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Imagen de un viñedo de Canarias y una filoxera / MONTAJE AH - EFE

Por qué Canarias se salvó de la filoxera en el siglo XIX y cómo se hizo frente a la plaga en Europa

La ausencia de filoxera en las islas ha permitido conservar técnicas de cultivo ancestrales y viñas de pie franco que no existen en casi ningún otro lugar del mundo

A mediados del siglo XIX, un diminuto insecto originario de América del Norte provocó la mayor crisis vitícola de Europa. La filoxera (Daktulosphaira vitifoliae) arrasó millones de hectáreas de viñedo y obligó a transformar radicalmente la forma de cultivar la vid. Sin embargo, Canarias logró mantenerse al margen de la plaga, un hecho que hoy sigue marcando la singularidad de sus vinos.

Este fenómeno no solo es una anécdota histórica. La ausencia de filoxera en las islas ha permitido conservar técnicas de cultivo ancestrales y viñas de pie franco que no existen en casi ningún otro lugar del mundo.

Un continente en ruinas

La llegada de la filoxera a Europa se produjo alrededor de 1860, probablemente a través de plantas traídas desde EE. UU. para experimentos de aclimatación. En cuestión de años, los viñedos franceses quedaron devastados, seguidos por los españoles, portugueses e italianos. La Península Ibérica sufrió los primeros focos en Oporto (1871), Málaga (1878) y Cataluña (1879).

El impacto fue descomunal: caída drástica de la producción, abandono de explotaciones, ruina económica y una pérdida cultural que afectó de lleno a regiones donde el vino era identidad. La única solución fue el injerto de variedades europeas sobre raíces americanas resistentes, una práctica que aún hoy define la viticultura mundial.

El caso de Canarias

Mientras Europa se reinventaba a golpe de injertos, Canarias permanecía intacta. Según recoge un informe de la Asociación de Viticultores y Bodegueros de Canarias (Avibo), elaborado con Garoé Travis Consultores, varios factores explican por qué las islas se libraron de la plaga.

El primero fue el aislamiento geográfico. Situadas en medio del Atlántico, las islas tenían un tráfico limitado de mercancías agrícolas, lo que redujo el riesgo de entrada de plantas contaminadas. Además, el suelo volcánico y el clima insular dificultaban la propagación del insecto.

Técnicas tradicionales intactas

Gracias a esta inmunidad natural, las viñas canarias no han sido injertadas sobre portainjertos americanos. Todas crecen en pie franco, manteniendo un patrimonio genético único. También se han conservado técnicas de cultivo casi desaparecidas, como el cordón trenzado en La Palma o el parral antiguo en Lanzarote y Tenerife.

Esta singularidad convierte a Canarias en un tesoro vitícola. Pero también implica vulnerabilidad: el sector no tiene experiencia directa en combatir la plaga, por lo que un brote actual podría ser devastador.

Cómo se combatió en Europa

Frente al avance imparable de la filoxera, en el siglo XIX se aplicaron métodos desesperados. Se intentó inundar viñedos, lo que solo funcionó en zonas planas; se recurrió a productos químicos como el sulfuro de carbono, que eran costosos y peligrosos.

La única solución efectiva fue replantear todo el viñedo europeo, injertando variedades de Vitis vinifera sobre raíces americanas resistentes. Este proceso salvó la viticultura, pero se perdió para siempre la posibilidad de trabajar con viñas originales no injertadas.

Uvas junto a filoxera. /MONTAJE AH

La amenaza sigue presente

Aunque Canarias estuvo libre de filoxera durante más de 150 años, la situación cambió en 2025. Algunos focos han sido detectados en la comarca de Tacoronte-Acentejo, según confirma el informe de Avibo. El riesgo de que se reproduzcan los escenarios del siglo XIX preocupa tanto al sector como a las autoridades.

Theo Hernando, secretario general de Asaga, insiste en mantener la calma: “Lo bueno es que ahora tenemos la experiencia de Europa. Sabemos que con rapidez y colaboración se puede reconvertir el viñedo”. Aun así, reconoce que hay que actuar con urgencia para contener los focos y evitar que se extiendan.

El papel del suelo volcánico

Hernando recuerda que el insecto prefiere suelos arcillosos y que “los terrenos volcánicos de Canarias no le resultan tan atractivos”. Por eso, más allá de Tacoronte-Acentejo, “en el resto de zonas se podría combatir de forma natural”. Sin embargo, la rapidez en la detección y eliminación de cepas afectadas es clave.

Además, se pide a la administración que refuerce los controles fitosanitarios y facilite recursos para una actuación eficaz, ya que la filoxera no solo es una amenaza agrícola, sino también cultural y económica.

El futuro: proteger lo irrepetible

El caso canario es una excepción mundial. Mientras casi toda Europa cultiva sobre portainjertos americanos, en las islas sobreviven viñas centenarias con raíces originales. Esta condición aporta no solo valor enológico, sino también valor patrimonial.

La llegada de la plaga a Canarias puede marcar un punto de inflexión. La clave está en la coordinación técnica, la vigilancia del territorio y la implicación del sector para preservar una herencia única.