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Consejos para proteger la salud ocular frente a la exposición a pantallas

La utilización prolongada de dispositivos tecnológicos causa una serie de alteraciones visuales que requieren de unas pautas para corregirlas

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Un oftalmólogo revisa la vista de una paciente / QUIRÓNSALUD
Un oftalmólogo revisa la vista de una paciente / QUIRÓNSALUD

El uso de las nuevas tecnologías obliga a pasar mucho tiempo frente a dispositivos visuales. Los ordenadores, las tabletas, los teléfonos móviles, los libros electrónicos e incluso la televisión son algunos de los aparatos que ya forman parte de la vida cotidiana en esta era digital. Quizá, en exceso. La saturación visual es un foco de problemas que afectará a la salud del usuario y a su rendimiento si no se toman medidas adecuadas para reducir en lo posible la sobreexposición a las pantallas.

Es el caso del síndrome del usuario de las pantallas de visión, un conjunto de alteraciones oculares, visuales y extraoculares que se producen por la utilización prolongada de dispositivos tecnológicos. Entre sus síntomas destacan la fatiga ocular, el dolor de cabeza, la visión borrosa, sequedad ocular y dolor de cuello.

Síntomas

El jefe del servicio de Oftalmología de Hospital Quirónsalud Tenerife, el doctor Ignacio Iceta, defiende que hoy por hoy “no existe evidencia científica” que demuestre que las pantallas de teléfonos móviles o tabletas estropeen la vista.  “Se han hecho estudios con la luz azul in vitro y sí, parece ser que puede haber cierta muerte celular, pero en humanos no hay ningún estudio que evidencie que estos dispositivos producen lesiones en la vista. Ninguno", subraya el doctor.

“Otra cosa es lo que nosotros llamamos la fatiga ocular o el síndrome del usuario de pantallas de visión, que son pacientes que por el uso continuado de las pantallas tienen signos y síntomas colaterales, como el picor de ojos, cansancio o fatiga”, explica el oftalmólogo.

Corregir los defectos visuales

Para minimizar las consecuencias de un uso continuado de estos dispositivos, el especialista recomienda un consumo moderado para evitar el cansancio y las molestias causadas por una sobreexposición a las pantallas. Y, para ello, es importante adoptar una serie de medidas que ayuden a corregir los defectos visuales que origina esta nueva patología.

Para retrasar la aparición de estas señales, no basta con relajar la mirada y descansar cada cierto tiempo. Hay que estandarizar un patrón de actuaciones que minimice los efectos de un trastorno que se caracteriza por picor e irritación en los ojos.

La importancia del descanso

La primera recomendación es parpadear con frecuencia. El doctor Iceta explica que el ritmo habitual es de 22 ó 24 veces por minuto, pero que, cuando se está ante una pantalla, la frecuencia de parpadeo disminuye drásticamente hasta llegar a 6, 7 u 8 veces por minuto. “Eso hace que la lágrima se evapore y que el ojo se seque, lo que provoca sensación de tener arenilla, de piedras en los ojos”, añade Ignacio Iceta.

El doctor Iceta insiste en la necesidad de unos descansos periódicos. El especialista explica que dentro del ojo tenemos un músculo, el músculo ciliar, que es el encargado de enfocar de cerca y que cuando lo forzamos mucho se fatiga.  “Animamos a todos nuestros pacientes a que cada cierto tiempo se levanten y miren al horizonte, a lo lejos, para que este músculo se relaje y descanse”, explica.

‘Estirar la vista’

También es aconsejable usar las pantallas de visión a una distancia prudente de entre 40 y 50 centímetros. En este mismo sentido, es preferible situar el borde superior de la pantalla a la altura de los ojos (o en un plano inferior) para que la mirada vaya de arriba abajo. De esta forma, el párpado cubre un poco más los ojos y se reduce la evaporación de la lágrima. “De todas estas medidas, las más importantes son las dos primeras: parpadear con frecuencia y estirar la vista”, aclara el especialista.

El oftalmólogo recuerda la importancia de someterse a una revisión oftalmológica, al menos dos veces en la vida. Entre los 4 y 6 años, para confirmar que los niños ven correctamente y, a partir de los 60-65 años, para poder diagnosticar a tiempo patologías silentes asociadas a esta edad como son la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) o el glaucoma.