Fran Belín./ CEDIDA

Opinión

Huella de carbono, enemigo común de las bodegas de IWCA

Periodista

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Un manifiesto acerca de la relevancia de descarbonizar el sector vitivinícola a escala global, así de claro. Voluntad en conjunto de las bodegas españolas que conforman la IWCA  (International Wineries for Climate Action) teniendo en cuenta toda la cadena de valor tanto del sector vitivinícola como de la alimentación.

La Barcelona Wine Week sirvió de marco para debatir acerca de las acciones que 30 bodegas afiliadas en todo el mundo están desplegando para reducir sus emisiones de CO2 y el objetivo de reivindicar los avances hacia una más decidida digitalización del medio rural que favorezca la implementación de prácticas sostenibles. ¿La meta? Conseguir la neutralidad de emisiones en el sector y de este modo procurar dejar un planeta habitable a las futuras generaciones.

No en balde, el presidente de Familia Torres, Miguel A. Torres, reflexionó acerca de cómo se planteó la fundación de IWCA junto con la californiana Jackson Family Wines. “Nuestro sueño era que el sector del vino sirviera como ejemplo de descarbonización a otros sectores; los esfuerzos privados en este mundo globalizado no tienen sentido a escala nacional”.

Cuestión de compromiso

En este sentido, Familia Torres lleva décadas, con voluntad férrea, de avanzar con paso firme en el compromiso de paliar las consecuencias del cambio climático, una senda que obtuvo el espaldarazo con el programa Torres & Earth allá por 2008. De hecho, International Wineries for Climate Action implementa un protocolo muy exigente, cuyos requisitos incluyen alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 como fecha límite y completar un inventario anual de emisiones de gases de efecto invernadero para los alcances 1, 2 y 3 auditado por terceros.

Asimismo, la voluntad de recurrir a energías renovables en los procesos de producción, cubriendo en un 20% como mínimo la demanda energética de la bodega con energías limpias autogeneradas, con el fin de demostrar una reducción continuada y eficaz de esas emisiones de CO2 con respecto al año; la meta, cero emisiones netas.

Familia Torres, acciones sin desmayo

Miguel A. Torres hizo hincapié, durante el debate, sobre la importancia de encauzar los esfuerzos al ‘alcance 3’, conectado a la adquisición de materias primas a proveedores externos y a la logística y transporte que representan el 80% de la huella de carbono de la bodega. Participaron también Pedro Ruiz, CEO de Alma Carraovejas; Carlos Moro, presidente de Bodegas Familiares Matarromera, de la que forma parte Bodega Emina, y Rafael De Haan, copropietario de Herència Altés.

El mismo Pedro Ruiz, representante de la primera bodega española en unirse a la asociación después de Familia Torres, destacó que la fortaleza de IWCA es que es una organización internacional y “tiene que servir para mejorar los vinos que se están elaborando, aterrizando necesariamente en el concepto de la sostenibilidad. De esa manera –se mostró convencido- seremos capaces de medir las emisiones, de autoabastecernos con energías renovables y descarbonizar el sector”.

En este sentido, el presidente de Familia Torres recordó que ha compartido el proyecto innovador ideado por la bodega para capturar y reutilizar el CO2 liberado durante la fermentación del vino, como ejemplo de proyecto de economía circular. De esta forma se ha reducido desde entonces la huella de carbono en más de un 30%.

Sin margen para malas praxis

Como fundador de la Bodega Emina, construida en 2004 y primer proyecto integrado de desarrollo sostenible de una bodega en el mundo, Carlos Moro sostuvo que “la bodega fue pionera en calcular la huella de carbono en España” con una práctica que ha destacado como esencial para descarbonizar el sector a nivel global. Por su parte, Rafael de Haan, copropietario de Herència Altés -bodega fundada en 2010- puso de relieve que “el cálculo de las emisiones de CO2 no deja espacio para malas praxis: es una información fidedigna que es lo que necesitamos en este momento”.

Todos ellos citaron el ejemplo de Inglaterra, país en el que los consumidores descartan los vinos de aquellas bodegas que no estén comprometidas con la neutralidad de emisiones. “Los miembros de IWCA tenemos que ser capaces de integrar el concepto de sostenibilidad y de animar a otras bodegas a adoptar este compromiso”, resaltó Ruiz.

Así pues, está claro que importantes actores de la economía que genera la viticultura en España y el mundo están aportando ese ejemplo tan necesario para enganchar al carro de la sostenibilidad a otros sectores que aún están lejos de estas consignas. En definitiva, compromisos de estas bodegas en sus respectivos esfuerzos para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero mediante la reducción de la huella de carbono y la huella del agua, de trabajar los suelos y evitar su erosión y de fomentar la biodiversidad en el viñedo, entre otras prácticas.

Compromiso vinculante

La asociación, fundada en febrero de 2019, cuenta con la fuerza en común de 30 bodegas de 8 países y 5 continentes, de las cuales 13 son miembros de pleno derecho y 17 están en proceso de adhesión (‘Applicant Members’). Todas ellas con el compromiso vinculante de convertirse en miembros en un plazo de 12 meses.

Bodegas decididas a actuar inmediatamente para frenar la crisis climática a través de la adopción de acciones directas y soluciones innovadoras, compartiendo eficaces prácticas sostenibles y trabajando de forma conjunta hacia la descarbonización para frenar los impactos del cambio climático.