El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha renovado su misión en el Sáhara Occidental y, con ello, ha reafirmado el plan de autonomía marroquí como punto de partida para resolver el conflicto.
La resolución, aprobada con once votos a favor, tres abstenciones y ninguno en contra, prolonga la presencia de la ONU en el territorio hasta octubre de 2026 e insta a las partes a reanudar las negociaciones “sin condiciones previas y de buena fe”.
El texto marca un nuevo paso en la evolución del enfoque internacional: el referéndum de autodeterminación prometido hace más de tres décadas se aleja cada vez más, mientras la comunidad internacional acepta de facto la autonomía marroquí como la opción más realista.
Propuesta marroquí
La resolución aprobada en Nueva York se apoya en la propuesta que Marruecos presentó en 2007, que plantea un régimen de autonomía bajo soberanía marroquí para el Sáhara Occidental. El plan otorgaría al territorio competencias administrativas, judiciales y económicas propias, aunque sin romper su vínculo político con Rabat.

Para el Consejo de Seguridad, esta iniciativa representa una “base seria, creíble y realista” para alcanzar una “solución justa y duradera”. El texto también reconoce la necesidad de garantizar la libre determinación del pueblo saharaui, pero sin especificar que deba celebrarse un referéndum, el elemento que durante décadas fue el núcleo del conflicto.
EE UU refuerza su apoyo
La votación fue recibida con satisfacción por Estados Unidos, principal aliado de Marruecos en este asunto. El representante estadounidense, Michael Waltz, calificó el resultado como “histórico” y afirmó que su país “está decidido a respaldar una paz largamente esperada” sobre la base de la autonomía marroquí.
Washington mantiene la línea iniciada por Donald Trump en 2020, cuando su administración reconoció oficialmente la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Rabat e Israel. Esa decisión, rechazada por el Frente Polisario y por Argelia, cambió el tablero diplomático y consolidó el liderazgo marroquí en la narrativa internacional sobre el conflicto.
Malestar de Argelia
La respuesta de Argelia, país que respalda al Frente Polisario, fue inmediata. Su representante ante la ONU, Amar Bendjama, anunció que su país no participó en la votación porque, según dijo, “no refleja fielmente la doctrina de Naciones Unidas en materia de descolonización”.
Bendjama reconoció que el texto “introduce mejoras sustantivas”, como la mención al derecho del pueblo saharaui a la libre determinación, pero insistió en que “se queda corto respecto a las aspiraciones legítimas del pueblo saharaui”.
Argelia defiende que la única vía legítima es un referéndum de independencia, una consulta prevista en el acuerdo de alto el fuego de 1991 pero que nunca se ha celebrado.
Europa y China piden equilibrio
Francia, aliado tradicional de Marruecos, apoyó la resolución e hizo un llamamiento a mantener el diálogo y la estabilidad regional. El embajador francés, Jérôme Bonnafont, advirtió de que “la población civil sigue siendo la principal víctima del bloqueo político” y pidió no perder de vista “los riesgos humanitarios del conflicto”.

Por su parte, China y otros países que se abstuvieron recordaron que la ONU debe seguir siendo el canal principal de negociación y evitar que la disputa se convierta en un foco de competencia geopolítica en el norte de África.
Conflicto congelado
El Sáhara Occidental continúa siendo un territorio pendiente de descolonización, según Naciones Unidas. Marruecos controla la mayor parte del área y considera que la autonomía es la única salida viable, mientras que el Frente Polisario reclama la independencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Desde el alto el fuego de 1991, la ONU ha intentado impulsar sin éxito un referéndum que permita a los saharauis decidir entre la independencia o la integración en Marruecos.
Tres décadas después, esa consulta parece descartada en la práctica, y el conflicto ha quedado reducido a un equilibrio frágil de intereses diplomáticos en el que ni Rabat ni el Polisario han logrado imponer su narrativa.
Marco de consenso
Con la nueva resolución, el Consejo de Seguridad consolida la autonomía marroquí como el camino preferente para resolver el conflicto. El texto subraya que “una autonomía genuina podría representar el resultado más factible”, alentando a las partes a presentar propuestas que refuercen ese modelo.
Para los observadores internacionales, se trata de una victoria diplomática para Marruecos y de un golpe simbólico para el Frente Polisario, que ve cómo el referéndum pierde relevancia en el discurso internacional.
El resultado, sin embargo, no acerca la solución política, sino que prolonga el statu quo de un conflicto que, tras casi cincuenta años, sigue siendo una de las heridas abiertas del norte de África.
