Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife (Las cosas feas de mi casa)

Opinión

Feliz día de la independencia

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

Guardar

Aprender a vivir en libertad es una tarea difícil para la que no todo el mundo está preparado. Requiere de un esfuerzo cerebral que, por desgracia, la mayor parte de los mortales no tiene el deseo de hacer.

Dependiente empedernido

Eran las tres de la mañana y no podía dormir. Tenía diecinueve años y un miedo atroz a la soledad. No les hablo de la soledad física, ahí me siento profundamente cómodo disfrutando de los ratitos conmigo mismo; les hablo de la soledad emocional que me provocaba la idea de perder a la persona con la que estaba saliendo en aquel momento.

Los días eran duros porque estaban llenos de fantasmas por todos lados, y lo peor de todo es que, en este caso, los espectros de los que les hablo eran solo producto de mi miedo al abandono. De mi proyección de una realidad inexistente y que nunca sabremos si hubiese sido posible ya que, mi actitud destructiva y autodestructiva, se cargó la relación de amistad, pareja y acompañamiento de vida, más bonita y sana que había tenido en mi corta edad. No lo sabía, pero pisé una mina que me hizo explotar en pedazos por los aires y que me provocó el dolor más duro que había conocido hasta el momento. Un dolor difícil de tratar porque no llevaba ningún tipo de medicamento, el dolor del alma. En aquel momento me prometí que jamás volvería a ser esa persona y me puse a trabajar en mejorar la calidad de mis pensamientos. No lo sabía, pero yo mismo fui víctima de una enfermedad que no tiene síntomas visibles cuando te contagias. Que es difícil de identificar, y que se carga cualquier relación interpersonal sea el tipo que sea ¿Saben ya de que les hablo? Estaba enfermo de “dependencia emocional”.

Cómo les contaba al principio de estas letras, cualquier cambio que quieres implementar en tu vida, requiere de un esfuerzo que debes estar dispuesto a transitar porque, no es una línea recta. No es un prado por el que pasas y llegas al Edén. Es un paso por los pantanos farragosos de tus recuerdos y aprendizajes, inclusos por aquellos que tienes de manera subconsciente y que, para poder sobrevivir, tu cerebro te ha hecho olvidar.

Hoy en mis letras te comparto algunas reflexiones y tareas que te pueden dar una pista sobre el punto en el que te encuentras. El primer paso para rehabilitarte si eres una persona con algún grado de dependencia emocional, y no te equivoques, todos lo somos en mayor o menor medida, es saber que lo eres y en qué nivel estás.

¿Te animas a vivir este viaje conmigo?

Maldita adolescencia

No importa la edad que tengas, tanto si eres adolescente como, si estás en otro momento más maduro de tu vida, esto te interesa.

La adolescencia es una etapa crítica de tu vida porque va a definir la forma en la que te vas a relacionar el resto de tu existencia con los demás. Comenzamos mil batallas externas que, en muchas ocasiones son solo un escudo para no afrontar la verdadera batalla que estamos viviendo, la interna.

Con una energía desbordante, a pesar de nuestras guerras, nuestra mente nos hace creer que somos inmortales. Es por eso por lo que no tememos a nada, sentimos con fuerza y experimentamos la vida oscilando entre el amor infinito y el odio a la misma.

Ser adolescente es la hostia, sin embargo, la carencia de recursos y habilidades sociales y emocionales, nos pueden llevar a convertirnos en personas con problemas severos en nuestra adultez. Personas sumisas, agresores de nuestro entorno y sufridores natos. En ninguno de estos casos, como podrán observar, tendremos comportamientos saludables.

¿Echamos la vista a atrás y reconocemos situaciones traumáticas de nuestra infancia y adolescencia que nos hacen producir cortisol? Si la respuesta es sí, quiero que sepas que muchas de las conductas que tienes en este momento, vienen de ese preciso recuerdo.

Todas las vivencias que tenemos almacenadas en nuestro subconsciente nos llevan a tener un aprendizaje. Es aquí donde quiero pararme. Si quieres comenzar este viaje, toca rascar un poco.

Si tus padres pasaban de ti, en tu cabeza se aloja la idea de que no mereces ser una persona querida. Si sufriste bulling en el colegio o en tu grupo de amigos, tendrás la creencia de que no eres lo suficiente. Te abordará el síndrome del impostor en alguna de las aristas de tu vida. Si tuviste una relación amorosa traumática, vivirás con miedo a que se repita el patrón en el futuro y te volverás una persona tóxica.

