Imagen de un veterinario./ ARCHIVO
Imagen de un veterinario./ ARCHIVO

La burbuja del alquiler asfixia las urgencias veterinarias de Lanzarote y Fuerteventura

El Colegio de Veterinarios advierte de que la falta de vivienda asequible impide captar personal y rechaza imponer guardias que obliguen a las clínicas a trabajar a pérdidas para mantener el servicio

Alberto Ley

El Colegio Oficial de la Profesión Veterinaria de Las Palmas ha emitido un comunicado para aclarar la difícil situación que atraviesa el sector en las islas orientales. La entidad ha advertido de la inviabilidad de garantizar urgencias 24 horas en Lanzarote y Fuerteventura bajo las condiciones actuales. Según la organización colegial, esta imposibilidad no responde a una falta de compromiso de los facultativos, sino a una carencia estructural de recursos humanos, económicos y logísticos que requiere un abordaje serio por parte de las administraciones.

La institución ha querido trasladar a la ciudadanía que la exigencia de cubrir servicios de urgencias durante todo el día no es realista en el contexto presente. Las clínicas veterinarias de ambas islas operan, en su gran mayoría, con equipos muy reducidos y frecuentemente unipersonales. Los profesionales ya afrontan jornadas laborales prolongadas con una elevada carga asistencial y emocional, por lo que imponer guardias nocturnas y festivas sin los refuerzos adecuados supone un riesgo real tanto para la salud de los veterinarios como para la calidad del servicio.

El impacto de la vivienda

Uno de los factores económicos determinantes que señala el Colegio es la crisis de vivienda que afecta con especial virulencia a Lanzarote y Fuerteventura. Los elevados precios del alquiler se han convertido en una barrera insalvable para la contratación de personal. Esta situación impide ofrecer condiciones mínimas para que nuevos veterinarios puedan desplazarse desde otras islas y establecerse en la zona.

La entidad subraya que, sin vivienda asequible, la captación de talento externo es prácticamente imposible. Esta falta de atracción de nuevos profesionales agrava la saturación de las plantillas existentes, impidiendo la rotación necesaria para cubrir un servicio de 24 horas de manera sostenible y eficaz.

Trabajar a pérdidas

Desde el punto de vista empresarial, el Colegio ha puesto el foco en la sostenibilidad de los centros. Mantener una clínica abierta genera unos costes elevados, independientemente de si se atienden urgencias o no. La organización destaca que las guardias sin pacientes, los avisos que no se materializan y los impagos, sumados a los gastos fijos constantes, provocan que obligar a asumir este servicio sin una compensación adecuada se traduzca en pérdidas económicas directas para los titulares de las clínicas.

La postura del Colegio es firme respecto a la defensa de sus colegiados: no van a promover ni avalar soluciones que obliguen a los profesionales a trabajar a pérdidas o que pongan en riesgo la viabilidad financiera de sus centros. Aunque reconocen que las urgencias veterinarias son necesarias, insisten en que no pueden sostenerse a costa del sacrificio personal y económico de quienes las prestan.

Para finalizar, la entidad aboga por la implementación de un modelo sostenible, equitativo y respetuoso. Consideran que solo velando por quienes hacen posible la atención veterinaria se podrá garantizar, a largo plazo, un servicio de urgencias eficaz y de calidad para la ciudadanía de las islas orientales.