Calles arboladas que huelen a tierra húmeda después de la lluvia, fachadas elegantes que guardan historias en silencio, jardines cuidados como si fueran joyas... Hay un lugar atemporal en Canarias donde no hay prisas ni ruidos, solo elegancia, chalets y mucho —mucho dinero—.
Este rincón no es un invento reciente. Nació con una visión muy clara: ofrecer a sus vecinos un refugio donde la belleza, la historia y la naturaleza convivieran en perfecta armonía. Pasear por él es retroceder a otra época, cuando las ciudades se diseñaban pensando en las élites y no en el resto de mortales de a pie. Es ver la dualidad de un territorio cada vez más empobrecido conviviendo con uno de los espacios más lujosos de las Islas, donde la vivienda más barata a la venta no desciende de los 300.000 euros, siendo optimistas.
Un origen planificado
Se trata de Ciudad Jardín, en Las Palmas de Gran Canaria. Su historia comienza en 1922, cuando un proyecto urbanístico ambicioso quiso transformar huertas y viejos hoteles en una urbanización única. El encargo fue para el arquitecto Miguel Martín Fernández de la Torre, que ideó calles estrechas con esquinas en chaflán cóncavo y pequeñas plazas que daban carácter al barrio.
Las viviendas, de una o dos plantas, se rodearon de jardines privados y zonas verdes, con la intención de crear un entorno residencial armónico y exclusivo. Este diseño marcó un antes y un después en el urbanismo local.
Huella británica
Con el paso de los años, se ganó el sobrenombre de la “ciudad de los ingleses”. La comunidad británica dejó su impronta en la arquitectura y en lugares emblemáticos como la Iglesia Anglicana, el Club Inglés y el icónico Hotel Santa Catalina, que alojó a figuras como Agatha Christie.
También destaca el antiguo Hotel Metropole, hoy convertido en oficinas municipales, y otros edificios de corte europeo que mantienen vivo el espíritu de la Belle Époque en pleno Atlántico.
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Espacios icónicos
El Parque Doramas es uno de sus grandes tesoros: un espacio donde conviven fuentes, esculturas y plantas endémicas. Entre sus rincones, el monumento que recuerda al caudillo Doramas simboliza la resistencia frente a la conquista.
A pocos pasos, el Pueblo Canario combina arte, tradición y gastronomía, con un museo dedicado a la obra del artista Néstor Martín-Fernández de la Torre y un bodegón típico que mantiene vivas las recetas canarias.
Barrio exclusivo
Actualmente, aquí se concentran 2.068 viviendas, la mayoría construidas entre 1970 y 1979, con superficies que van de 120 a 150 m². Lo habitan 5.336 personas, en su mayoría mayores de 65 años, que disfrutan de la tranquilidad y el carácter único del lugar.
No faltan edificios institucionales como la residencia oficial del presidente del Gobierno de Canarias, la residencia del Jefe del Mando Aéreo de Canarias (MACAN) o el edificio principal de la Cruz Roja en la capital.
Patrimonio y calidad de vida
Este barrio no solo es el más rico del archipiélago, también es un símbolo de exclusividad y tradición. Su combinación de historia, urbanismo racionalista, huella británica y amplias zonas verdes lo convierten en uno de los enclaves más singulares y codiciados de Canarias.