Santiago Negrín

Opinión

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Esto puso en su cuenta de twitter, el bueno de Pedro Quevedo (Diputado Nacional de NC) ayer por la tarde. El tenderete generalizado en la Red Social no se hizo esperar. Desde traductores que se ofrecían para descifrarlo, a que, si los “godos” le estaban cambiando el idioma a Don Pedro, pasando por quien decía, que era lo más coherente que le habían oído decir a un político en mucho tiempo...Tiene toda la lógica del mundo pensar, como han dicho los compañeros de la cadena SER, que alguien se le sentó encima del teléfono en un descuido. Otros ruinitos decían que era su respuesta al comprobar que habían subido los precios de la cafetería del Congreso. Tal trascendencia ha tenido el asunto, que se ha consultado al Profesor Mamadou, experto gurú político, que se mostraba desconcertado.Mentes resabiadas debatían anoche sobre el tuit de Quevedo, hablando de profecías jeroglíficas del Pacto de Las Flores, en lo que parecía ser un mensaje encriptado para el Presi Ángel Víctor, para que esté atento a los contubernios de la oposición y compañía. Otros dijeron que Quevedo se confundió, copió y retuiteó el borrador de respuesta que van a dar en los hoteles a los turistas, cuando lleguen y les pidan el test PCR negativo para poder alojarse: “¡ñoo! sin test negativo, no te hospedas...”Personalmente creo que fue la reacción, un ¡ñoo...! al más puro estilo canario cuando Quevedo vió la actualización de la hipoteca del chalet de Pablo Iglesias, o tal vez, vaya usted a saber, cuando trataba de tuitear que Las Palmas tiene la cesta de la compra más cara de España y él con la despensa vacía. El Tuit del Diputado Quevedo dio mucho que hablar, precisamente porque no decía nada.Y eso es básicamente lo que le pasa a una gran parte de nuestra clase política últimamente: no dicen nada. Y para eso, para el ridículo que está haciendo más de uno en el Congreso, mejor así, que no digan nada. Callados, jugando al Tuitter, están más guapos. Eso sí, a poder ser, que sean divertidos como Pedro Quevedo. Ya que les pagamos con dinero de todos, al menos, que nos ahorren sus lamentos trasnochados y nos diviertan un poco.