La carcinomatosis peritoneal es una de las formas más complejas y agresivas de cáncer, pero gracias a los avances en cirugía y tratamientos específicos, la supervivencia a cinco años supera el 40% en pacientes seleccionados, con una calidad de vida destacable.
Este tipo de cáncer se origina cuando células malignas se diseminan al peritoneo, la membrana que recubre los órganos abdominales. Puede originarse a partir de diversos tipos de tumores, como el cáncer de ovario, colorrectal, gástrico, o incluso el propio peritoneo.
Múltiple tipología
“El carcinoma peritoneal puede originarse a partir de diferentes tipos de cáncer, como el de ovario, colorrectal, gástrico, mesotelioma o pseudomixoma peritoneal”, explica el doctor José Antonio Pérez, jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Quirónsalud Tenerife.
En el caso del cáncer de ovario, hasta el 70-75% de las pacientes son diagnosticadas en estadios avanzados, presentando carcinomatosis peritoneal. En otros tipos de cáncer, como el colorrectal o el gástrico, esta complicación aparece en el 10-20% de los casos.

Un diagnóstico complicado
Detectar la carcinomatosis peritoneal no es sencillo, ya que los síntomas pueden confundirse con otras afecciones. Entre ellos se incluyen la distensión abdominal, molestias digestivas o dolor abdominal.
Para confirmar el diagnóstico, se utilizan pruebas de imagen como el TAC, la resonancia magnética (RM) y la tomografía por emisión de positrones (PET). Además, la laparoscopia es clave, ya que permite observar directamente el peritoneo, valorar la extensión de las lesiones y tomar biopsias.
“El estadio del cáncer primario y las características biológicas del tumor son determinantes en la incidencia de la carcinomatosis y en su abordaje”, subraya el doctor Pérez, destacando la importancia de un diagnóstico temprano y preciso.
¿Qué es la cirugía citorreductora?
El tratamiento principal para la carcinomatosis peritoneal es la cirugía citorreductora (CRS). Este procedimiento busca eliminar todo el tumor visible de la cavidad abdominal y puede implicar la resección de órganos afectados, como el intestino, el colon, el bazo, los órganos genitales internos, e incluso partes de la membrana peritoneal y las cúpulas diafragmáticas. Para asegurar la eliminación de pequeños nódulos, también se utiliza la electrocoagulación en áreas críticas como el mesenterio.
En el caso del cáncer de ovario, la citorreducción completa, es decir, la eliminación total del tumor durante la cirugía, es el principal factor pronóstico. “En pacientes con cáncer de ovario, el factor pronóstico más importante es lograr una citorreducción completa durante la cirugía”, afirma el ginecólogo.
La HIPEC, ¿una herramienta revolucionaria?
En muchos casos, la cirugía se combina con la Quimioterapia Intraperitoneal Hipertérmica (HIPEC). Este tratamiento consiste en administrar quimioterapia caliente (a 41-42°C) directamente en la cavidad abdominal al finalizar la cirugía.
Este enfoque permite una mayor concentración del fármaco en la zona afectada, minimizando los efectos secundarios sistémicos y mejorando significativamente la supervivencia en pacientes seleccionados. Ensayos clínicos han demostrado que la combinación de CRS y HIPEC puede marcar la diferencia en casos avanzados. “La combinación de CRS y HIPEC ha demostrado mejorar significativamente la supervivencia en pacientes seleccionados”, reitera el doctor Pérez.
Alternativas para casos no quirúrgicos
Para pacientes no aptos para cirugía, se están explorando técnicas como la PIPAC (Quimioterapia Intraperitoneal Presurizada en Aerosol), que se administra por laparoscopia.
Este tratamiento ayuda a controlar los síntomas y limitar el avance de la enfermedad en casos avanzados, brindando una opción prometedora.