Agoney Melián, presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Tenerife (Las cosas feas de mi casa)

Opinión

Prostituto emocional

Presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Canarias

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Hoy me he despertado muy temprano, a eso de las seis de la mañana, y como siempre, me he ido al baño con mi móvil a intentar cubrir mi vanidad o, por el contrario, procurarme un día de mierda dejando que sean otros los que validen si tengo que sentirme bien o mal. Malditas redes sociales.

Las redes sociales, el inicio de las inseguridades

No cabe duda de que hemos construido una sociedad bastante superficial donde, sobre todo, entre nuestra juventud, comenzamos a difuminar algunos valores básicos como la honestidad o el autocuidado.

Empezamos a entrar en un peligroso bucle donde es mejor “ser” que “estar”. Es mejor ser cool, aparentar una vida apasionante y retocar una realidad con filtros y algo de Photoshop, que distorsionan nuestra visión sobre nosotros mismos. Nos estamos olvidando de “estar” en el momento presente en el que vivir aventuras intrépidas; en el que compartir con la gente cercana, olvidando que, estos momentos son únicos e irremplazables.

¿Nos vendemos por un poco de cariño?

Mientras hacía esta reflexión mañanera, en una milésima de segundo, me venía un segundo pensamiento que me aterraba y sobre el que quiero profundizar. Empecé a plantearme el agotamiento que supone entregarse en cuerpo y alma, esperando un poco de cariño, ni siquiera mucho. Filosofaba en mi cabeza sobre el error que cometemos  cuando entregamos nuestra dignidad a cambio de un poco de bienestar, que llega en forma de dopamina y que aparece cuando alguien decide regalarnos unas migajas de su atención.

A veces estamos tan necesitados de reconocimiento, compañía, afecto o escucha, que decidimos dejar atrás nuestros propios intereses, haciendo cosas que no queremos hacer y que nos hacen sufrir por miedo al abandono. Porque en nuestra cabeza se ha instalado la idea de “mejor esto que nada”, no vaya a ser que perdamos las migajas de quien nos ve como un elemento sumatorio de su propia vanidad.

Supongo que puede sonar duro, pero en ocasiones, puede que este intercambio de cariño sea de manera interesada. Puede que haya miedo a perder un estilo de vida, un estatus o incluso una posición económica. Renunciamos a la idea de paz mental o felicidad porque en el fondo, y por culpa de ese poder que le damos a la sociedad que nos juzga, no queremos renunciar a ese personaje o constructo social que hemos diseñado perfectamente de cara a la galería.

El amor romántico

Yo me he sentido alguna vez así, y en mi búsqueda de por qué me pasa esto, aparece el concepto del amor romántico que nos han inoculado en las novelas y películas. Historias sobre príncipes azules que rescatan a la princesa del gran dragón, o de amigas para siempre que salen victoriosas de cualquier aventura. Esto no deja de ser un relato que nos hemos repetido hasta la saciedad, y es aquí, donde comienza el problema. Hemos basado nuestro comportamiento social en las expectativas de lo que creemos que necesitamos, y cuando esto no sucede, llega nuestra decepción. Nos gusta imaginar que somos los protagonistas de una comedia romántica. Argumento válido para relaciones de amor, amistad o relaciones laborales.

El concepto de romanticismo es relativamente nuevo y que ha definido un ideal de lo que debería de ser las relaciones, pero no sé yo si es un concepto del todo saludable.

Elegir relacionarte socialmente

Hoy he decidido hablarles de esto, porque creo que hay mucha gente que se puede sentir identificada. En mayor o menor medida, tanto en el ámbito personal como laboral, debemos definir qué cosas nos hacen sentir bien y cómo trabajar en que esto ocurra. Hablo de las relaciones interpersonales.

Yo hace años que he decidido comenzar un viaje interior lleno de subidas y bajadas, pero que, no me cabe duda, me ha hecho ser la persona que soy, con la que, para bien o para mal, me siento bastante a gusto.

Con ayuda profesional y trabajando cuestiones como la compasión y la autoestima, consigues salir de este mundo de las transacciones del cariño que te limita y te roba la sonrisa, aunque debemos estar muy atentos para no volver a caer en él.

Ya lo dije en algún artículo para este medio, yo soy una persona feliz “a solas con mis demonios”, y no hay plan que más me puede encantar que un ratito de series disfrutando de un buen vino y una velita encendida.

No se equivoquen, no es que sea un salvaje ni mucho menos, me encanta la gente, pero no la necesito, es una elección personal, soy yo el que decide cuando compartir charlas, risas y vida.

Piénsalo bien y toma acción

Siempre he dicho que mi propósito es mejorar la vida de las personas, y es por ello por lo que te dejo algunas preguntas para que las reflexiones y puedas hacer algo al respecto.

¿Tienes personas a tu alrededor con las que no quieres estar o quedar y no te atreves a decirles que no te suman?

¿Estás respetándote y cuidándote lo suficiente?

¿Estás en un bucle egoísta en nombre del amor?

Reflexionar sobre este tema me ayuda a saber que, en la construcción de uno mismo y el bienestar personal, no hay que escatimar en esfuerzos. Pagamos una cantidad ingente para ponernos una bonita sonrisa o algún arreglillo estético. Sin embargo, dudamos o achacamos la falta de dinero, poder asistir a profesionales que nos den las herramientas necesarias para disfrutar de la vida de manera plena.

Si de algo te debe servir haberme leído hoy, es para recordarte que debes ser tu prioridad, debes amarte y respetarte sin dejar que nada ni nadie externo te haga sentir menos, te castigue o te minusvalore.

A mi escribirlo me ha servido para recordar todo esto que te digo porque, por desgracia, por mucho trabajo que hagamos e información que tengamos, algún hecho, momento o persona, pueden hacer que toda la teoría se caiga de golpe y no puedas evitar sentirte… un prostituto emocional.