese grado en la Universidad de La Laguna conocen de primera mano el panorama.
A nadie le sorprende
Como nos recuerda nuestro rico refranero popular, cuando el río suena, agua lleva. Me gustaría decir que han sorprendido las decenas y decenas de testimonios que narran vejaciones verbales de este profesor, suspensos injustificados, alumnos amargados con más años ya de los que toca en la facultad porque este individuo bloqueaba con sus notas arbitrarias el progreso lógico de sus expedientes académicos.
Pero lo cierto es que no me he llevado ninguna sorpresa. Por lo menos en la redacción de Atlántico Hoy, las hemos vivido de primera mano. ¿Se la habrán llevado en el decanato y rectorado de la ULL? En el Centro Integral de Formación Profesional César Manrique, donde se las gastaba igual hace una década, desde luego que no.
El expediente avala la noticia
El miércoles, publicamos el caso de Zara Fragoso. Siendo honestos, no pretendíamos ir más allá de ese artículo. Informar de lo que estaba pasando de forma aséptica y profesional. Escribimos a antiguos alumnos, contactamos a la estudiante que lo inició todo, hicimos introspección en nuestros propios recuerdos de la Universidad… Y, por supuesto, llamamos a José Luis Zurita y a la ULL antes de lanzar la noticia.
Zurita no descolgó el teléfono ni respondió a los mensajes, aunque me consta que ya sabía lo que estaba pasando. La ULL, sin embargo, sí lo hizo y explicó que se había abierto un expediente informativo al docente. Ya no había vuelta de hoja, teníamos que publicarlo cuanto antes. La apertura del expediente en sí misma ya es noticia y avala, por lo menos, tomar en consideración las denuncias de los alumnos. La actualidad es la actualidad.
"Hija de puta"
Quiero pensar que el profesor no midió bien a lo que se enfrentaba y se pasó de frenada. Debió pensar que Atlántico Hoy era, como sus clases, un lugar en el que soltar cualquier barrabasada como si no hubiese consecuencias. Como si los periodistas que trabajamos aquí fuésemos inocentes estudiantes de segundo a los que mangonear y amenazar con suspender.
Llamó para pedir explicaciones (algo a lo que tenía todo el derecho del mundo, por otra parte) y se permitió calificar de “hija de puta” a nuestra compañera Ainoha Cruz, redactora que había firmado la información junto con nuestro camarada de la isla de enfrente Marcos Moreno.
Lo grave trasciende el insulto
Pero aunque haga más ruido el insulto, lo grave no fue eso. Estoy seguro de que la buena de Ainoha será capaz de recomponerse de que un profesor trasnochado la llame “hija de puta”. Zurita acompañó el simpático agravio con una advertencia y un calificativo. Dijo textualmente: “Voy a publicar en algún medio mío que tú eres una hija de puta. Y entonces, cuando tú me lo rebatas, te voy a autorizar a que me lo rebatas y ya está. Y hacemos periodismo. Y va a ser periodismo basura”.
He resaltado en negrita dos conceptos: “En algún medio mío” y “periodismo basura”. Muestras del caciquismo que dirige parte de las relaciones sociales en Tenerife, la influencia que tienen algunos apellidos y la impunidad con la que lo hacen hasta que alguien se planta.
Nunca escupir para arriba
He dicho antes que Zurita midió mal. No se esperaba que en esta redacción fuese a haber un grupo de profesionales sin el miedo al que tiene acostumbrados a sus alumnos, para hacer un trabajo impecable y riguroso.
Voy a lanzar un aviso a navegantes: en Atlántico Hoy no toleramos que se cuestione nuestra profesionalidad cuando escribimos sobre temas espinosos que no hacen gracia a algún poderoso determinado. No tenemos hipotecas, somos un medio veraz, riguroso, fiscalizador del poder y sensible a las reclamaciones sociales de una comunidad que necesita referentes informativos claros.
Puede que este caso no revista gran importancia para el día a día de los canarios y canarias, pero estoy seguro de que hay centenares de alumnos y exalumnos que han respirado tranquilos tras ver al villano desenmascarado públicamente y han sentido que se ha hecho justicia. Muchos de ellos, por cierto, en las redacciones de periódicos, radios y televisiones de las Islas. Porque, José Luis Zurita, nunca hay que escupir para arriba.
