¿Más fiestas, más votos?

Un estudio asegura que los alcaldes que duplican la cantidad de dinero per cápita dedicada a las festividades locales durante el último año de legislatura se benefician unos dos puntos porcentuales en las próximas elecciones

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¿Más fiestas, más votos? / EFE
¿Más fiestas, más votos? / EFE

Fiestas que duraban más de cien días, leones, gladiadores o luchas para ver morir a los enemigos de Roma, un poco de comida al alcance de todos —gratis, aunque de dudosa calidad— y ya, fin. La conocida frase de “al pueblo pan y circo”panem et circenses— tiene miles de años y su propósito siempre fue claro: mantener controlada a la población para que no hiciera preguntas, no dudara o, simplemente, para mantener su mente fija en cosas menos relevantes que el desarrollo de un imperio. Y es que alguien que cree que es feliz no se va a cuestionar dicha felicidad y esa siempre ha sido el arma más poderosa de la política

Y ahora, en pleno siglo XXI, ¿las fiestas locales afectan a una perspectiva de reelección electoral? “Usando datos de España, los alcaldes que duplican la cantidad de dinero per cápita dedicada a las festividades locales durante el último año de legislatura se benefician unos dos puntos porcentuales en las próximas elecciones”, asegura un estudio realizado por Marc Guinjoan y Toni Rodón, ¡Vamos de fiesta! El impacto de las festividades locales en el apoyo electoral del titular.

Son dos los mecanismos que explican esa relación, continúa el informe, “en primer lugar, los cambios en el presupuesto destinado a festividades potencian el apoyo del titular cuando este ha sido generoso. En segundo lugar, las festividades locales generan recompensas positivas cuando la situación financiera del municipio es estable”, expone. 

Instrumento político

En el calendario de cualquier amante de las fiestas de pueblo que se precie siempre están marcadas las fechas clave. Y para muchos no solo las del propio sino también las de los barrios vecinos. Eventos populares que duran varios días, los universitarios regresan a casa por esa época, algunos trabajadores piden vacaciones y se convierten en todo un reencuentro. 

“Pero las fiestas mayores no son solo diversión. Pueden ser, además, un potente instrumento político. Los alcaldes y alcaldesas suelen aprovechar la ocasión para darse a conocer, aparecer con frecuencia en público e incluso conectar con votantes fuera de su círculo habitual. Desgraciadamente, las fiestas mayores también tienen su cara negativa y a veces se utilizan para atrapar asociaciones o distribuir rentas entre los políticamente próximos”, explican los autores del estudio. 

Una multitud se dispone a saltar al Charco, en La Aldea de San Nicolás / EFE
Una multitud se dispone a saltar al Charco, en La Aldea de San Nicolás / EFE

Más fiesta, ¿mejores resultados?

Para la creación del estudio —que abarca el ciclo electoral 2011 a 2015—, Guinjoan y Rodón analizaron los datos presupuestarios y electorales de más de 2.100 municipios y llegaron a la conclusión de que durante ese periodo los ayuntamientos españoles gastaron de media unos 32 euros por habitante solo en fiestas mayores. 

Además, el mismo estudio asegura que “los alcaldes que duplican la cantidad de dinero per cápita dedicado a fiestas durante la legislatura obtienen en las siguientes elecciones un porcentaje de votos dos puntos porcentuales más alto”. Asimismo, “el efecto del gasto en fiestas es mayor cuando el municipio tiene una deuda baja y cuando este ha organizado unas festividades satisfactorias a lo largo de la legislatura”. 

Detrás de la reelección

De forma general, el artículo pretende comprender la relación entre los eventos sociales y de ocio y el comportamiento político de la ciudadanía influenciada por estos. Aunque, “a pesar de que las festividades locales se circunscriben principalmente al mundo hispano-latino y católico, nuestros hallazgos arrojan luz sobre el potencial efecto de otro tipo de eventos sociales (festivales, conciertos, eventos deportivos…) que también se celebran en otras partes del mundo”. 

Guinjoan y Rodón defienden la necesidad de los investigadores sociales “de considerar otros dominios más allá de los bienes públicos primarios —educación, salud o infraestructuras— a la hora de intentar comprender qué hay detrás de la reelección de nuestros alcaldes y alcaldesas. El panem et circenses de Juvenal parece seguir vigente”, concluyen.