El cuerpo de bomberos de Las Palmas de Gran Canaria atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia reciente. A la larga disputa laboral con la Jefatura del Servicio y el Ayuntamiento se ha sumado ahora un conflicto interno que ha roto la cohesión entre los propios efectivos.
Una carta interna de la Comisión Representativa de la Asamblea de Bomberos, remitida a todos los parques del municipio, ha encendido las alarmas. En el documento, al que ha tenido acceso Atlántico Hoy, el órgano que coordina las acciones colectivas de protesta advierte de que los acuerdos de asamblea “no son sugerencias individuales, sino decisiones vinculantes”, y que los bomberos que no los acaten “deberán asumir la responsabilidad de sus actos”.
Recursos Humanos
El texto, de tono contundente, defiende que la fuerza del colectivo radica en la unidad y que cualquier incumplimiento favorece “directamente a la Jefatura”. Además, insta a “cerrar filas” en torno a las medidas de presión aprobadas, que incluyen la suspensión voluntaria de tareas no obligatorias, la negativa a realizar horas extraordinarias y la aplicación estricta de los descansos y permisos.
“Nuestra única fuerza es la unidad, y romperla significa ponerse del lado contrario a los intereses de todos. No hay espacio para la tibieza ni para actitudes individuales”, recoge la carta.
El documento ha sido puesto en conocimiento del área de Recursos Humanos del Consistorio capitalino, que estudia si su contenido podría derivar en un expediente informativo por su posible carácter coercitivo o disciplinario.
Clima de intimidación
Mientras tanto, varios efectivos del propio servicio aseguran haber sufrido actos de sabotaje y amenazas veladas desde el inicio del conflicto. Según ha podido saber este periódico, algunos bomberos que se han mostrado críticos con la estrategia del colectivo o han decidido no secundar las medidas de presión han denunciado desperfectos en sus taquillas, daños en vehículos personales y hostigamiento en los turnos.

Aunque no existen denuncias formales registradas en la Policía Local o la Jefatura, las incidencias habrían sido comunicadas internamente y han generado un creciente clima de desconfianza y temor en el interior de los parques.
“Estamos viendo comportamientos impropios de un cuerpo que históricamente se ha distinguido por la solidaridad entre compañeros. Hay fracturas profundas y un ambiente enrarecido”, lamenta una fuente del propio servicio que pide anonimato.
Conflicto enquistado
El origen de la disputa se remonta a las reivindicaciones laborales que los bomberos mantienen desde hace más de un año con el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. El colectivo reclama mejoras en la organización de turnos, refuerzo de plantilla, actualización del reglamento y compensaciones por servicios extraordinarios.
Las negociaciones con la Jefatura y el área de Seguridad permanecen estancadas y la tensión ha derivado en acciones colectivas de presión que afectan al normal funcionamiento del servicio. En este contexto, la publicación de la carta y las denuncias de sabotaje suponen un nuevo punto de inflexión en la crisis.

Unidad o ruptura
La situación actual deja al servicio dividido entre dos sensibilidades: por un lado, quienes apoyan mantener la línea de presión para lograr mejoras laborales; por otro, quienes piden rebajar el tono y retomar el diálogo con la Administración.
Ambas partes coinciden en que el conflicto con la Jefatura no puede resolverse mientras persista la desconfianza interna. Pero el camino hacia la reconciliación parece largo.
Lo que comenzó como una reivindicación laboral legítima se ha transformado en una crisis interna que amenaza con erosionar la imagen pública de los bomberos y la propia estabilidad del servicio de emergencias más emblemático de la ciudad.

