Fran Belín./ CEDIDA

Opinión

Viticultura, vinos y argumentos frente al cambio climático

Periodista

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Releía durante estos días veraniegos algunos artículos y documentos de viticultura en relación a un fenómeno inquietante, el del cambio climático, del que cada uno podrá pensar lo que quiera, faltaría más, pero que para quien escribe estos argumentos constituye una evidencia. En caso de que no insistamos en aplicar la estrategia del avestruz.

Repasaba, como les contaba, esas informaciones que dieron pie a buscar entre las entrevistas que he realizado a lo largo de estos meses, centrándome por cierto en aspectos de la viticultura regenerativa. Testimonio especialmente impactante fue el de la bodeguera y enóloga palmera Vicky Torres. Fue para precisamente el medio del Grupo Global Media, huleymantel.com, en época navideña.

“Llevo haciendo vinos desde 2010 –comentaba- desde la base del concepto familiar en ‘Vinos Victoria Torres Viñas y Vinos’, y he de constatar que los cambios en el campo son vertiginosos; lo palpamos cada día y a lo mejor no son perceptibles en la ciudad pero es algo que nos asusta muchísimo. En La Palma se puede decir que estamos sufriendo una sequía de siete años y particularmente los últimos tres”, indicaba.

En consonancia con estas palabras de calado  encuentro otro documento publicado por los colegas de “Canarias Gourmet” en el que se alerta de que en Canarias se ha constatado este año “un registro para la historia de la viticultura”. “Los efectos del cambio climático ya pasan de ser una ‘leyenda urbana’ a dejar datos constatables de su existencia en los viñedos no solo de aquí sino del mundo entero”.

Otro dato

“Canarias realiza la primera vendimia del Hemisferio norte a causa de las altas temperaturas en los últimos tres meses que han hecho que se adelante la recogida de la uva en los viñedos”. Referencia incontestable y que nos debe llevar no sólo a reflexionar sino a actuar. Como sociedad ocupada de lo nuestro porque no vamos a dejar solos a los viticultores-as que, en algunos casos, se aferran casi al romanticismo vista la situación actual.
Victoria Torres lo subrayó en la mencionada conversación.

“Debemos reclamar estímulos para facilitar el relevo generacional o una ordenación que garantice la eficacia de futuras estrategias para que la viticultura y el vino sean viables en el futuro”. Añadía, además, que “todo este patrimonio intangible lo solventan, hoy en día, personas octogenarias; no hay recambio con jóvenes que aporten fuerza, potencia a los cambios a los que hay que enfrentarse si pretendemos que la actividad de la viticultura y el vino sean estables. Yo, particularmente, puedo hablar de que no tengo ninguna estabilidad”.

Actuaciones palpables: Familia Torres

Permitan en este instante pasar a los ejemplos palpables de actuación sin tapujos para combatir el cambio climático en y desde la viticultura, y uno de ellos es el que lleva desplegando Familia Torres desde hace años con todo lo que tiene que ver con una óptima gestión de recursos (entre ellos los energéticos) para que la sostenibilidad sea una realidad y no una quimera.

La noticia de la que aporto detalles más que reveladores no es de ‘otros tiempos’. Se sitúa a finales del mes de julio de 2022 y está encabezada por un título clarificador: “Familia Torres llegará al 50% de autoconsumo energético en su bodega de Pacs del Penedès (Cataluña) en 2023”.

Es que para esta bodega familiar puntera en el mundo las energías renovables autogeneradas son clave para combatir el cambio climático y alcanzar su objetivo de reducir las emisiones de CO2 directas e indirectas en un 60% como mínimo en 2030 respecto al 2008 y convertirse en una bodega de emisiones cero netas antes del 2040.

Números y evidencias

Se pueden hacer cuentas respecto a la realidad canaria. Los viñedos se elevan sobre el nivel del mar y por cada 100 metros de altitud la temperatura desciende casi un grado. Es evidente que con el cambio climático se elevan los pH (medida de la acidez o la alcalinidad del suelo o de la uva) bajando la acidez, afectando la calidad, la estructura y la longevidad de los vinos.

Según Miguel Agustín Torres, presidente de Familia Torres e impulsor del programa ambiental Torres & Earth, “debemos acelerar e intensificar los esfuerzos para reducir las emisiones de CO2 en todos los sectores y a todos los niveles. Estamos ante una emergencia climática que ya es irreversible como nos demuestran las olas de calor y los incendios que estamos sufriendo en España y por todo el sur de Europa y que ocurrirán cada vez con más frecuencia. Hay que descarbonizar la economía con urgencia y tratar de adaptarse a la realidad climática que ya nadie puede cuestionar”. Categórico.
Según el balance auditado de emisiones de gases de efecto invernadero de Familia Torres (en este caso, Miguel Torres S.A.), la bodega ha reducido el 35% de sus emisiones de CO2 por botella del 2008 al 2021 en todo su alcance (alcances 1, 2 y 3), desde el viñedo hasta el consumidor.

En busca de la viabilidad

Desde La Palma, Vicky Torres aseveraba esto con motivo de la conversación a raíz de su sonada participación en un anuncio televisivo navideño que salía en apoyo de La Palma frente a las consecuencias del volcán. “Quizá estemos en un momento muy malo, algo que se ha vivido en otras etapas en Canarias; es como una carrera contrarreloj que hace que esté viviendo todos estos acontecimientos con responsabilidad; no me rindo pero tengo que cambiar para buscar la estabilidad de un proyecto que debería dar 30.000 botellas para ser sostenible también económicamente (cuando en las últimas añadas ha oscilado entre 11 y 13.000)”.

Seamos conscientes de que trabajar con la climatología como parte esencial y fundamental del proceso que lleva a disfrutar de una botella de vino en nuestra mesa es una tarea sumamente difícil. “Por los vientos que soplan, la viticultura, sus hombres y mujeres estarán en permanente estado de observación a todos los cambios habidos y por venir”, se augura en el referido artículo de “Canarias Gourmet”.

“Los técnicos y bodegueros –agrega- buscan plantas resistentes y que se adapten al cambio climático dándoles prioridad a las variedades locales que mejor se adaptan a estas variantes condiciones climáticas. Se trabaja con tratamientos naturales, se modifica la poda y se intenta optimizar los recursos como el agua, se usan cubiertas vegetales, agriculturas ecológicas, biodinámicas o regenerativas.

Pero sin duda todo ello debe estar respaldado por una forma de sentir y respaldar cualquier factor, cualquier gesto por parte de la sociedad canaria –incluido el consumo del vino- que realmente mantenga a raya el cambio climático y que éste, efectivamente, culmine algún día como una anecdótica ‘leyenda urbana’.