'Apps' para hacer la compra: positivas aunque mejorables

AtlánticoHoy analiza con la nutricionista Laura Saavedra las dudas que despiertan las aplicaciones nutricionales, cuyas descargas crecen a ritmo acelerado

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Una nueva forma de hacer la compra comienza a implantarse en los supermercados de Canarias. Cada vez es más común ver a cualquier consumidor escaneando los códigos de barras de los alimentos a su alcance a través del móvil mientras hace la compra. ¿El motivo? Analizar si su consumo es recomendable o no.

Si usted no lo ha hecho todavía, probablemente lo haga pronto, según se desprende del ritmo actual de descargas de aplicaciones móvil de consulta nutricional tan demandadas como Yuka, El CoCo o la del nutricionista Carlos Ríos, creador del movimiento Real Fooding, denominada MyRealFood, entre otras.

Como muestra, a Yuka la han descargado en Francia, su país de origen, más de 10 millones de consumidores y en España ya la han probado más de 400.000 desde que se estrenó, a finales del pasado mes de mayo. Su media de descargas mensuales da una idea del avance imparable de esta aplicación gratuita "100% independiente", según defienden sus creadores, quienes afirman que ninguna marca influye en sus evaluaciones.

Pero estas aplicaciones ¿realmente resultan de utilidad para el consumidor? ¿Convencen los criterios utilizados en sus valoraciones a los nutricionistas?

Para contestar a estas preguntas el medio digital canario AtlánticoHoy ha hablado con una experta en la materia, la dietista y nutricionista tinerfeña Laura Saavedra, especialista en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, quien opina que este tipo de aplicaciones son, a grandes rasgos, "una buena herramienta", aunque matiza que "siempre que consigan facilitar la elección de un producto más sano". "Son positivas, aunque siempre mejorables", señala.

laura saavedra La nutricionista Laura Saavedra | CEDIDA

Pese a las dudas vertidas sobre su efectividad, lo cierto es que el éxito de este tipo de iniciativas nos lleva a pensar que en Canarias "cada vez estamos más preocupados por nuestra alimentación", admite Saavedra.

Distintas encuestas a nivel nacional cifran en cerca del 60 % el total de consumidores que consulta las etiquetas de los productos antes de decidirse a comprar. "El problema radica en que no sabemos interpretar, al leer el etiquetado, si ese producto no es recomendable consumirlo", subraya la nutricionista, quien lo considera una condición indispensable para "poder realizar una compra sana, una buena elección alimentaria".

Los ciudadanos contamos con mucha información, pero "nos resulta muy confusa". Remarca que el problema radica en que, al leer el etiquetado, el consumidor "no sabe identificar si el producto es recomendable consumirlo o no". Por ello, aplicaciones como estas permiten, tras escanear el código y ver la evaluación del producto, conocer si es apto o no apto según la misma.

"Que un producto sea apto para el consumo y esté en el supermercado no quiere decir que sea sano"

"Que un producto sea apto para el consumo y esté en el supermercado no quiere decir que sea sano", subraya la experta, quien mantiene que "no todo lo que se puede comer nos alimenta". Sin embargo, expone que, "por mucho que le digas a las personas que deben evitar los productos muy elaborados, los consumidores no suelen leer la etiqueta ni valorar lo que van a comprar". Por lo tanto, si estas herramientas les facilita la elección de alimentos sanos, "me parece una buena estrategia", resume la experta.

CODIGOS DE BARRASCódigos de barras y etiquetado de los productos | IMAGEN DE LA RED

Detractores
En cuanto a las críticas que relacionan estas aplicaciones con trastornos de la conducta alimentaria, la experta rechaza este aspecto. "Decir que es un detonante es muy fuerte. Siempre hay una historia detrás de un trastorno de este tipo, por lo que es muy alarmista decir que este tipo de herramientas puedan ser el detonante cuando hay muchos más. En interntet, en una lectura rápida, te puedes encontrar millones de dietas milagro", expone.

Asimismo, junto a las dudas que despierta su supuesta independencia, Laura Saavedra explica que existe un sector "un poco crítico" por la diferencia en los aspectos que entran en valoración en cada una de estas 'Apps'. Así, algunas de ellas, al no tener el cuenta el grado de procesamiento, pueden llegar a considerar un alimento ultraprocesado como saludable, como puede ser el caso de un yogur bebible.

En lo que respecta a El CoCo, la aplicación sí calcula el grado de procesamiento de cada producto y te avisa cuando son ultraprocesados, mientras que Yuka se basa más en criterios como la calidad nutricional, que representa el 60% de la nota final, proveniente del etiquetado NutriScore o semáforo nutricional o en la presencia de aditivos.

Con respecto al "alarmismo" que crean al rechazar un producto por su presencia de aditivos, Saavedra matiza que "lo que hacen es cumplir una función: aportar una vida útil más larga. "La industria facilita que podamos consumir más alimentos de muchas formas y que su consumo no tenga que ser inmediato", expone. "Si podemos evitar consumir aditivos mejor, es lo más saludable, pero eso no quiere decir que los aditivos sean malos, por lo que es un argumento muy simple", mantiene. Todos los aditivos que están en el mercado son seguros en las dosis empleadas y están evaluados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.

"La industria alimentaria tiene un poder muy grande, factura mucho, y la salud de las personas les importa bastante poco. Lo que les interesa es vender", subraya.
En su opinión es importante "no centrarnos solo en la cantidad de aditivos que tiene un alimento, sino en la calidad de los ingredientes". "Normalmente, cuando lleva muchos aditivos o ingredientes que no sabemos identificar bien, lo mejor es evitarlo. La crítica no va hacia el aditivo en sí, sino al uso que se le da, que es muchas veces para potenciar el sabor y hacer que ese producto se consuma mucho más", considera la nutricionista.

Al final, con estas aplicaciones el consumidor sigue sin saber cómo alimentarse ni cómo generar un hábito de alimentación saludable, aunque sí se plantea más qué productos están en la cesta de la compra y comienzan, por tanto, a sensibilizarse sobre la calidad real de los alimentos.

Pese a estos matices, Saavedra concluye que este tipo de aplicaciones son "una buena herramienta", pero "deben ir acompañadas de un buen mensaje, una buena educación", con iniciativas formativas que "tendrían que darse por parte de los gobiernos, con buenas campañas para que los ciudadanos puedan elegir bien qué alimentos forman parte de su alimentación. Lo que pasa es que eso no es así", reconoce.

Además, destaca que "la industria alimentaria tiene un poder muy grande, factura mucho, y la salud de las personas les importa bastante poco. Lo que les interesa es vender", subraya.