Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife (Las cosas feas de mi casa)

Opinión

Influencers, personas y la boda de Ceci Wallace

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

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Ser creador de contenido digital, es una profesión que ya está aquí. Antes lo llamaban ser Comunity Manager, pero ahora hay muchos nombres y conceptos en función de las cosas que hagas. Se puede estar detrás de la cámara, decidiendo la estrategia, los colores o las emociones que quieres evocar. Pero también se puede estar delante, acercándote a las personas con tus ideas y luchas, contando historias, generando momentos. En ambos casos el objetivo es el mismo, crear una tribu digital que, igual que hacemos en la vida en real, compartan tus ideas, tus valores y tu relato. A los que están delante de la cámara intentando generar esta última acción se les conoce como influencers.

Nos les voy a contar mentiras, para un millennial pre-internet como yo, este mundo tecnológico le genera un poco de recelo. No supe lo que era el “filtro valencia” hasta que dejó de usarse y, cómo soy un romántico, creo que la mejor influencia que se puede generar en la vida es una buena conversación mirando a los ojos. Esta no tiene posibilidad de retoques, ni de edición. En esta se te ven los granos y las bonitas imperfecciones, ¿habrá algo más auténtico?

Esto de “frontear” siempre ha existido. Vestirnos bien, peinarnos a la moda o tener una actitud determinada para que los demás tengan una buena visión sobre nosotros, ha existido desde que el mundo es mundo. El problema es que el efecto multiplicador de las redes sociales ha hecho que las inseguridades, que ya tenemos de base, sobre todo a una determinada edad, aumenten de manera exponencial. Cuanto más tenemos que frontear, más presión tendremos en nuestras cabecitas.

El debate está ahí porque muchos de los referentes más seguidos, aparentan tener una vida perfecta, llena de lujos y de alegría. Digo aparentan porque es mentira y, flaco favor hace mostrando este mundo irreal al alcance de unos pocos, a esa juventud que anhela un futuro hedonista y maravilloso. Si somos honestos, la juventud tiene un futuro bastante jodido si no le damos un giro a lo que está pasando.

Les decía que sentía mucho recelo a este mundo tecnológico, porque ha potenciado las inseguridades y en muchas ocasiones, el odio que seguro que ya existía pero que ahora la gente es capaz de expresar tras el escondite de un pseudónimo. Ahora, hacer daño es gratuito, y esto me da tristeza, me hace ver lo mal que lo estamos haciendo como sociedad en muchos aspectos.

Cuestión de personas

No todo es malo en este mundo digital. Por suerte, la red nos ha permitido algunas cosas que antes eran inimaginables, como democratizar las luchas, las causas que antes permanecían escondidas.

Yo mismo he conseguido llegar a mucha gente a través de mis redes hablando de las múltiples cosas que entiendo que debe ser el mundo empresarial y personal. He podido hablar de mi filosofía de empresas de colores y de la importancia del bienestar personal. He hablado del amor y la compasión, y esto me hace sentir bien, me hace sentir útil y un poco mejor.

Mis redes sociales me han permitido contar cosas que me parecen de vital importancia, pero, sobre todo, me han acercado a muchas personas que, en algún momento me han dado las gracias por mis frases, reflexiones y artículos, entre ellos, los de Atlántico Hoy.

Yo no pretendo ser influencer de nadie, sólo compartir mis vivencias, sobre todo las positivas. Ni siquiera pretendo ser innovador. Un día leí un artículo que decía que “un pensamiento positivo cada mañana, era capaz de mejorarte la vida”. En aquel momento empecé a escribir en Facebook una frase que había escuchado o que se me ocurría de cosecha propia. Lo hacía sin objetivo alguno, era de consumo propio, para decirme a mí mismo esas cosas buenas. Al cabo de un año, fui a ver a una clienta para ofrecerle una formación. Al entrar en su local me miró a los ojos, vino corriendo y me dio un abrazo sentido. Me costó un poco entender qué estaba pasando hasta que me dijo: GRACIAS. Llevo un año terrible y me ha ayudado mucho despertar cada mañana con esa frase tuya, parecía que me la estabas diciendo a mí. En aquel momento entendí que no todo era malo, que las redes, al igual que todo en la vida, dependerá del uso que hagas de las mismas.

Si tu naturaleza es mala o insegura, harás cosas horribles, pero si eres buena gente, harás cosas buenas. He llegado a la conclusión de que las redes sociales, cómo todo en la vida, es cuestión de personas.

Una boda que me ha marcado

Hablando de buenas personas, uno de los regalos que me ha hecho este mundo online es conocer a Ceci Wallace, la influencer canaria que más cabezas revienta, en el buen sentido de la palabra.

La conocí por trabajo, mi equipo creativo me habló de ella y de sus redes sociales. Empecé a seguirla para ver cual era el fenómeno digital del que todo el mundo hablaba, y la verdad es que me pareció un huracán de energía. Pensé que era un personaje, que no podía ser verdad tanta fuerza, pero… me equivoqué. En persona es más top todavía.

La conocí en profundidad en una reunión en mi oficina, llegaba con ropa de deporte y no dejó ni un instante al silencio. Pues sí, es auténtica la Ceci, y lo que vemos en sus redes es todo real. Siempre risueña recuerdo despedirme de ella pensando … me gusta, me sorprende, la quiero cerca. Estas cosas no me suelen pasar mucho, no me sorprendo fácilmente, pero Ceci lo consiguió.

Desde entonces hemos seguido coincidiendo y colaborando, regalándonos risas más ella a mí que yo a ella, para ser sincero y un día me dijo que me invitaba a su boda. Me encantó la idea, pensé que sería un evento multitudinario en el que podría estar, pero qué maravilla.

Lo cierto es que llegó el día de la boda, todo elegido con un gusto exquisito casi como lo había imaginado. Lo único que no fue como pensaba, fue el número de invitados, no sé cuántos eran, pero no muchos. Ceci me había elegido para estar en persona en uno de los días más importantes de su vida, qué honor.

Oficiada por un irreverente Alex Mercurio, esta boda estuvo llena de matices emocionantes. Amigas que son familia, familia que son amigos, se sucedieron en discursos que me removieron el alma, que hicieron que todo un presidente no pudiera dejar de llorar. Me hicieron sentir lo especial del momento y ahí fue cuando pensé por segunda vez, que las redes también pueden hacer cosas buenas.

Sin duda, mi reflexión de hoy va sobre lo importante que es hacer un buen uso de cualquier cosa, de lo bueno que puede ser el mundo digital si le aplicamos cariño y valores y de lo afortunado que soy por tener a tanta gente bonita cerca de mí, gente como Ceci.

Amigos y amigas, según como seas, en las redes sociales puedes encontrar de todo. Yo he conocido a influencers, personas y la boda de Ceci Wallace.