¿Es Ciudad del Campo la Narnia de Las Palmas de Gran Canaria? En la periferia de la capital y “abandonados” por el Ayuntamiento, así es como se sienten los vecinos, como si vivieran en un lugar alejado al que solo se puede llegar a través de un ropero mágico.
Problemas en la recogida de basura, proliferación incontrolada de rabo de gato, ausencia de zonas para perros, deficiencias en el transporte público y la aparición de plagas de hormigas y mosquitos son las principales preocupaciones del barrio, según Daniel Casado, vecino de la zona.
Movimiento vecinal
Casado lleva un año tratando de impulsar un movimiento vecinal que sirva para canalizar todas estas reivindicaciones. Hasta ahora Ciudad del Campo se sumaba a las asociaciones de Piletas —barrio colindante —, pero varios vecinos del barrio que coinciden paseando con sus perros han decidido unirse a raíz de quejarse juntos de las carencias que presentan sus calles.
“Ciudad de la basura, ciudad de la selva, ciudad de las hormigas…Todas menos Ciudad del Campo”, denuncia Casado en el perfil de Instagram Vecinos de Ciudad del Campo, donde han comenzado a publicar los problemas que les atraviesan.
Basura en las calles
La basura es uno de los principales. En un recorrido por el barrio, Casado muestra a este medio cómo se encuentran los contenedores. “Siempre suelen estar llenos. No sabemos muy bien cuándo pasa el servicio de recogida”, señala.
Y a las bolsas que colman el contenedor, se suman la acumulación de residuos en la vía pública por parte de personas que no acuden al punto limpio, por lo que “se ha normalizado que siempre haya basura por todos lados”.
Rabo de gato descontrolado
No obstante, la basura no es lo único que entorpece caminar por las calles de Ciudad del Campo. El rabo de gato ha conquistado todas las aceras y bordes del barrio. El crecimiento descontrolado de esta planta invasora, además de afear el paisaje y suponer una amenaza para el ecosistema, ya ha causado algún que otro incidente.
“Una vecina se cayó bajándose del coche al tropezarse con una mata de rabo de gato. Tuvo que estar de baja durante un tiempo”, cuenta Casado, mientras apunta como por el lado del copiloto de su vehículo, lo primero con lo que se encuentra al abrir la puerta es un cúmulo de vegetación.
Falta de transporte público
El rabo de gato rodea a todos los coches aparcados en el barrio. Los vehículos forman toda una fila en una de las calles. Es el medio de transporte más usado por los vecinos y vecinas ante la falta de un servicio público que cubra las necesidades reales de la zona.
“Aquí solo viene la línea 320 de la Global. Su recorrido está bien. Pasa por todo el barrio, por Los Alisios, Tamaraceite y llega hasta San Telmo, pero pasa cada hora y la última es a las 21:00 horas…La gente que trabaja hasta tarde, por ejemplo, se tienen que bajar en la estación de Tamaraceite y ahí coger un taxi para llegar hasta sus casas. Siempre se ven taxis subiendo y bajando porque no queda otra opción si no se tiene coche”, explica Casado.
Para suplir las deficiencias del transporte público, los vecinos ya han solicitado reiteradas veces que la línea 44 de Guaguas Municipales, que hace el recorrido desde Santa Catalina a Isla Perdida, “suba en algún horario hasta Ciudad del Campo, coordinándose con la Global que pasa cada hora”. Pero la idea ha sido rechazada por el Ayuntamiento, según Casado.
Dependencia a Tamaraceite
Además de por la estación de guaguas, Tamaraceite se ha convertido en un punto clave para los residentes de Ciudad del Campo. Dependen del barrio vecino para servicios básicos como el ambulatorio, el centro cívico o supermercados y tiendas.
Casado entiende que no todos los barrios pueden disponer de los servicios porque supone una gran cantidad de inversión; sin embargo, plantea la posibilidad de facilitar a Ciudad del Campo un espacio comunitario donde se pueda fomentar las relaciones vecinales e incluso al que pueda acudir cada dos o tres días un médico y enfermero para atender a los residentes de la zona.
Un espacio para los perros
De todas formas, uno de los servicios que sí esperan que se valore poner en el barrio es un pipican o al menos un espacio para disfrutar con sus perros. Y es que, a pesar de que la mayoría de residentes tiene perro, carece de una zona habilitada para estar con ellos.
Esta carencia obliga a los dueños a llevar a sus mascotas hasta los márgenes del barranco, con los riesgos que ello implica tanto para los animales como para el entorno.
Crecimiento del distrito
Para Casado, así como para otros vecinos y vecinas de la zona, comienza a tocar replantear un poco el mapa urbano de la ciudad. Según indica, el crecimiento del Distrito Tamaraceite - San Lorenzo y Tenoya a raíz del incremento del precio de los alquileres y la compraventa de viviendas en el centro de la ciudad, se está haciendo notable.
“Quizás se podría dividir en un distrito más”, propone Casado. El distrito actual abarca 39 barrios, desde Almatriche — tanto Alto como Bajo —, Piletas, Ciudad del Campo, El Toscón, Las Mesas, Hoya Andrea, Casa Ayala hasta los que le dan su nombre.
Pequeñas reclamaciones
Casado reconoce que las reclamaciones no son nada del otro mundo porque, por ejemplo, no tienen problemas de seguridad como ocurre en otros barrios de la capital. Pero sí apunta que estos cambios mejorarán la vida en una zona que se siente abandonada y apartada.
“La última vez que vino un político al barrio fue cuando las últimas elecciones. Esperamos que la siguiente vez que tengamos visita, sea en las siguientes elecciones”, bromea el vecino. Reclaman calles limpias, aceras seguras, transporte que funcione y espacios adecuados para convivir. En definitiva, piden que Ciudad del Campo deje de sentirse como un barrio invisible dentro de su propia ciudad.
