“Esto es invivible, han matado a un barrio”. Miguel Vera es un vecino de Las Palmas de Gran Canaria que vive en la calle Luchana, una vía que desde el pasado 14 de abril se ha visto afectada por un cambio en la circulación del tráfico. Ahora es de doble sentido y soporta el paso de todos los vehículos que antes transitaban por Fernando Guanarteme y se incorporaban a la circunvalación. Se ha convertido en una arteria principal y los residentes denuncian el ruido, la contaminación y el mal estado de la carretera.
El Ayuntamiento capitalino cerró en aquel momento temporalmente el tráfico de la calle Fernando Guanarteme entre Cayetana Manrique y la Plaza América. La duración prevista es de tres meses, por lo que en julio ya debería estar abierto de nuevo –aunque los vecinos aseguran tener dudas con los plazos–. El motivo para hacerlo es el proyecto con el que se tiene previsto ampliar en un futuro la Avenida Mesa y López.
Socavones en la carretera
Toda esta situación ha provocado que cada día circulen por Luchana infinidad de camiones tráiler que, según cuentan los vecinos a Atlántico Hoy, estropean la calzada hasta el punto de generar socavones con frecuencia. “La semana que viene verás un parche nuevo”, afirma Esther Batista, quien también vive en esa área y asegura sufrir con la contaminación auditiva y el hollín que se cuela en su casa. “Vivimos con las ventanas cerradas, el barrio se está asfixiando”, asevera.
Varias personas se han concentrado allí este martes para hablar del tema y expresar su malestar con lo que está ocurriendo. A Batista y Vera se unió también Jorge Galván, quien tiene una casa en una de las calles afectadas y asegura que esto ha supuesto un cambio radical a la forma de vivir que habían tenido siempre. “Esto era supertranquilo, no había humos ni ruidos”, sentencia.
Problemas para acceder
No solo Luchana se lleva la peor parte. Los tráiler, para dirigirse hacia las zonas industriales, deben subir ahora por la calle Párroco Francisco Rodríguez Rodríguez. Quienes viven en los alrededores cuentan cómo, en algunas ocasiones, los camiones o las guaguas han tenido que dar marcha atrás por la gran inclinación y la estrechez.
Es el caso de Delia Hernández, que cuenta hastiada cómo “no hay ni un paso de peatones y los coches entran a una velocidad tremenda”. “Es la bajada de los niños al cole por la mañana”, indica. Narra también cómo ha visto coches averiados sin fuerza para subir. “Guanarteme entero está indignado”, exclama.
"He visto crecer Guanarteme"
Hernández enseña a este periódico el exterior de su vivienda. Con solo pasar un dedo por la pared o la puerta de su garaje se puede ver cómo el hollín se ha quedado incrustado, pero matiza que ocurre cada día. “Yo nací aquí y he visto crecer Guanarteme. Tiene que hacerlo, pero no en estas condiciones. Al Ayuntamiento le pedimos otra alternativa”, comenta la mujer. Lo que solicitan a la corporación municipal como propuesta de mejora es que se suba por Cayetana Manrique y así Luchana volvería a ser de un solo sentido.
Miguel Vera relata que debe cambiar las cortinas todas las semanas “porque están negras”. “Yo me siento en un garaje dentro de mi casa”, ironiza, para añadir con rotundidad: “De esta manera no quiero vivir en Guanarteme”. El vecino sostiene con enfado que en su casa deben gritar para poder escucharse y “ver la tele es un suplicio”.
¿Solo para residentes?
Delia Hernández expone que este lunes se reunieron con el concejal de distrito y que tomó nota de lo ocurrido para intentar buscar una solución al respecto. Jorge Galván reconoce que no entiende por qué han hecho así las cosas y resalta que “esto es una trama urbana consolidada. En la ciudad no hay unas calles tan bien trazadas como estas”.
Otra de las quejas que transmite el vecindario es que, en un primer momento, se había dicho que Cayetana Manrique, Fernando Guanarteme y Luchana serían de uso exclusivo para residentes. Algo que, al menos en Luchana, no está ocurriendo. “Y si iba a ser temporal se debe señalizar con líneas amarillas y no lo está”, expone Batista.
"Le falta poco para hundirse"
Pepi González ve mal que hayan convertido Luchana en una calle de doble sentido porque suele estar transitada por personas que van al supermercado del barrio. Mientras señala un hoyo que se está comenzando a formar, opina que “le falta poco para hundirse”. “Además, la calle Cayetana Manrique está llena de planchas en el suelo porque se han ido rompiendo las alcantarillas”, espeta.
“Hay momentos en los que tienes que parar de hablar porque los trailers no dejan escuchan”, comenta también. Ella vive unas calles más abajo y toda esta realidad no le afecta de forma directa, pero se une a la causa por empatía con sus vecinos. “Tenemos que apoyarnos todos”, dice convencida.