La dimisión de Inmaculada Medina como concejala de Coordinación Territorial, Aguas y Carnaval y Fiestas ha sido el último terremoto en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Su salida, tras ser citada como investigada en el caso Valka por presunta malversación de fondos públicos, falsedad documental, prevaricación y fraude a la administración, ha dejado al descubierto las costuras del grupo de gobierno que lidera Carolina Darias.
En la sexta planta de las Oficinas Municipales, donde se concentra el núcleo político del consistorio, la interpretación es clara: la alcaldesa quiere convertir la rebambaramba generada por la marcha de Medina en una oportunidad para poner orden en el grupo socialista y calmar a sus socios de gobierno. La tarea no es menor. Medina manejaba un área de enorme peso político y presupuestario —Carnaval y Fiestas supera los 20 millones de euros— y el calendario aprieta: en dos meses la ciudad tiene que estar lista para el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.
Reparto de áreas
En este contexto, el nombre de Carla Campoamor, actualmente responsable de Deportes y Juventud, suena con fuerza en la casa consistorial como posible nueva titular de Carnaval y Fiestas. La apuesta por Campoamor permitiría a Darias colocar al frente de la fiesta más importantede la ciudad a una concejala ya rodada en la gestión —este es su tercer mandato dentro del grupo de gobierno— y con un equipo liderado por Josué Quevedo ya en funcionamiento, en un momento en el que el margen de maniobra es mínimo.
El otro gran bloque que deja Medina es Aguas, un área de fuerte carga técnica y estratégica para la ciudad. En los pasillos se da por hecho que podría recalar en Betsaida González, que ya tiene experiencia en gestión municipal y que vería reforzado su peso en el organigrama socialista. La Coordinación Municipal, tercera pata de la concejalía que ahora queda vacante, apunta a convertirse en la pieza más versátil del puzle. Sobre la mesa está que la asuma Alexis Rodríguez, que se incorporará al pleno del 28 de noviembre como siguiente en la lista electoral del PSOE, aprovechando su entrada para darle un área transversal con capacidad de coser barrio a barrio la relación entre el gobierno y el tejido vecinal.

Otra posibilidad que se maneja es un intercambio más fino de responsabilidades. En ese escenario, Rodríguez podría quedarse con Participación Ciudadana, el área que hasta ahora conducía Betsaida González, y que sea ella quien asuma Coordinación Municipal. El movimiento permitiría a Darias ordenar internamente el bloque socialista sin alterar en exceso el reparto general del gobierno, al tiempo que refuerza el perfil de quienes seguirán dando la cara en un mandato marcado por la presión judicial del caso Valka y por la tensión en la mayoría política.
Socios
Porque recomponer el mapa de concejalías socialistas no es la única urgencia en la agenda de la alcaldesa. Los socios del pacto —Nueva Canarias, Primeroa Canarias y Podemos, además del PSOE— siguen muy de cerca los pasos de Darias, especialmente desde la salida de José Eduardo Ramírez hacia Primero Canarias, fruto de la escisión en Nueva Canarias. Ese movimiento ha introducido un factor de inestabilidad que condiciona cada decisión.
La concejala de Podemos, Gemma Martínez, mantiene un discurso firme contra Ramírez: lo acusa de tránsfuga y exige su expulsión del grupo de gobierno. Si esa reclamación prosperara y Ramírez quedara fuera del bloque, el ejecutivo municipal perdería la mayoría en el pleno, abriendo un escenario delicado para la gobernabilidad. La presión de Podemos coloca a Darias en una posición incómoda: necesita a Martínez para sostener el pacto, pero también los votos y la influencia política de Ramírez y de su nuevo espacio.
Por su parte, Pedro Quevedo, referente de Nueva Canarias en el municipio, ha puesto el foco en Guaguas Municipales, la empresa pública adscrita al área de Movilidad —bajo control de Ramírez—. Desde filas nacionalistas se reclama un mayor control sobre su gestión, en un contexto en el que el transporte público es uno de los principales frentes de debate ciudadano. El mensaje es nítido: si el PSOE reordena su casa, Nueva Canarias no quiere quedarse atrás en el reparto de poder interno.
Intocable
En medio de esta pugna, Primero Canarias ha lanzado su propia advertencia. El entorno del nuevo partido nacionalista sostiene que si la alcaldesa retira competencias a Ramírez —como moneda de cambio para calmar a Podemos o ceder espacio a Nueva Canarias—, la formación abandonará el grupo de gobierno. Ese gesto dejaría a Darias ante un escenario aún más frágil, obligado a buscar apoyos externos o a reconfigurar por completo la arquitectura del mandato.

La alcaldesa se enfrenta, así, a un doble desafío. Por un lado, debe taponar la grieta que deja la dimisión de Medina —la segunda salida relevante en sus filas tras la de Adrián Santana, que hace un año dejó el acta como edil de Cultura— y garantizar que Carnaval, Aguas y la Coordinación Municipal siguen funcionando sin sobresaltos, a las puertas de uno de los periodos con mayor exposición pública del Ayuntamiento. Por otro, está obligada a contener a unos socios crecientemente impacientes, que han encontrado en el caso Valka y en la figura de Ramírez palancas para reabrir el equilibrio de fuerzas del gobierno municipal.
En los próximos días, las decisiones que tome Carolina Darias sobre el nuevo reparto de áreas y sobre el futuro de José Eduardo Ramírez marcarán no solo la estabilidad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, sino también el relato político de un mandato en el que la alcaldesa se ve obligada a gobernar entre la urgencia del calendario festivo, el ruido judicial y la presión de unos socios que ya han demostrado que están dispuestos a tensar la cuerda.

