Santiago Negrín

Opinión

Una generación perdida...

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A mí se me cae la cara de vergüenza al escribir esto. Imagino que, a ustedes al leerlo, también. En Canarias, se nos va a perder una generación de pibes por la llamada “brecha digital”. Estamos a la cola (una más...) del país en el uso de la Tecnología en la Educación. Cuando el Virus llegó, ya Europa había advertido de ello. Solo 6 Estados son capaces de ofrecer educación digitalizada de cierta calidad. España no está y a Canarias...ni se le espera.Perdidos una vez más en el fondo del barranco de la desidia y el olvido. El porcentaje de centros públicos que pueden dar una lección telemática es el 26% inferior a la media nacional. ¿Qué milonga nos han estado vendiendo entonces...? Lo dicho, una generación perdida en lo digital y candidatos a la lista del paro, porque únanle a todo esto unos altos índices de pobreza y exclusión social, que hacen que, ni siquiera muchos niños, puedan disponer de un ordenador en casa.¿Entienden como a uno, que además de contar cosas, es docente, se le cae la cara de vergüenza? En la Universidad de La Laguna, arrancaron el curso con dos semanas de clase online (para irse adaptando...) que han sido muy problemáticas. Hasta tal punto que muchos alumnos se presentaron en las aulas, reclamando su derecho a recibir clases en condiciones. Fallos de conexión, WIFI colapsadas, cámaras que no funcionaban...Y luego está el asunto del concepto y sé que recurro a un tema más que manido. El concepto de las prioridades. Muchos hogares canarios carecen de ordenador, eso sí, luego 2 ó 3 de sus miembros disponen de maravillosos Smartphones, tipo IPhone, de última generación. Para jugar en las Redes Sociales y presumir, se entrampan hasta las orejas. Para que los nenes estudien, que el colegio me ponga el ordenador, que no puedo pagarlo... ¿les suena?Un cóctel de desmotivación profunda para unos chicos, que ni si quiera van a tener algo tan básico como la misma oportunidad que los demás. Así se cuida el talento. Es verdad que los ricos también lloran, pero será que las lágrimas del pobre, saben más amargas.