Teodoro Bondyale dice que en circunstancias como esta, "a veces", le puede el idealismo y piensa "en el discurso de Ubuntu", la regla ética de solidaridad que impera en numerosas culturas africanas."Es algo que nos han enseñado: uno no puede crecer en un pueblo solo, porque crecer solo es perderse, hay que crecer con los demás. A nivel global, lo hemos visto con la covid. No nos podemos defender de la pandemia un país solo, tenemos que defendernos todos y los estados que menos pueden han de ser ayudados por el resto", dice.Pero el idealismo le dura poco, porque teme que si el episodio migratorio de 2020 se repite, "tendremos las mismas respuestas" que en el pasado, a pesar de que "nos han cambiado las preguntas"."La covid nos ha cambiado. Ahora las fronteras están cerradas, no porque un país las cierre por decisión política, sino porque sanitariamente no nos conviene cruzar fronteras. Ese es un problema añadido para la gente que migra. Con el cierre de las fronteras, la gente quedó como varada; en Arguineguín, por ejemplo", reflexiona."Y claro", añade, "tener personas encerradas en un muelle... El tema es qué hacer con ellas. Creo que estamos en una estrategia de recogida, no de acogida. Eso es muy importante tenerlo en cuenta. Si yo recojo a las personas, el trato es casi, casi de objetos. ¿Dónde las deposito después, qué hago con ellas? Eso es lo que va a pasar en el nuevo episodio de flujos migratorios".#CANARIAS| Ya son seis el número de inmigrantes fallecidos en lo que va de año en las costas de Canarias#CrisisMigratoriahttps://t.co/azPzgo87X8
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Bondyale vuelve la mirada hacia la crisis de los cayucos de 2006, el único precedente en el que se superaron las cifras vividas en Canarias el año pasado, con casi 9.000 inmigrantes más (31.678).Sin embargo, precisa, la situación económica entonces era diferente. "Este fenómeno migratorio coge a España en una situación muy complicada. El sur de Europa está empobrecido, Grecia, Italia, España, Portugal... y la acogida de los migrantes se ha convertido en un elemento que frena el desarrollo, en lugar de ser un elemento que hace crecer al país, como pasó en 2004-2006".Preguntado por los brotes de racismo y xenofobia que se han producido en algunos lugares de Canarias en los últimos meses, dice, desde su experiencia, que no le inquietan demasiado, porque los considera "episodios". "No es la actitud de la sociedad canaria"."También es verdad que en la xenofobia y el racismo se puede educar a la población", advierte, "nadie nace odiando, el odio se enseña y se entrena. Estamos en unas condiciones muy peligrosas, porque la sociedad canaria está en una situación de alta fragilidad y hay alguien que está interesado en odiar al otro porque es pobre, porque es negro, porque es homosexual o porque tiene otro credo".Y con la economía de Canarias paralizada por el desplome del turismo, el secretario de la Federación de Asociaciones Africanas piensa que puede darse el caldo de cultivo adecuado para que "algunos" intenten "entrenar" a la sociedad "en odiar al pobre o señalen al migrante como culpable de la pobreza". "Es un invento, pero funciona, porque divide", añade.Sin embargo, también observa luces que le hacen pensar "que no nos han torcido el brazo, que el discurso xenófobo no ha calado", entre las que menciona dos: el gesto de siete ciudadanos anónimos que se arrojaron al mar en Órzola (Lanzarote) de noche a rescatar a los náufragos de una patera y la decisión de decenas de ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria de salir a la plaza de La Feria a ayudar más de 200 magrebíes que habían quedado allí varados, sin lugar a donde ir, cuando los sacaron del muelle de Arguineguín.#CANARIAS| Es el balance provisional del año hecho público por @interiorgob #CrisisMigratoriahttps://t.co/YBPVgrNN6g
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