Fran Belín./ CEDIDA

Opinión

Nube

Periodista

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No voy a escribir hoy de cocina sostenible. Tan siquiera acerca de los Soles Repsol y los nueve restaurantes que se los trajeron a Canarias. Tampoco tengo el ánimo.

Nube se marchó calladita y nuestra familia quedó maltrecha por el dolor tan punzante que se siente cuando se va uno de nuestros animalitos queridos. Una pesadumbre sorda, incisiva, horrible,…

Nube era pequeñita. Adorable. Bichón maltés, bonita, que hizo desbordar ese tipo de amor recíproco y tan especial de los peluditos-peluditas. Me gusta acudir al diccionario de la RAE. Nube: “agregado visible de minúsculas gotitas de agua, de cristales de hielo o de ambos, suspendido en la atmósfera y producido por la condensación de vapor de agua”.

También: “agrupación o cantidad muy grande de algo que va por el aire”. Casi se podría considerar esta acepción en clave del gran corazón de la perrita buena y noble, la ternura en forma de cánido o de esas mencionadas gotitas como los ojitos que miraban con ese fulgor tan vivaz.

Cachorrita que vino a casa; me encontré aquel algodón blanco cuando regresaba del periódico, seguramente de un día duro. Allí estaba, esa luz perrunilla, coqueta, pequeñita sí. Nimbo, cirro, estrato, cúmulo,… Según tuviera el pelito.

Y nos daba por recrear hazañas de una perrita que tuvo sus cachorritos y que quedó acompañada por Pipa. Nube es cada perrito y perrita; todas las mascotas. Cuando se despiden poco consuelo se puede encontrar.

Queda el alma como trincada o trinchada. Lo saben los que vivieron con sus peluditos-peluditas. Que no quieren ni saber que un día partirán sin la correa de salir a pasear.

Me alivia mirar al cielo.

En los vuelos para atender más trabajos, más vivencias, se observan las nubes y entre ellas, si me fijo bien, está Nube. Con la patita como saludándome o con la barriguita boca arriba para que le acaricie.

Pude darle besitos y también poquito antes de que prescindiera de la correa de pasear. Y repetimos, en la familia, las supuestas hazañas: ¿dónde está Nube? ¿Qué hace Nube?

¡Hoy le toca vuelo transoceánico a las antípodas, ella, esa gotita dulce perruna pilotando el airbus, claro!

Risas porque imaginar a Nube en más y más peripecias era una golosina para la imaginación. Era ensoñación y placidez. Merecía cada besillo en ese adorable morrito.

Y Nube se fue a corretear, calladita, y sabíamos que esta vez no iba a volver a sus sitios preferidos con Pipa. Ella seguro que, a ladriditos, nos convencerá de que está ahí, con nosotros, con su familia. Que la podemos recordar en todas sus facetas, también como deportista de élite (más risas).

Ahí está Pipa, que es en cierto modo es Nube, aunque con los ojitos grandes, saltones, graciosos,…

Esta escritura pretende ser un homenaje a nuestra perrita inolvidable. A todos y todas las perritas de todas las familias. Corretea infatigable, Nube, en el cielo, que nosotros adivinaremos dónde estás incluso aunque el cielo esté despejado y azul.

Espero recobrar el ánimo para escribir de sostenibilidad, de gastronomía, de la vida,… la próxima semana. Pero va a resultar complicado hasta que se desvanezca el zarpazo de tu marcha.

Nube.