Los días de fiesta en los calendarios

Al Real Madrid le ganamos algunas veces, y esas victorias se celebraban, y se recuerdan, casi como las clasificaciones para la Copa de la UEFA

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 El centrocampista del Real Madrid, Dani Ceballos (d), conduce el balón ante los jugadores de la UD / KIKO HUESCA - EFE
El centrocampista del Real Madrid, Dani Ceballos (d), conduce el balón ante los jugadores de la UD / KIKO HUESCA - EFE

Cuando recibíamos el calendario a principios de la temporada, lo primero que hacíamos, y lo primero que seguimos haciendo, es mirar cuándo jugamos con el Real Madrid y con el Barcelona. Así pasó en nuestra infancia y así lo añoramos durante muchos años lejos de los grandes y de esos calendarios estelares en donde jugaban nuestros ídolos. Esos partidos eran como los domingos y los días de fiesta en aquellos almanaques que hace tiempo colgaban por todas partes con anuncios o fotos eróticas, sobre todo en las zapaterías, no sé por qué pero en casi todas las zapaterías, que eran oscuras y olían a betún y a cuero, estaban aquellos almanaques sicalípticos y horteras de los primeros años de la democracia. En esos almanaques, sobre todo en los pequeños, los que cabían en los bolsillos, cada uno trataba de hacerse con el que venía con el escudo de su equipo. Poníamos en rojo, y esperábamos con ansia, esas visitas al Insular de los grandes. Ahora también lo hacemos a principios de temporada, pero esta vez también para intentar sacar un pasaje y ver a Las Palmas fuera de casa. En aquellos años, salir fuera costaba un potosí y era casi un imposible. Nos decían siempre que cuando hubiera un vuelo chárter nos llevarían a Chamartín, al Manzanares o al Nou Camp; pero donde únicos veíamos seguidores amarillos era en Salamanca, con las gradas siempre llenas de estudiantes que vivían en la ciudad castellana. 

Al Real Madrid le ganamos algunas veces, y esas victorias se celebraban, y se recuerdan, casi como las clasificaciones para la Copa de la UEFA. Recuerdo siempre la del 1-0 con gol de Fortunato y con Laurie Cunninghan, el jugador más rápido que he visto en directo, corriendo como una gacela inalcanzable para nuestros defensas. También fue inolvidable aquella remontada épica con Narciso, Saavedra, Contreras, Juani y compañía o la irrupción de Alberto Hernández y Rubén Castro para ganarle al Madrid de Zidane en el campo, con aquel golazo que dejó el galo en la escuadra de Naciente. Luego estaba el triunfo en la Copa por 4-0 en nuestro estadio y el robo en el Bernabéu por 5-0 en el partido de vuelta, un encuentro que nunca se tuvo que haber jugado aquel día, casi sin tiempo de asumir la pérdida de Antonio Afonso Moreno, Tonono, una muerte, que para los niños de entonces tan impactante como la de cualquier familiar cercano.

Los seguidores de la Unión Deportiva sí tenemos la magua de no haber ganado nunca en el Bernabéu. Estuvimos cerca con Setién, pero nos empataron en el último momento. Esa historia sí tenemos que cambiarla cuanto antes, y ojalá sea la próxima temporada. En esta llegamos todavía sin haber aterrizado en Primera. Pero ya digo que los partidos en casa eran distintos. La afición de Las Palmas se transforma cuando llega el Real Madrid, y esa energía se percibe por todas partes. También he notado esa sensación de día grande esta semana. Y ya he escrito que el fútbol son muchas veces los prolegómenos, toda esa jiribilla de los días previos al partido en los que uno puede imaginar todos los resultados y las jugadas que quiera  a favor de su equipo. Pero entonces, como ahora, también había jugadas polémicas que siempre se resolvían a favor de los grandes, del Madrid y del Barcelona, en los partidos importantes. Si con VAR pasa lo que pasa, ya saben muchos lo que pasaba cuando en lugar del VAR solo estaba el olvido, sobre todo antes de las moviolas y las repeticiones, cuando casi te tenías que frotar los ojos para dar crédito a algunas injusticias que vimos en el césped del Insular. Por eso ganar a un grande es tan difícil y lo celebramos como lo celebramos cuando todo se pone a nuestra favor y no hay nada extraño que empañe el partido. Y esos encuentros también quedan escritos en rojo en los almanaques de nuestra memoria futbolística. Todo lo que pase en las próximas horas será una fiesta. Me alegro mucho por los niños que vivirán lo que nosotros vivimos, y también por los niños que seguiremos siendo cuando comience el partido. Hoy vuelve a ser día fiesta en nuestro calendario futbolístico. Y si ganáramos no quiero ni imaginar la catarsis y el delirio. Y podemos ganar, creo que tenemos equipo para escribir el guion que ahora mismo sueñan esos niños que irán al Estadio de Gran Canaria vestidos de amarillo.