La imagen del mercado repleto de clientes y visitantes estos días contrasta con otra mucho más silenciosa: la de los campos cada vez más vacíos y las granjas que echan el cierre en distintos puntos de Tenerife.
Estefanía Hernández, presidenta del Mercado Nuestra Señora de África, en Santa Cruz de Tenerife, en declaraciones a Atlántico Hoy ha elevado la queja por la situación actual que atraviesa el sector primario en Canarias.
Terreno abandonado
Ella, que ha crecido vinculada a la agricultura y a la ganadería, nos comenta como recuerda ver de niña los muelles llenos de sacos de papas para exportar y se confiesa “harta” de ver cómo desaparecen granjas de gallinas, de conejo o explotaciones de cochino, mientras el producto local se encarece hasta convertirse en un lujo.
Durante la conversación hablamos de los productos de la tierra que lucen diariamente en cada puesto, la gran mayoría fruto del trabajo local, “cada vez más complicado”. “Antes recorríamos nuestros campos y veíamos terreno sembrado y ganado. Ahora, la tristeza que produce ver abandonadas todas esas huertas es insoportable.”, subraya. “¡Y no es por el relevo generacional, sino porque quien tiene que hacer su trabajo no lo hace!”, puntualiza.
Competencia desleal
“La papa del país se paga a precio de oro porque apenas quedan agricultores sembrando, y muchos productores tienen dificultades para colocar sus cosechas en condiciones dignas”, comenta.
“A esto se suma la competencia de terceros países como Marruecos, Israel o la India, desde donde llegan frutas, hortalizas y hasta huevos, favorecidos por acuerdos comerciales y costes mucho más bajos”, lo que provoca, señala “una competencia desleal hacia unas islas con agricultura mayoritariamente artesanal”.
Desprotección
Hernández apunta directamente a la política y a la normativa como parte del problema. Denuncia que la legislación pensada para la Europa continental o para la Península se aplica sin matices en Canarias, pese a que la insularidad, la lejanía y el pequeño agricultor exigen reglas hechas a medida, como ya ocurre en otras regiones ultraperiféricas europeas.
En su opinión, eurodiputados y diputados estatales “no han hecho su trabajo” porque no han peleado suficientemente por un marco que proteja al agricultor canario frente a las importaciones masivas y los requisitos burocráticos que asfixian a las explotaciones medianas y pequeñas.
Intentar resistir
Mientras tanto, el mercado intenta resistir como último eslabón visible de ese sector primario en retirada. Para la presidenta, la agricultura local es una “reliquia” que debería mostrarse al mundo, no solo por identidad o nostalgia, sino también por pura supervivencia.
Según expone, sin agricultores, sin granjas y sin producto propio, la ciudad dependerá cada vez más de lo que llegue en barco desde fuera. Y eso, advierte, “no solo encarece la cesta de la compra, sino que deja a Canarias sin una de sus mayores fortalezas: su capacidad para alimentarse con productos propios y de calidad ”.