Indaga en todas las situaciones de tu historia de vida y, estoy convencido de que encontrarás el motivo exacto de tus comportamientos actuales.

Ojo, recuerda siempre que mi único objetivo es que seas un experto trabajador de tu paz mental no que te machaques. Igual que las relaciones traumáticas te hacen tener comportamientos traumáticos, los momentos felices y agradables te hacen tener comportamientos saludables.

La dependencia

Últimamente se habla mucho de salud mental y de bienestar, pero, no estoy seguro si el enfoque que le estamos dando es el correcto. Me refiero a que hablamos siempre de los agentes externos para que esto ocurra. Yo ando enfocado justamente en el que sí que podemos controlar, el interno.

Empiezo diciendo esto porque los casos más graves de dependencia emocional que conozco tienen que ver con la ausencia de mirada introspectiva. Saber quiénes somos y por qué somos así nos ayuda a entender nuestros comportamientos.

La dependencia es una enfermedad que, si no la controlas te puede llevar a un sufrimiento extremo.

Surge de manera inesperada cuando empezamos a engancharnos a algo o alguien de manera insana. Cuando empieza a producirse el miedo a la pérdida o al abandono y entonces empezamos a convertirnos en seres necesitados de aprobación constante. Buscamos la forma de agradar porque creemos que nuestro ser no es suficientemente válido para los demás, y aquí es donde complacer se convierte en una trampa que anula tu capacidad de cuidarte a ti mismo. Empiezas a ceder para agradar incluso cuando esto suponga un detrimento de tu propia satisfacción.

Generamos dependencia porque esta nos genera una ilusión de control. Lo que no nos damos cuenta es de que a la vez perdemos toda la voluntad y renunciamos a nuestra libertad. Nos volvemos esclavos de nuestra mente, esclavos de nuestras emociones y nos anestesiamos con pequeñas dosis de dopamina que calman nuestra tristeza. Esta vida, no es saludable.

Cuando somos adolescentes aprendemos a no necesitar ayuda, a creer que no la necesitamos o, incluso cuando creemos que sí, a pedirla de maneras extrañas. Así nos va.

Traca final

Yo he sido durante mucho tiempo un enfermo crónico. No sabía el por qué, pero a lo largo de mi vida he tenido la necesidad de encajar con el entorno que me rodeaba. No había tenido el valor de enfrentarme a mi historia de heridas del alma.

Hace algo más de un año que me prometí una vida preciosa llena de libertad para cuidarme y respetarme, pero como les he dicho algunas líneas más arriba, este camino nos es fácil, requiere de muchas subidas y bajadas. Requiere de mucho cariño y confianza en uno mismo y de sanar situaciones que no sabías que estaban ahí y que habían definido tu forma de entender la vida.

No les miento si les digo que, aunque empieces el viaje, siempre quedarán secuelas. Lo bonito es verlas desde el cariño y seguir hacia adelante. Pero a mí, este viaje, me ha valido la pena porque me veo como mi propio referente, amando lo malo y lo bueno de mi parte interior, aceptando lo que venga y trabajando mi confianza como horizonte único.

Para que tú también puedas empezar este trayecto, te haré algunas preguntas.

¿Dependes de quién o de qué? ¿Cuánto tiempo inviertes en la televisión o en consumiendo redes sociales? ¿Eres capaz de soportar el silencio o el ruido te hace sentirte menos solo? ¿Cuántas veces miras a ver si te ha respondido esa persona? ¿Podrías vivir unos días sin tecnología? ¿Cuántas veces te miras al espejo? ¿Cuántas veces necesitas que alguien te diga lo guapo o guapa que eres? ¿Y que eres un gran profesional? ¿Te cuesta dormir? ¿Cómo gestionas el dolor? ¿A dónde dejas de ir si no hay nadie que te acompañe? ¿Tu tiempo lo marcas tú o los demás? ¿Cuántas veces sufres pensando en que si te están siendo infiel? ¿Cuántas de estas cosas se han convertido en tus dependencias?

Si te he hecho reflexionar, ya has empezado el camino. A mí me queda mucho por hacer aún, pero cada vez más tomo conciencia y control sobre mi vida, mis deseos y mi autocuidado.

Cuando consigas esto serás alguien que habrá cambiado el “TE NECESITO” por “TE ELIJO”. Juntos podremos experimentar la paz mental sabiendo que nuestra vida es sana. Solo en ese momento celebraremos y gritaremos a los cuatro vientos… feliz día de la independencia.